Bailes morenos y matracas: estudio rescata valor de fiesta de La Tirana que por segundo año no podrá celebrarse presencialmente
Investigadoras Francisca Basaure y Constanza Cáceres, del proyecto Matracas de la Tirana, destacan el rol de los instrumentos que se hacen sonar para saludar a la Virgen, en una fiesta que por segundo año se suspende por la crisis sanitaria. Devoción mariana que se adapta a la modernidad y ahora se celebra por Zoom o Facebook.
Cada 16 de julio se celebra la fiesta de La Tirana en el Norte Grande de Chile. Festejo popular que se origina en una leyenda.
En 1535, en la expedición de Diego de Almagro a lo que hoy es Chile, en su tropa no solo habían 500 soldados españoles, también estaban 10.000 incas del Perú secuestrados. Entre ellos, dos hombres muy importantes para el pueblo inca: Paullo Inquill Tupac y Huillac Uma, sumo sacerdote del sol, acompañado de su hija Huillac Ñusta (ñusta significa princesa en quechua).
A la altura de Atacama la Grande, más tarde Calama, cuando la tropa de Almagro atravesaba el Desierto de Atacama, el sacerdote Huillac huyó junto a su hija. Quería colaborar con la rebelión del Inca Manco II, en Cuzco. Pero Huillac Ñusta no acompañó a su padre. Escapó a la altura de la actual Pica.
Huillac Ñusta fue seguida por muchos incas. Se instalaron en los bosques de tamarugos. La princesa inca comenzaría además a ser reconocida por una tradición: matar a cualquier español o indígena bautizado. Es por esa razón que la llamarían la “Tirana del Tamarugal”.
Un día llegó un portugués llamado Vasco de Almeida. Había soñado con la Virgen del Carmen, quien le mostraba la ruta para a la “Mina del sol”. El camino era por las tierras de La Tirana del Tamarugal. Fue tomado prisionero por la líder inca.
La Tirana, se enamoró de Almeida, hombre católico que le enseñó sobre Dios, la Virgen y la vida eterna que podrían compartir. La joven decidió bautizarse. Pero, tal como ella misma lo hacía antes de conocer a Almeida, al ser sorprendidos por los otros incas, los mataron. El último deseo de la Tirana fue que los sepultaran juntos y enterraran una cruz en ese lugar.
Pasó el tiempo y el sacerdote católico Antonio Rendón se instaló en lugar para evangelizar. Al encontrarse con la cruz y conocer su historia, decidió levantar una iglesia. La misma que actualmente se conoce como Iglesia de Nuestra Señora del Carmen de La Tirana.
Tradición y pandemia
Antes de la Guerra del Pacífico la Fiesta de La Tirana se celebra en las salitreras de Tarapacá. Fiesta que se mantiene hasta hoy.
“Parte importante de nuestro patrimonio cultural inmaterial, de nuestra memoria social, en ella se mezcla la tradición y modernidad”, resalta sobre su relevancia María Francisca Basaure, antropóloga social.
La riqueza de la fiesta es muy amplia. Y en ella destacan la manufactura, iconografía y estética de las matracas que se usan en los bailes religiosos morenos que Francisca Basaure y Constanza Cáceres, Licenciada en Historia del Arte, ambas Magísters en Patrimonio Intangible, Sociedad y Desarrollo Territorial de la Universidad Arturo Prat, han estudiado en profundidad en su proyecto Matracas de la Tirana.
Específicamente las matracas que estudian son las de la fiesta de La Tirana que se realiza todos los años en la comuna de Pozo Almonte de la Región de Tarapacá, donde llegan 42 bailes morenos de diversas ciudades del país.
En la página web Matracas de La Tirana se puede conocer más del proyecto que cuenta con que una exposición virtual con todas las matracas de los bailes morenos.
La matraca es un instrumento musical de tipo idiófono (que tiene sonido propio al usa su cuerpo como materia resonadora) y su confección es un trabajo artesanal. Desde el ámbito de la visualidad, dice Basaure, resaltan la diversidad de sus formas, colores y decoraciones.
“El diseño de matracas es un proceso interpretativo que responde al imaginario e identidad del baile, por lo que en su mayoría va conjugado con el nombre y/o traje. Ahora bien, quienes las confeccionan también influyen directamente en su diseño, tanto por su propio imaginario, como por sus saberes y selección de materiales y herramientas”, dice Constanza Cáceres, Licenciada en Historia del Arte.
Reflejan la experiencial, dinámica, creativa e innovadora de la religión popular de la fiesta de La Tirana. Un hecho social total que agrupa y genera sentido en las personas, dice Basaure. A través de ella se construyen historias y se practican las creencias. Los rituales religiosos son polisémicos “comunican mensajes relacionados con lo sobrenatural, lo económico, lo social, lo lúdico, lo étnico, la identidad y con todo el sistema cultural”, aclara.
El Norte Grande es una zona en la que la religiosidad es una parte fundamental de la vida cotidiana de sus habitantes. Año tras año la fiesta permite afianzar lazos de solidaridad, memoria, orgullo, e identidad, dice la antropóloga “y ser un ejemplo del dinamismo propio del patrimonio cultural inmaterial, y su capacidad de integrar nuevos escenarios sociales y culturales”.
Producto de la pandemia este año y en 2020, la fiesta se suspendió. Algo que ya ocurrió anteriormente, explica Cáceres por razones sanitarias: en 1934 por tifus, en 1991 por cólera y 2009 por la influenza H1N1. Y efectivamente, dice, “este año sería el segundo año consecutivo en que la fiesta se suspende por la pandemia por Covid-19″.
Si bien la fiesta no se puede realizar de forma normal, se han forjado nuevas formas de celebrar. Ya el año pasado los bailes religiosos se adaptaron al contexto e impulsaron la celebración de la fiesta de La Tirana desde casa, dice Cáceres “sorteando con éxito el confinamiento”.
Las misas, reuniones y celebración de aniversarios, entre otras actividades las han realizado a través de Zoom y Facebook. “De esta forma tenemos la certeza que La Tirana seguirá transformándose en el tiempo, las tradiciones no permanecerán intactas, y la integración de nuevos elementos conformarán nuevas dinámicas de adaptación a la modernidad”, indica la historiadora del arte.
Devoción mariana
Un fenómeno de la devoción mariana. Celebración religiosa compleja con múltiples dimensiones en la que participan más de 250 bailes religiosos, organizados en asociaciones que en su conjunto constituyen la Federación de Bailes Religiosos de la fiesta de La Tirana, explica la antropóloga.
“Es importante destacar que no es un carnaval como muchas veces es tildado desde el centro y sur del país. Es patrimonio vivo”, subraya Basaure, y añade que es “identidad y memoria de familias completas que se movilizan hacia la pampa del tamarugal por fe hacia la Virgen del Carmen”.
Para todas esas familias la fiesta marca el tiempo en su experiencia vital, “podríamos entenderlo como el fin e inicio del año para los peregrinos, peregrinas y bailarines religiosos”, indica Basaure.
El sonido de las matracas se asocia con el de las cadenas de los esclavos africanos que llegaron a este territorio en tiempos pasados. Un sonido que depende principalmente del proceso de confección del piñón y la cantidad de dientes. En la fiesta, apunta Basaure “es muy importante ya que les permite danzar, llevar el ritmo y no perderse entre la música de los otros bailes”.
Las matracas se hacen sonar para saludar a la Virgen en los distintos momentos de la festividad: cuando la imagen sale del templo, la víspera del alba, en la procesión y en la aclamación del evangelio de la misa.
En la vida cotidiana al interior del baile, dice Cáceres, sirve para manifestar emociones: “en vez de aplaudir se hacen sonar las matracas cuando un bailarín se promesa, está de cumpleaños, es el aniversario del baile o un funeral”.
Son construidas principalmente de madera, existiendo en este momento solo un baile que las confecciona de plástico o acrílico. “Destacamos su diversidad, ya que identificamos 18 formas, las que podemos clasificar en geométricas, zoomorfas, religiosas, chilenas y árabes”, indica Cáceres.
Esta diversidad responde también a que muchas de las matracas están decoradas con técnicas de policromía, calado, adhesivos y cualquier otro elemento añadido. La iconografías presente se relaciona al imaginario católico, chileno, árabe y territorial de Tocopilla.
Bailes morenos y matracas
El proyecto de investigación también ha permitidi reconocer el oficio de constructor de matracas. Un trabajo artesanal en que identificaron a más de 20 constructores desde la región de Arica y Parinacota hasta la región Metropolitana. También existe preocupación, reconoce Basaure en los bailes religiosos por la pérdida del oficio y el traspaso de los saberes de generación en generación.
Tal cómo una investigación de Basaure y Cáceres establece, los diseños de las matracas al igual que la fiesta de La Tirana, son dinámicos. Se transforman constantemente a través de procesos creativos y de innovación donde se mezcla tradición y modernidad. Es por ello, dicen, que este no es un proyecto que termina aquí, ya que las matracas seguirán transformándose en el tiempo. “La exposición será un registro que permita ver cambios y continuidades en el futuro”, coinciden.
Las investigadoras han podido comprender que las matracas para los bailes morenos son objetos sagrados, religiosos y artísticos. Son parte de su tradición, la que los representa e identifica en general y a cada uno en particular, “y se bendice antes de usar por primera vez al igual que el traje, la insignia y el estandarte”, dice Basaure.
Los bailes morenos son uno de los tipos de bailes religiosos más antiguos que peregrinan, hace más de 100 años, a la fiesta de La Tirana y a otros santuarios del norte, como Andacollo, Ayquina, Tarapacá y Las Peñas. La antropóloga explica que son bailes familiares, humildes, pequeños en comparación a la cantidad de danzantes de otros bailes como las diablas o zambos caporales.
En la fiesta de La Tirana hay dos tipos de bailes morenos: de salto y de paso. Los primeros, dice Basaure, son más numerosos en La Tirana mientras que los segundos lo son en la fiesta de Las Peñas.
En los últimos años han asistido a la fiesta 41 bailes morenos de salto y un baile moreno de paso. Los de salto, como su nombre lo indica, danzan a saltos. Usan coscacho, turbante o sombrero en la cabeza. En la parte superior utilizan blusa o camisa y algunos pueden llevar chaquetas sin mangas o capas. En la parte inferior se visten de pantalones rectos o bombachos y en algunos casos, las mujeres usan faldas. En los pies utilizan zapatillas o zapatos. Mientras los segundos usan terno y corbata.
“Los Morenos en La Tirana a través de la performance, la música y el ritual nos presentan un modo de hacer sagrado, una experiencia devocional”, subraya Basaure.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.