Los Ángeles de 2019 aún se parece poco a la urbe post apocalíptica, sobresaturada y oscura de Blade Runner, la película de 1982 del director Ridley Scott que sitúa en noviembre de este año la cacería que a Rick Deckard, interpretado por Harrison Ford, le encarga la policía para eliminar a un puñado de replicantes Nexus-6, la última generación de androides esclavos que escaparon de una colonia especial y regresan a la Tierra porque quieren ser humanos.
En tecnología, la jungla de acero y microchips que es en el filme la ciudad californiana en noviembre de este año incluye avances como la identificación vocal para entrar a edificios, las tarjetas electrónicas de acceso a las puertas, domótica o instrucciones por voz para analizar imágenes. Pero no existe la fotografía digital, ni los teléfonos celulares y un gran ausente, al menos explícito: internet, aunque su presencia se percibe.
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Escena de la película.[/caption]
"Hay una serie de cuestiones que anticipa la película y que no se equivoca, que aparecen bien recogidas", señala Josetxo Beriain, de la Universidad Pública de Navarra. "De todos modos, hay características que lógicamente en 2019 nos quedan cortas, es decir, hace falta un espacio de tiempo todavía bastante más grande para poder de alguna manera pensar este tipo de androides que tienen esas características, pero en principio yo creo que la secuencia acierta plenamente".
Sebastián Ríos, académico de Ingeniería Industrial de la Universidad de Chile y especialista en inteligencia artificial, destaca los avances que ha habido en robótica particularmente en Japón, pero aclara que un futuro donde androides con órganos, que no tienen sensibilidad en la piel y a los que se les han implantado recuerdos, como ocurre con los replicantes, parece aún distante.
"Lo que sí se ve es que hay cada vez más automatización en la parte algorítmica y en la película si bien uno no ve internet, muchas de las cosas que había y que se mostraban, la única forma de implementarlas es interconectando, así que está implícito, tal vez vieron un futuro interconectado", afirma Ríos.
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Un androide durante una prueba en Japón.[/caption]
De todos modos, es cuestión de tiempo: hace unas semanas, un grupo de investigadores en la Universidad de Tel Aviv sorprendió al mundo al dar a conocer un corazón con tejido humano y vasos sanguíneos utilizando la tecnología de la impresión 3D.
En vez de teléfonos, se realizan videollamadas. Pero a diferencia de los teléfonos inteligentes en la actualidad, los de la película son fijos en escritorios, lugares públicos o automóviles. Los primeros aparatos de este tipo, de hecho, ya existían en las décadas de 1960 y 1970, pero no prosperaron comercialmente, por lo que al momento de la película, sus realizadores pensaban que se masificarían el futuro que es hoy.
Neones de día y noche
Aún con bruma y polución, hoy en cualquier dirección desde el downtown de la soleada Los Angeles no se pierde el horizonte, rodeado de cerros frente al Océano Pacífico, aunque los interminables tacos en las autopistas que atraviesan sus barrios marcados por la herencia cultural mexicana sí recuerdan el congestionado tránsito aéreo del clásico de ciencia ficción.
El transporte en automóviles aún es terrestre, pero ya desde hace un tiempo se conoce que firmas como Uber, Google y Airbus están desarrollando tecnología que permita lanzar, en un futuro más próximo de lo que se cree, vehículos aéreos, como los que la policía utiliza en la película.
Blade Runner se asemeja a lo que ven cientos de miles de trabajadores chilenos, que en Santiago salen a oscuras de sus casas en las poblaciones o ghettos verticales, pasan horas en el transporte público y regresan de noche. La luz que ven durante el día es la del alumbrado público, los neones de los paraderos, los carros del metro o las pantallas en la oficina. A las 6 de la mañana, la estación Tobalaba bulle en el subsuelo del Costanera Center.
En la cinta, las grandes corporaciones tienen sus sedes centrales en edificios gigantescos con forma piramidal. El diseño recuerda a la Metrópolis de 1922 de Fritz Lang. Desde la cima se puede ver la luz, pero a nivel del suelo, todo es oscuridad y lluvia radioactiva. Los transeúntes caminan apretados, apurados, hablan distintas lenguas -destaca el chino, también en la señalética-, pero se ven grises y comen en puestos de comida callejera. ¿Suena familiar?
"Tenemos una pérdida de identidad enorme y son muy pocos los que intentan rescatarla", dice Sebastián González, diseñador gráfico que trabaja en escenografía, mural, ilustración y cómics. "La gente se conforma con lo que el sistema de alguna forma de manera homogénea les brinda: todos vestidos iguales, comiendo lo mismo y muy malo, bombardeados constantemente con publicidad que te insista a comprar cosas que no necesitas".
Es el imperio de la publicidad, desde los descomunales avisos en los rascacielos que asemejan los que hoy rodean la bahía Victoria en Hong Kong, hasta las naves que promueven la vida en las colonias espaciales -cortesía de una agencia denominada Shimago-Domínguez, un guiño a la mezcla asiática y latina de consumidores-, mientras en las calles de destacan las vitrinas de las tiendas de ropa. De los avisos que brillan en el firmamento de la noche ciberpunk, sobreviven Coca Cola y Budweiser, pero desaparecieron PanAm, Atari o TDK.
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Bahía Victoria en Hong Kong.[/caption]
Los humanos solos, pero interconectados
Blade Runner es una adaptación de la novela "¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?" de Philip K. Dick publicada en 1968 y que se plantea un 1992 donde el hombre está cada vez más mecanizado y las máquinas cada vez más humanizadas. De hecho, el propio personaje de Deckard, quien en el libro está casado, programa las emociones para su día con un "climatizador de ánimo" junto a su cama.
En la película de Ridley Scott, que contó con la adaptación de Hampton Facher y David Peoples, es el doctor Eldon Tyrell el fundador de la compañía que lleva su apellido y que es responsable de la creación, manufactura y venta de los androides Nexus-6. Es el "creador", un Dios, a quienes los replicantes quieren alcanzar para que pueda extender su vida más allá de los cuatro años con que fueron programados. "Más humanos que los humanos", es el lema de la Tyrell Corporation, que tiene como objetivo el comercio. Y los androides dan lecciones de vida y muerte.
Y si en Blade Runner Tyrell es el creador, hoy perfectamente un Mark Zuckerberg parece ocupar su papel en la cima de la pirámide evolutiva con el conocimiento de lo que piensan, quieren y compran miles de millones de personas en el mundo. "Lo que han hecho con nuestra información da para una rebelión y la gente no está ni ahí, o sea, se conforma con la publicidad que les llega. Yo creo que ni siquiera la CIA en los mejores momentos de su historia ha tenido tanta información de las personas como la que maneja Zuckerberg", señala González.
Del filme, que tiene música de Vangelis, Scott se encargó de dar a conocer dos cortes finales: uno que deja muchas preguntas abiertas y otro que tiende a ser esperanzador. ¿Qué pasará con la humanidad? "No está escrito lo que va a ocurrir. No me sitúo en un horizonte catastrofista, porque creo que podemos elegir entre las formas menos peligrosas de proyectar futuro y eso no es poco", dice Beriain.