En marzo de este año, el ciclón Idai arrasó con todo lo que encontró a su paso en Mozambique, Malaui y Zimbaue, provocando más de mil muertes y más de 3 millones de personas afectadas. Un mes después, otro ciclón, Kenneth, impactó de nuevo Mozambique, el sexto país más pobre del mundo según el registro del Fondo Monetario Internacional.
Nunca antes en la historia dos ciclones tan intensos habían azotado en tan poco tiempo al sur de África. El último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) entregó evidencia para decir que estas manifestaciones serán cada vez más intensas si no se reduce la cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera, los principales causantes del calentamiento global.
La catástrofe fue demasiado grande para los países africanos. Mozambique aceptó un préstamo de $118 millones de dólares del Banco Mundial para enfrentar las pérdidas del desastre. Organizaciones ambientalistas levantaron la voz para cuestionar lo que han llamado la "trampa de la deuda climática": países pequeños y pobres –con bajos niveles históricos de emisiones contaminantes- se endeudan por de los desastres climáticos que los afectan.
Esta semana comenzó en Bonn, Alemania una nueva conferencia de cambio climático, la llamada sesión número 50 del Órgano Subsidiario de Asesoramiento Científico y Tecnológico (SBSTA) y del Órgano Subsidiario de Ejecución (SBI). El mandato a los países es resolver los temas pendientes que quedaron de la COP24 celebrada en Polonia y preparar el camino para lo que será la COP25 en Santiago en diciembre de este año.
Y una de las grandes definiciones que deben tomar los países tiene que ver precisamente por el costo de los desastres naturales que afectan a los países más pobres. Este año, la COP25 de Santiago tiene el mandato de hacer una revisión de lo que se conoce como el "Mecanismo Internacional de Varsovia" (WIM), un órgano creado hace seis años para enfrentar las "Pérdidas y Daños" que dejan los impactos de la crisis climática. En Bonn y Santiago, los países deberán decidir –entre otras cosas- si dotan al WIM de una estructura financiera que se haga cargo de los desastres naturales ocasionados por el calentamiento global.
Quién es quién en el financiamiento climático
El financiamiento para el cambio climático se divide en dos categorías principalmente: mitigación y adaptación. El primero es todo aquello que ayude a reducir emisiones contaminantes, como la inversión en energías renovables. El segundo, son acciones que apunten a reducir la vulnerabilidad ante los cambios en el clima, como edificaciones más resistentes.
Los países se comprometieron a que para 2020 se entregarán 100 mil millones de dólares anuales para el Fondo Verde del Clima, el principal mecanismo financiero de la Convención.
La cifra –en apariencia alta- queda corta al ver que, de 2015 a la fecha, los gobiernos del G20 han gastado 444 mil millones de dólares al año en subsidios para la producción de combustibles fósiles, los principales causantes del calentamiento global.
Junto al Fondo Verde del Clima, existen distintos tipos de mecanismos financieros para enfrentar el cambio climático, que pueden ser subsidios, deudas o financiamiento de contingencia. El dinero viene de fuentes públicas –donaciones de países o de Naciones Unidas- y de privados.
Un estudio reciente del Stockholm Environment Institute analizó cada aspecto del financiamiento climático y concluyó que aquel destinado a la adaptación "no está alineado con los Acuerdos de París, que estipulan que se deben hacer esfuerzos para proporcionar recursos financieros para ayudar a los países en desarrollo, dando prioridad a los países que son particularmente vulnerables a los efectos adversos del cambio climático". El análisis muestra que apenas un tercio del dinero se va a que las comunidades vulnerables se adapten a las nuevas condiciones del planeta.
La evidencia muestra que países en desarrollo, de ingreso medio o medio alto, acceden a grandes montos de financiamiento, independiente de lo que estén haciendo para enfrentar el cambio climático. Por ejemplo, India, Brasil y China destacan entre los mayores beneficiarios, según los datos de Climate Funds Update, actualizados a febrero de 2018. Los tres se ubican también entre los que más contaminación emiten (China lidera el ránking) y por tener políticas "insuficientes" en esta lucha global, según el análisis de Climate Action Tracker.
Del otro lado están los más vulnerables y de bajos ingresos, como Nepal y Sierra Leona, que no acceden al financiamiento climático de la misma forma que los otros.
Como insumo para el debate en Bonn, la Secretaría de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) elaboró un documento técnico que identifica las diversas opciones de financiamiento y si estas están disponibles para enfrentar las Pérdidas y Daños, uno de los tres objetivos con los que nació el Mecanismo Internacional de Varsovia hace seis años.
De las múltiples fuentes disponibles y todo el dinero entregado, no hay un abordaje "explícito", dice el documento, a dar respuesta inmediata a los desastres climáticos. "El WIM no ha hecho nada para mejorar el financiamiento de pérdidas y daños", dice tajante Julie Ann Richards, consultora independiente y experta en financiamiento climático. Cita el caso del ciclón Winston, que afectó a Fiji en 2016. "Toda la ayuda humanitaria y financiamiento que recibió el país, ya sean préstamos o subsidios, fueron apenas un tercio de las perdidas y daños que tuvo. Dos tercios del costo queda para el país vulnerable, para el gobierno y para la gente de a pie, que tiene que recuperarse sin ayuda alguna. Por eso necesitamos un financiamiento para pérdidas y daños", afirma.
Tema clave para la COP en Chile
La próxima semana en Bonn quedarán definidos los "términos de referencia" de la evaluación que debe hacer la COP25 del WIM.
Hasta ahora, existen un disenso en el rol que debe tener el mecanismo de Varsovia en el futuro. Países africanos, del sur de Asia y algunos de América Latina, han manifestado una mirada crítica del enfoque de este organismo, con una falencia en encontrar opciones financieras para enfrentar pérdidas y daños.
Del otro lado, Estados Unidos (país que lideró los Acuerdos de París pero que ha cambiado de enfoque desde la llegada de Trump), apunta a una evaluación positiva del WIM y rechaza "añadir" funciones al mecanismo. Australia ha manifestado una postura similar, asegurando ayer jueves que "el WIM no puede hacer todo".
Es en esta definición es donde Chile tendrá un rol clave, ya que el rol de la Presidencia de la COP es moderar todos los debates. Negociadores africanos y caribeños consultados por Qué Pasa esperan que el país se alinee con los países en desarrollo y más vulnerables. "Van a recibir muchas presiones de todos lados, porque tiene que haber una definición en la COP. Y ahí es donde tienen que jugar su rol. Esperamos que sepan acercar posiciones con Estados Unidos, para que saquemos un resultado positivo. Es lo que todos queremos", dice un negociador.
Desde la sociedad civil apuestan a que Chile puje por resultados concretos, como que el WIM elabore un sistema de impuestos para las industrias de carbón, petróleo y gas, las principales contaminantes. "El gobierno de Chile tiene una responsabilidad muy importante, porque este es el año de pérdidas y daños. Y no es algo opcional, porque hay poca agenda para esta COP, así que si Pérdidas y Daños tiene éxito o no definirá si es una COP exitosa o no", dice Richards.
Pero los negociadores le bajan el tono a esa apuesta. Las negociaciones climáticas de Naciones Unidas funcionan bajo la premisa del consenso absoluto, así que si un país no aprueba una decisión, no se avanza. Por eso muchos proyectan que no habrá definición clara en Bonn, traspasando la responsabilidad a Santiago. Ahí, la apuesta de los países pequeños es crear algún tipo de compensación para pérdidas y daños.