Bitácora de un científico en la Antártica: Aquí, allí y en todas partes
Una vez resueltos los problemas logísticos, es la meteorología quien nos está complicando nuestro trabajo más de lo que nos gustaría. En estos días de frustración he imaginado a Eolo y Poseidón riéndose a nuestra costa mientras juegan con versiones en miniatura de nosotros en una escena al más puro estilo de la película ochentera ¨Furia de titanes¨. Un ataque de nostalgia, supongo.
Hemos tenido que cancelar dos salidas porque al final la ventana de buen tiempo pronosticada terminó siendo una emboscada de agua, viento, y frío, mucho frío. Pero como mencioné anteriormente: rendirse no es una opción. Tras unas tres horas de sueño y con los trajes aún húmedos salimos de nuevo al mar, pero esta vez Eolo y Poseidón se apiadaron de nosotros. Las 3 am nos regala una bahía en calma y una luz y tonos que solamente se pueden ver en estas latitudes. Lo hermoso del momento y el termo con chocolate caliente nos calientan el alma y cuerpo, mientras la humedad de los trajes nos recuerda que estas condiciones son un regalo que tenemos que aprovechar. Nos hacemos al mar arropados por los bellos colores del amanecer antártico y aprovechamos para muestrear lo que ayer nos negó la climatología. Tras un par de días conseguimos salir nuevamente y repetir la toma de datos.
Tras tres semanas de trabajo en terreno nos sorprendemos cuando realizamos los primeros análisis exploratorios. Las aguas superficiales de nuestra bahía se han calentado medio grado centígrado en un intervalo de unos 20 días. Mucho, sobre todo si tenemos en consideración que en general hemos tenido días nublados y con bastante viento. No obstante, si me detengo un segundo y miro al exterior me doy cuenta de que alrededor de la base ya casi no queda nieve de las montañas que había cuando llegamos a mediados de noviembre, hace poco más de un mes. Las nubes hacen que uno no se de cuenta, pero la radiación se acumula en la atmósfera sobre nosotros calentando el aire y este a su vez calienta las aguas superficiales que nosotros monitoreamos en la bahía. Este es un proceso normal y natural para esta época del año, pero se ve acelerado y magnificado por los efectos del cambio climático. No deja de sorprender tantos días de lluvia, y digo lluvia no nieve, en esta zona del globo. La cada vez más frecuente lluvia ¨lava¨ la poca nieve que nos va quedando cerca de la base. Casi sin darnos cuenta, por lo gradual del cambio, hemos pasado de un paisaje dominado por los blancos a uno dominado por los grises del suelo y las piedras que sustituyen a la desaparecida nieve.
Una de las razones por las que uno asume tantos sacrificios para trabajar en Antártica es porque lo que ocurre aquí nos afecta a todos, en todos los rincones del planeta y de formas que aún no llegamos a comprender en su totalidad. Lo que ocurre en la Antártica tiene una gran influencia sobre el clima del planeta. Algo que se percibe más fácilmente en los países más cercanos como Chile. La comunidad científica antártica tiene muy claro que lo que ocurre en Antártica nunca se queda en Antártica y así lo comunicamos en la última cumbre del clima (COP26), pero lo que ocurre fuera de Antártica también llega a Antártica y ese es un mensaje igual de importante. Sea en los cerros de Valparaíso, la costanera de Punta Arenas o la puerta de Brandemburgo en Berlín, las decisiones y acciones que realizamos cada día tienen su efecto y reflejo en esta zona del globo. Debemos actuar si no queremos perder la Antártica que conocemos, imaginamos y con la que soñamos. Las acciones deben ser globales, decisivas y sostenidas en el tiempo, pero todo suma. Como demuestra la literatura sobre el tema, nuestras decisiones y acciones individuales también cuentan y a veces más de lo que sospechamos. Aún hay tiempo para evitar lo peor, pero solo si como mundo global y globalizado decidimos limitar las emisiones de gases de efecto invernadero durante los próximos años. El futuro se decide hoy, y esa decisión está en las manos de todos y cada uno de nosotros.
* Juan Höfer es oceanógrafo español del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal) de la U. Austral (Uach), y académico de la U. Católica de Valparaíso (PUCV).