En torno a un 15 por ciento de la población está compuesta por adolescentes, un período en que las personas experimentan cambios relevantes, que impactarán durante las décadas posteriores de sus vidas.
Se trata de una etapa cada vez más larga, que parte con los primeros cambios físicos del desarrollo sexual, lo cual es variable entre las personas, hasta el momento en que el individuo es un ser independiente. En lo físico corresponde a la maduración del cerebro, que ocurre aproximadamente a los 24 años.
Durante la adolescencia ocurre un reordenamiento del sistema nervioso central en los circuitos de la recompensa y la autorregulación, en la búsqueda de pertenencia y de aceptación por sus pares, lo que los hace más frágiles en lo psicológico y respecto a riesgos como adicciones o accidentes.
Desde el punto de vista de la corporalidad hay cambios externos muy rápidos, especialmente desde el inicio de la pubertad. Además, se trata de un momento de vulnerabilidad, ya que pueden aparecer alteraciones que no necesariamente percibirán los padres. También aquí es fundamental afianzar los estilos de vida saludables que tanto impactarán la adultez.
Pese a ello, durante el periodo de la adolescencia, la atención médica se percibe de manera confusa, ya que no son niños ni adultos. Es difícil para los pacientes y sus padres definir a dónde llevarlos.
Los jóvenes además no se sienten cómodos en el ámbito de la medicina del adulto, con gente mayor en la sala de espera y con un trato que consideran distante por parte del profesional, que los trata como individuos mayores. Por otro lado, muchas veces no perciben la necesidad de acudir al médico, ya que a esta edad dejan de presentar los cuadros típicos de la primera infancia. Sin embargo, el control sano es igualmente importante en esta fase de la vida.
Respondiendo a esa necesidades e interrogantes surgió hace 40 años la adolescentología o pediatría de adolescentes, que ha definido como su rango etario de preocupación, entre los 10 y los 19 años, pudiendo prolongarse hasta los 24.
Quienes trabajamos con este grupo creemos y así lo demuestra la experiencia clínica y el conocimiento médico, que la atención especializada aporta un importante beneficio, ya que considera los múltiples factores involucrados en la salud integral de los jóvenes, con un enfoque personalizado en que el niño transita hacia el autocuidado y la responsabilidad con su bienestar físico y mental.
Avanzar en otorgar una atención experta a nuestros adolescentes es un desafío importante para nuestro país, en el que vale la pena invertir recursos y esfuerzo, ya que hace posible prevenir y remediar una serie de riesgo de salud inmediatos y a lo largo de toda la existencia.