Las especies invasoras, uno de los motores de la extinción de plantas, animales, insectos y microorganismos a lo largo de todo el mundo, son una grave amenaza para la biodiversidad del planeta. Se trata de especies que, transportadas naturalmente o por acción humana, pueden establecerse y prosperar en hábitats nuevos, impactando en las comunidades locales.
Es el caso del abejorro europeo o Bombus terrestris, un insecto polinizador originario de Eurasia y del norte de África introducido intencionadamente en Chile en 1997 para polinizar cultivos de tomate en invernaderos, y que rápidamente se extendió por todo el país.
Una nueva investigación de científicos de la Universidad Católica de Valparaíso, Universidad de La Frontera y Universidad Mayor, publicados en la revista Scientific Reports, de Nature, bajo el alero del proyecto SURPASS2 (colaboración internacional entre Argentina, Brasil, Chile y el Reino Unido, que estudia polinizadores y servicios de polinización en América del Sur), analizó el proceso de expansión de Bombus terrestris en el Cono Sur, encontrando que el área invadida por esta especie en esta parte de Sudamérica presenta un incremento lineal en el tiempo que, de no contenerse, continuará expandiéndose hacia otros países sudamericanos en el futuro.
“Esto fue lo que sucedió en Argentina”, explica Francisco Fontúrbel, académico de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y co-autor del estudio, “pues a pesar que este país prohibió la introducción de B. terrestris a su territorio, igualmente se vio invadido por la dispersión de este insecto desde Chile. Como este abejorro es un supergeneralista, puede invadir una amplia gama de hábitats, aprovechando la amplia variedad de recursos disponibles en dichos hábitats”.
Un organismo disruptivo
Los impactos negativos del abejorro común han sido ampliamente documentados tanto en Chile como en el mundo. Puede alterar drásticamente, por ejemplo, relaciones vitales dentro de un ecosistema como lo es la interacción entre las plantas y sus polinizadores. Maureen Murúa, académica de la Universidad Mayor y también co-autora del trabajo, nos comenta que “durante su forrajeo B. terrestris daña las flores de muchas especies de plantas, tanto silvestres como de cultivo. Es por esto que se le conoce como un “ladrón de néctar”, pues disminuye la cantidad de néctar disponible para otras abejas, insectos y aves nectarívoras, afectando negativamente el éxito reproductivo de las plantas”.
La investigadora del Centro GEMA: Genómica, Ecología y Medio Ambiente, suma a estos impactos lo que ocurre en la zona de la cordillera del Maule, donde científicos han observado que B. terrestris favorece la polinización entre dos especies distintas de capachito (Calceolaria), favoreciendo la formación de individuos estériles. “Además, prosigue la investigadora, este insecto favorece la reproducción de otras plantas invasoras como, por ejemplo, el berro cordillerano. Y si esto fuera poco, porta enfermedades transmisibles a nuestro abejorro chileno (Bombus dalbhomii) hoy en peligro de extinción.
Soluciones potenciales
Para los autores del trabajo, las medidas necesarias para detener, o al menos enlentecer, el avance de esta especie invasora, son aún difíciles de definir, por lo que sugieren una aproximación multidimensional al problema: “No sabemos de métodos eficaces para controlar esta especie invasora en Chile, por lo que lo primero sería contar con líneas de financiamiento dirigidas a estudios de este tipo” relata Lorena Vieli, académica de la Universidad de La Frontera e investigadora del Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad, CAPES UC. En todo caso, añade, ninguna medida de control será eficaz mientras no se detengan las importaciones de nuevas reinas de B. terrestris, ya que la llegada de nuevos individuos refuerza su diversidad genética y así su capacidad de afrontar condiciones ambientales desfavorables y colonizar con éxito nuevos hábitats.
Asimismo, continua Vieli, es muy importante realizar un monitoreo de esta especie. “El SAG, por ejemplo, debería recibir información respecto del destino y uso de estas colmenas comerciales a partir de 2020 (cuando una nueva regulación entró en vigencia), por lo cual esperamos hagan disponible esta información e implementen un programa de monitoreo de esta especie invasora”.
Para la especialista, la posición de organismos como el Servicio Agrícola Ganadero, mandatado a apoyar la actividad agrícola y no necesariamente la conservación de la biodiversidad del país, es compleja. “Por esta razón, arguye, necesitamos con urgencia contar con un organismo que pueda velar por la conservación de la biodiversidad de Chile, como es el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP)”.
“Autorizar los ingresos de B. terrestris a Chile es una medida que atenta no sólo a la conservación de la biodiversidad chilena, sino que también la de países vecinos y otros más en Latinoamérica si es que los pronósticos de su expansión son acertados” remata.
El estudio también destaca la importancia de regular las prácticas apícolas de B. terrestris en Chile, llevar registros de su uso y hacer un seguimiento de la información disponible. “La normativa medioambiental internacional debería centrarse en las consecuencias multilaterales de este tipo de invasión y buscar una regulación eficaz y coordinada” señalan.
Casos exitosos
Una medida que bien puede ayudar la frenar la importación de más ejemplares de abejorro común al país para fines agronómicos, es reemplazar esta tarea con especies nativas que ya cumplan la mismo rol en nuestro territorio. “En Chile, existen varias especies de abejas nativas zumbadoras, partiendo por el abejorro nativo del centro y sur de Chile, B. dahlbomii” comenta Vieli. “Sin embargo, en vez de esperar el desarrollo de tecnologías propias en Chile, el Estado opta por la importación del producto ya desarrollado, desincentivando la innovación local”.
Esto no ocurre, por ejemplo, en Argentina, donde una empresa a la cual le fue negado el permiso de importación de B. terrestris desarrolló una tecnología para la crianza de colmenas comerciales del abejorro nativo Bombus atratus. Aunque en el caso de Chile, atraer estas abejas nativas a los cultivos o invernaderos (semi-abiertos) está mediado probablemente por la existencia de corredores de vegetación por los que puedan moverse y usar de hábitat.
Con todo, los autores concuerdan en que el uso de estas especies en invernaderos cerrados no ocurre por la falta de conocimiento y tecnología, y el tiempo para dedicar recursos y esfuerzos a este tipo de prácticas comienza a agotarse. Como afirma Fontúrbel, “si no se toman medidas urgentes, B. terrestris probablemente se expandirá por el resto de Sudamérica, tal como lo predicen los modelos de nicho climático”.