Avanzando hacia la astroinformática y la astroingeniería
En marzo de 2015, invité al astrónomo y Premio Nobel de Física, Brian Schmidt a acompañarnos a la ceremonia de inauguración del Instituto Milenio de Astrofísica (MAS). El 9 de marzo en la tarde fuimos recibidos por la Presidenta Bachelet, ocasión en que le comenté que el MAS era un proyecto que tenía como objetivo preparar a la comunidad chilena para enfrentar la era de la big data en astronomía, sobre todo a la luz del futurista telescopio LSST que se encontraba en sus primeras etapas de construcción (y que debiera comenzar a funcionar en Cerro Pachón, en la región de Coquimbo, en 2022).
El LSST es un instrumento que arrojará miles de alertas diarias respecto a todo lo que cambia en el Universo -llamados objetos transientes-, y que serán de dominio público. Quienes lideren la astrofísica y realicen los descubrimientos más relevantes de esta nueva era de la astronomía industrial, serán quienes cuenten con acceso a telescopios que permitan analizar la luz de los transientes, y así entender su naturaleza. Por lo mismo, aprovechando la oportunidad de tener a la primera mandataria frente a nosotros, le comenté la importancia de que Chile cuente con un telescopio propio para estar en la vanguardia de la ciencia mundial. Para mi sorpresa, la Presidenta me dice: "Mario, prepáreme un proyecto".
Al día siguiente Brian Schmidt y yo nos encontrábamos volando a Concepción, y aprovechamos el tiempo para avanzar en esta idea hacia una visión más general: crear en Chile un laboratorio de astroingeniería, que reúna los esfuerzos que realizan las universidades chilenas de manera individual y a mediana escala. La idea era crear un espacio de interacción entre académicos, ingenieros, industria y Estado, para potenciar las capacidades de astro-ingeniería en el país, de modo que pudieran impactar en el sector productivo y en la economía digital.
Pocos meses después, invité a Cerro Calán a los principales actores de Corfo, Conicyt, universidades y sector industrial, para presentarles el proyecto, con el fin de postularlo al recientemente creado "Fondo de inversión estratégica" (FIE). Así, el proyecto lo tomaría Corfo para postularlo a este fondo, bajo el liderazgo de Juan Rada, sociólogo y economista de formación, cuyo interés estaba más bien en el desafío de analizar el creciente volumen de datos que producen la astronomía que en el desarrollo de instrumentación y telescopios.
El proyecto pasó por todas las etapas de evaluación del FIE y fue finalmente aprobado a fines de 2016, por un plazo de tres años, más que como un proyecto propiamente tal, como un estudio de levantamiento de información llamado ASTROdata, con el fin de identificar y tomar medidas para diversificar la economía chilena en big data, utilizando nuestras ventajas naturales en astronomía.
Luego de dos años y bajo la dirección del joven ingeniero Demián Arancibia, hace pocas semanas, hemos recibido la excelente noticia, por parte del Ministro de Economía, José Ramón Valente, que el estudio ASTROdata pasaría a convertirse en un proyecto provisionalmente llamado "Observatorio Virtual de Datos", compuesto por los datos generados por los telescopios instalados en nuestro territorio, con un financiamiento estable del presupuesto nacional.
Partimos en 2015 con la idea de construir un "telescopio chileno". Demoramos cuatro años en elaborar un proyecto, el que fue mutando desde el "telescopio chileno" a un "observatorio de datos", es decir, desde el hardware al software, gracias a la visión compartida de muchos, como debe ser. Sin embargo, no debemos olvidar que no solo hay que fortalecer la astroinformática, sino la astroingeniería.
Mi visión más global, es que el "data observatory" sea mucho más que un centro de acopio de datos, y se convierta en el espacio de institucionalidad que merece la astronomía chilena, es decir, un instituto con un directorio con participación pública, académica y privada, en donde se definan estrategias y políticas de desarrollo país, que aprovechen los cielos chilenos al servicio de todos.
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