Atracones de alcohol: Científicos chilenos descubren insospechado efecto de consumo compulsivo de licor
Doctora en biología celular y molecular de CARE Chile UC, junto a equipo de investigadores estudian los efectos del "consumo compulsivo" de alcohol, el cual sería más perjudicial en hombres deportistas, sobre todo de disciplinas colectivas.
El consumo problemático de alcohol provoca, según la Organización Mundial de la Salud, 3,3 millones de muertes cada año. En el contexto de la función muscular, la mayoría de las investigaciones sobre dicha conducta se concentra en evaluar los efectos en el músculo esquelético a la exposición crónica a las bebidas que contienen etanol, por lo que el consumo intensivo, el llamado binge drinking (atracón de alcohol), es poco estudiado.
Así lo establece un trabajo encabezado por la doctora Daniela Rebolledo, investigadora del Centro de Envejecimiento y Regeneración CARE Chile UC, y del Centro de Excelencia en Biomedicina de Magallanes (CEBIMA) que junto a investigadores de ambas instituciones y la U. Bernardo O’Higgins realizaron una revisión de la literatura científica, sobre los efectos de la ingesta del alcohol en la estructura y función del músculo esquelético que podrían afectar el rendimiento deportivo.
El artículo publicado en la revista The American Journal of Drug and Alcohol Abuse, muestra según el equipo que los estudios basados en deporte y ejercicio sugieren que el consumo de alcohol afecta negativamente la recuperación del músculo esquelético luego de un ejercicio vigoroso, especialmente en hombres, mientras que las mujeres se parecen menos afectadas.
Por lo mismo, Rebolledo comenta que es necesario estudiar el consumo, sobre todo episódico, que está altamente asociado a la población adolescente y juvenil, pero también a deportistas profesionales y aficionados, los que necesitan tener su función muscular en óptimas condiciones para su desarrollo profesional, además de analizarlo en el contexto chileno, “donde hay una baja percepción de riesgo sobre este comportamiento entre quienes hacen deportes y en jóvenes”.
Sobre esto último, la doctora Rebolledo explica que, en el caso de los deportistas profesionales o de quienes practican algún deporte, “por lo general no consumen alcohol con regularidad, no son dependientes, pero muchos sí tienen un patrón de consumo alto en un periodo acotado”.
Este patrón denominado binge drinking, implica el consumo de al menos cinco tragos en dos horas en el caso de los hombres y de cuatro en el mismo lapso si se trata de mujeres, y también se basa en la cantidad de alcohol puro consumido, que va de lo 60 a 70 gramos en total en ese corto periodo tiempo.
Una conducta común en jóvenes, adolescentes y adultos jóvenes, así como en la población deportista, sobre todo de disciplinas colectivas, como el fútbol, el rugby o el fútbol americano. “No es que la persona que hace deporte regularmente no pueda vivir sin alcohol, pero muchos presentan este comportamiento”, apunta Daniela Rebolledo.
Asimismo, expone que hay estudios que han mostrado qué pasa cuando la persona bebe antes de hacer ejercicios muy intensos, iguales a los que harían al entrenar para un deporte, y se ve que presentan problemas de recuperación muscular, menos fuerza. Otros indagan en qué sucede cuando la persona consume después de la práctica deportiva.
Rebolledo distingue entre los efectos del consumo de alcohol cuando este sigue circulando en la sangre y aquellos posteriores, que permanecen.
En el caso de los estudios que se han enfocado en lo que ocurre después, cuando ya pasó el tiempo de ebriedad, se ha visto que el consumo de alcohol también podría retrasar la recuperación de la función óptima del músculo. Sin embargo, pocos de estos estudios han abordado las consecuencias a largo plazo del binge drinking episódico.
También hay estudios relativos a la miopatía alcohólica, una condición del músculo esquelético caracterizada por debilitamiento muscular y atrofia, que afecta a gran parte de las personas que consumen alcohol crónicamente.
Pero dado el consumo prolongado, hay componentes estructurales del musculo esquelético que fallan y el tejido muscular se pone más duro y menos elástico, “se genera una fibrosis, que vuelve menos contráctil al músculo. Puede tener la misma masa, pero hay muchas proteínas alrededor”.
Estudio en marcha
Es eso lo que el grupo de investigadores estudia ahora, pero en relación con el atracón de alcohol, “el que al repetirse en varios episodios podría afectar la salud del músculo esquelético a largo plazo y en forma acumulativa”.
Un escenario complicado pues, como indican los autores del artículo, “los atletas aficionados y profesionales realizan ejercicios extenuantes que pueden producir daño muscular esquelético, inflamación y dolor, pero necesitan una rápida recuperación para alcanzar de nuevo su óptima función muscular”.
Lo que los investigadores se encuentran actualmente evaluando, y que esperan prontamente pueda ser publicado, es el análisis de laboratorio en modelos de ratas y ratones basado en lo que se conoce hasta el momento, sobre “qué es lo que ocurre en el músculo esquelético cuando hay varios episodios separados en el tiempo” comenta Rebolledo.
Para esto, la evaluación de los roedores se realiza con un tiempo de espera de aproximadamente dos semanas luego del último episodio de “atracón compulsivo”, “porque necesitamos saber cuáles son los efectos a largo plazo, no los inmediatos, no todavía cuando hay alcohol en el cuerpo” añade la investigadora.
El estudio mide la capacidad del musculo de generar fuerza y después analizar si la estructura del músculo ha cambiado.
Al respecto, la integrante del CARE Chile UC adelanta que los experimentos recientes arrojan datos preliminares que indican que varios episodios de consumo compulsivo de alcohol dejan efectos dañinos que persisten incluso semanas después en estos modelos animales, incluyendo la disminución de la fuerza muscular, una mayor fatiga, atrofia muscular y daño celular. “Eso equivale a meses en los humanos”, explica la doctora Rebolledo.
Por ahora, el estudio se ha realizado en animales que no son “deportistas”, pero que son lo equivalente a una persona joven que bebe, pero esperan que la siguiente etapa analizar animales que estén entrenados para correr y que tengan una estructura más similar a la de un deportista.
¿Qué es un atracón compulsivo?
La científica afirma que la mayoría de los estudios que ya existen se han enfocado en consumidores crónicos o en quienes tienen una instancia única de consumo intensivo, pero en la mayoría de los casos el atracón es episódico de las personas, no se da en una sola ocasión.
Generalmente asociado a los fines de semana, o en muchos, en lo que en Chile conocemos como el “tercer tiempo”. Situación que en Chile no se ha estudiado, pero sí se ha comprobado en países como Estados Unidos, Inglaterra, Australia y Nueva Zelanda. “Es un consumo que generalmente se presenta después de la competencia. Aunque no hay una dependencia, se repite cada cierto tiempo y genera daños acumulativos” añade la especialista.
¿Qué pasa, tras un episodio de binge drinking, con los deportistas de alto rendimiento que juegan partidos cada dos o tres días, como basquetbolistas de la NBA, tenistas que llegan a instancias finales en los torneos o futbolistas que están en dos o tres campeonatos a la vez?
Primero, dependerá de la cantidad consumida y de las condiciones particulares del deportista, pero sin duda va a presentar efectos negativos en su rendimiento que se agravarán en el tiempo.
Se ha visto que los músculos pueden regenerarse muy bien tras un daño normal producto de una práctica intensa, pero cuando se ingiere alcohol en forma aguda, en concentraciones altas, los factores que permiten regenerar el músculo se ven disminuidos, “por ende, la recuperación de su funcionalidad es incompleta para el próximo partido, y entonces tenemos daño sobre daño y comienza a ocurrir algo parecido a lo que pasa con los casos de consumo crónico” dice Rebolledo.
El ejercicio de alto rendimiento en deportistas sometidos a frecuentes instancias de gran exigencia arroja un daño que es propio de dicha práctica, pero con alcohol de por medio, la regeneración no será la misma y, con los meses y años, la capacidad del deportista disminuirá: va a tener menos fuerza, va a durar menos tiempo corriendo a una alta velocidad en un partido, se fatigará con mayor rapidez, habrá una mayor propensión al daño y a lesiones musculares. “Si se presenta un desgarro, por ejemplo, este va a demorar más en sanar”.
Percepción de riesgo
Una de las dificultades en torno al binge drinking es que hay una baja percepción de riesgo sobre esta conducta.
Los deportistas de alto rendimiento están muy bien entrenados y suelen ser ordenados en eso. Si tienen atracones de alcohol, probablemente no se darán cuenta fácilmente de que su capacidad disminuye.
“Cuando hacemos charlas en colegios, los alumnos me dicen: Igual hay deportistas que llegan a ser número uno o de los mejores. Y yo les respondo: ‘Sí, pero imagínate cómo serían de mejores si no tuvieran estos episodios de consumo intensivo” cuenta Rebolledo.
Para Rebolledo “hay que estudiar el consumo compulsivo en deportistas para establecer si existe o no una ingesta significativa en nuestro país, así como se ha observado en otros. Tenemos poca información de respaldo sobre esto y, además, la percepción de riesgo es baja.
Tener datos respecto del binge drinking en la población deportista, y también en los jóvenes, ayudaría a diseñar nuevas estrategias de prevención, que busquen disminuir el consumo problemático compulsivo.
Lo usual es pensar que el deporte puede mantener a los jóvenes alejados del alcohol, pero -se estima- en muchos podría suceder el efecto contrario, entonces, cabe hacerse cargo de cómo promover el deporte, que sin duda es positivo, y al mismo tiempo evitar que vaya acompañado de un alto consumo de bebidas alcohólicas.
Los que están empezando una práctica deportiva a nivel escolar o universitario tienen que conocer los efectos del alcohol en su rendimiento. Muchos creen que, porque no son adictos, no tendrán perjuicios a largo plazo”.
“En las personas dependientes -prosigue Rebolledo-, los efectos del alcohol son mucho más visibles: dejan de ir a trabajar, comienzan a gastarse todo el dinero, en fin, pero cuando el consumo es compulsivo, no asociado a la dependencia, existe la sensación de que es algo puntual que pasa tras la borrachera. Esto no es así, ya que hay efectos musculares y cognitivos a largo plazo”.
¿Cómo concientizar a los adolescentes y jóvenes? La investigadora dice que cuando le ha hablado a esta población sobre los daños que provoca el binge drinking a nivel físico y, por ende, en el rendimiento atlético, “su interés es mayor que cuando le hablamos de los efectos cognitivos, y entonces empiezan a preguntar respecto de hasta qué punto beber. Sin duda, es muy importante transmitir la información y así aumentar la percepción de riesgo del atracón de alcohol ya en los adolescentes de 14 años”.
El último Estudio Nacional de Drogas en Población Escolar, aplicado en el año 2019 por el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda), se determinó que entre los alumnos de octavo básico a cuarto medio que consumen alcohol, un 64% declaró haberse embriagado -consumiendo cinco o más tragos en al menos una ocasión- en el último mes.
¿Por qué se produce este comportamiento?
Según estudios referidos por el grupo de investigadores encabezado por Daniela Rebolledo, entre los motivos de algunos deportistas para consumir alcohol en forma compulsiva, considerando que son altamente exigidos, estaría la necesidad de encajar en un grupo social y buscar una mejor relación con los compañeros de equipo, así como hacer frente al estrés de la competición.
La primera causa lleva a pensar en los deportes colectivos. “En los trabajos científicos revisados, encontramos que hay una mayor asociación con el alcohol en ese tipo de disciplinas, sobre todo en los hombres. No es que no se dé en los deportes individuales, pero se hace más frecuente en grupos”.
Los psicólogos afirman que el deseo de sentirse parte de un colectivo es altamente importante, lo que se da también entre jóvenes y adolescentes.” Claramente, entre estos últimos, jugar un deporte de grupo te hace más propenso a presentar un consumo problemático de alcohol”, sostiene la investigadora.
Otro de los aspectos revisados en el artículo de revisión científica es la diferencia de sexo en los efectos del alcohol sobre la función muscular y la recuperación.
Los estudios indican que las mujeres deportistas, al parecer, son menos propensas al daño inducido por alcohol que los hombres que hacen deporte, cuya recuperación se retardaría más tiempo. Pero cabe precisar que las investigaciones que se han hecho en la población femenina son muy pocos; por ende, no podemos ser tan categóricos al respecto”.
La integrante de CEBIMA afirma que “otros estudios dan cuenta de que la mujer está protegida de los efectos del alcohol en el músculo esquelético debido a la protección que le brinda el estrógeno”.
Mientras en el caso de los hombres se ha demostrado que el alcohol disminuye el nivel de testosterona, hormona que es muy importante para mantener la masa y la función muscular, hay investigaciones que concluyen que el alcohol induce el estrógeno, por lo que tendría un efecto protector; de todos modos, es algo que se requiere investigar mucho más.
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