Basura en las playas: ¿Por qué 18 millones de chilenos ensucian más que 82 millones de alemanes?

Playa Ritoque. Foto Martin Thiel

Un proyecto de ciencia ciudadana concluyó que los chilenos ensucian cinco veces más el borde costero que los alemanes, a pesar de tener el doble de superficie. Los principales componentes de la basura son las colillas de cigarro y el plástico.


Todo partió con un email que llegó a la bandeja de entrada de Martin Thiel hace tres años. El investigador alemán, quien lleva más de 20 años radicado en Chile y actualmente es profesor de biología marina de la U. Católica del Norte, se sorprendió cuando leyó el remitente: Katrin Knickmeier, una ex compañera de biología de la Universidad de Kiel en los años 80 y 90. Thiel no sabía nada de ella desde esos años. En el correo, ella le comentó que había leído sobre los Científicos de la Basura, una iniciativa de ciencia ciudadana creada hace diez años por Thiel, en la que escolares se convierten en pequeños investigadores de los desechos costeros y aprenden sobre el cuidado al medioambiente.

"Quiero hacer lo mismo acá", le dijo Knickmeier en el correo. Esa idea fue el punto de partida para un experimento aún mayor: aprovechando la metodología de los Científicos de la Basura, podrían comparar la contaminación costera en ambos países.

Daniela Honorato, bióloga marina y coordinadora nacional de Científicos de la Basura, explica que la idea de hacer la comparación del comportamiento de los ciudadanos chilenos y alemanes en las playas y analizar la composición de la basura de ambos países les pareció interesante. "Podía esperarse que en Alemania hubiese menos basura porque es un país del primer mundo, tiene mejores prácticas y leyes más estrictas, pero también podía darse al revés, porque la densidad poblacional es bastante mayor allá que en Chile", dice. En efecto, en Chile hay 24 habitantes por km2 versus los 225 en Alemania.

El muestreo en terreno -realizado en 2016- abarcó 37 playas chilenas (35 continentales, una en Rapa Nui y una en Juan Fernández) y 23 en Alemania (a lo largo de las costas del Mar del Norte y del Mar Báltico).

Según los resultados, la basura en la costa chilena continental está compuesta principalmente por plástico y colillas de cigarros (entre el 60 y 70%) y el resto corresponde a papeles, vidrios y metales. En Rapa Nui, en cambio, hay alta dominancia de plástico (cerca del 75%). "La basura es más diversa en la costa continental porque proviene de fuentes locales, ya sean los veraneantes o la industria acuícola", explica Honorato, mientras que el plástico en Rapa Nui se explica por las corrientes marinas que llevan toda la basura del continente hacia el gran giro del Pacífico Sur, y el plástico es el principal desecho flotante que puede ser transportado por dichas corrientes.

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Niños muestreando  playa en Alemania. Foto Katrin Knickmeier[/caption]

En Alemania también hay distintos escenarios dependiendo de la zona geográfica. La basura en la costa del Mar Báltico -un mar interior del norte de Europa- tiene como fuente principal el turismo y la composición de ésta es similar a Chile continental: plástico y colillas de cigarro, principalmente. Por su parte, el Mar del Norte está conectado abiertamente con el océano Atlántico, y en él se genera una corriente circular que traslada hasta sus costas la basura flotante plástica proveniente de otros lugares distantes. "Lo que ocurre ahí es similar a lo de Rapa Nui, pero en menor escala", explica Daniela Honorato.

Ensuciar y limpiar

La conclusión de este estudio es lapidaria: los chilenos ensucian cinco veces más las playas que los alemanes. A grandes rasgos, de acuerdo a los promedios nacionales, en las playas chilenas se encontraron 2,2 unidades de basura por m2 versus 0,4 en las alemanas.

Más sorprendente aún es verlo de esta forma: 18 millones de chilenos, que habitan en un área el doble de grande que Alemania, ensucian cinco veces más que 82 millones de alemanes.

Para Thiel, esta diferencia se explica porque los alemanes nos llevan años de ventaja en cultura y en políticas públicas relacionadas con la basura y el reciclaje. El investigador dice que según la legislación alemana, que data de 1991, las empresas que venden botellas de plástico tienen que recibirlas de vuelta y hacerse cargo. "Si la devuelves al negocio donde la compraste te dan unos 50 pesos, entonces esas botellas no terminan en el medioambiente porque la gente la convierte en plata", dice.

En Chile, en cambio, la legislación es reciente. La Ley 20.920 o Ley REP -que establece un marco para la gestión de residuos, la responsabilidad extendida del productor y el fomento al reciclaje- fue promulgada recién en mayo de 2016, pero aún no tiene aprobados sus reglamentos. Es decir, es sólo papel. "Es una ley vacía porque no ha sido implementada", agrega Thiel. Recién el año pasado se promulgaron la ley que prohíbe la entrega de bolsas plásticas en el comercio en todo el país y la norma que modifica el Código Penal, para castigar con hasta 200 mil pesos a quienes dejen basura o desechos de cualquier tipo en playas, ríos, lagos y parques nacionales.

Para Thiel, no basta con un cuerpo legal y un sistema de multas, sino que debe haber una implementación sistémica que ayude a la toma de conciencia y a cambiar la cultura. En Alemania existe infraestructura completa para reciclaje y la basura domicilia se saca a la calle por separado para que la recojan distintos camiones: un día sacan el plástico, otro día lo orgánico, otro día el papel, y así. Además, en muchos negocios se puede comprar a granel, de manera que los consumidores llevan sus propios envases.

José Miguel Sepúlveda es docente en el colegio Eusebio Lillo de Coquimbo, donde los escolares participan de los Científicos de la Basura desde el inicio de ese programa. Postuló a un viaje a Alemania de intercambio con otras dos profesoras chilenas para contar la experiencia chilena en algunas escuelas y universidades. "Allá son los adultos los que motivan a los niños a reciclar y a no botar basura. Acá es al revés, los niños tienen mayor conciencia que los adultos y les van enseñando a los padres", cuenta.

Sepúlveda se dio cuenta de que en Alemania evitan los plásticos de un solo uso, como las bombillas o los vasos de plumavit. "Si los pides, no los tienen. Si botas papeles en la calle, no sólo te pueden multar, sino que te miran feo porque es una cuestión cultural", dice, y agrega que le sorprendió ver playas limpias: "Una que otra botella de vidrio o una lata de bebida, pero muy poco. Cuesta encontrar basura en la playa. El choque cultural de vuelta a Chile fue fuerte y me di cuenta de que estamos muy atrasados. Hemos perdido mucho tiempo en cuidar nuestra biodiversidad. Es chocante".

Para Daniela Honorato, la solución está a la mano porque las fuentes contaminantes son locales: "Somos nosotros mismos. Tenemos un montón de plásticos de un solo uso que tenemos que eliminar y como consumidores debemos exigir al legislador que existan alternativas en productos donde sólo hay envases desechables", concluye.

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