Bosques urbanos para enfrentar el cambio climático en Santiago
El cambio climático se presenta hoy como uno de los principales desafíos que deben enfrentar las sociedades que habitan las grandes urbes. Un altísimo 89% de la población de nuestro país vive en áreas urbanas, y el 40% de las y los chilenos vive en Santiago, ciudad donde se espera un aumento de la temperatura y disminución de las precipitaciones en las próximas décadas. En este escenario, consolidar espacios urbanos saludables y amigables para las personas debiera ser prioridad para quienes toman decisiones.
El cambio climático es una problemática fundamental hoy, y lo será mucho más en las próximas décadas, junto con la pérdida de biodiversidad y otros impactos de la actividad humana.
Una de las tareas principales que fijó el Programa de Gobierno de Chile para afrontar los graves problemas ambientales, es “Avanzar hacia una sociedad que ponga en el centro la sostenibilidad de la vida, el cuidado, la seguridad y el bienestar de las personas y las comunidades”, para lo cual orientará el trabajo gubernamental enfatizando la Adaptación a la Crisis Climática, norte de las políticas que implemente la administración.
Se hace necesario, por lo tanto, ilustrar con medidas prácticas aquellas acciones transformadoras que se espera realizar, enfocadas en la adaptación de las ciudades al cambio climático.
En efecto, de acuerdo a estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los bosques urbanos pueden llegar a disminuir en 8ºC la temperatura del aire en las ciudades. Por lo tanto, reforzar la infraestructura verde y restaurar los espacios naturales de las ciudades es una estrategia clave en la transformación que requieren nuestras urbes para enfrentar el cambio climático. Esto incluye proteger los remanentes de vegetación nativa que subsisten en y alrededor de las ciudades, y complementar con la plantación de especies nativas creando nuevos bosques urbanos que se integren al sistema. Estas áreas verdes no sólo contribuyen a la lucha contra el cambio climático, sino que además otorgan una multitud de beneficios bien documentados a la salud física, mental y social de las personas. Además, aumentan la sombra para ciclistas y peatones, mejoran la circulación del aire, protegen y crean nuevos refugios para la biodiversidad, y como no, bajan la temperatura del aire, iniciativas que ayudan a mitigar los efectos del cambio climático.
En este sentido, compartimos algunas estrategias ejemplificadoras, como el proyecto Madrid 360°, que añadirá 600 hectáreas de bosques a lo largo de 74 km alrededor de esta ciudad española, incluyendo 450 mil nuevos árboles, principalmente nativos. En Colombia, Medellín está implementando 30 corredores verdes, estimando que lo ejecutado hasta ahora ya ha disminuido la temperatura circundante en 2°C.
En diversas ciudades del mundo, se han multiplicado iniciativas como la creación de “bosques de bolsillo”, el cual es un método de reforestación que acelera el desarrollo de bosques, creado por el japonés Akira Miyawaki, contribuyendo de manera decisiva a la lucha contra los efectos del cambio climático en Asia y Europa. Más de 1.700 de estos “bosques de bolsillo” existen en el mundo, y se están desarrollando de manera aún muy incipiente en nuestro país.
En Santiago nos enorgullecemos del gran Parque Metropolitano, cuarto parque urbano más grande del mundo, resultado del extraordinario legado y esfuerzo visionario de políticos como el Intendente Alberto Mackenna Subercaseaux, hace más de 100 años. El Parque Metropolitano posee 737 hectáreas, superficie a la que se suman 284 hectáreas administradas por la misma institución, distribuidas en una red de 20 parques urbanos presentes en 15 comunas, además de otras áreas verdes administradas por diversas municipalidades de Santiago.
Las sobre 1.000 hectáreas que administra el Parque Metropolitano pueden, en coordinación con distintos municipios, convertirse progresivamente en la base de una mayor superficie de bosque nativo urbano integrada al sistema de infraestructura verde de Santiago. Es más, podría constituirse como el primer cinturón verde que defienda a la ciudad de los severos efectos del cambio climático. Urge además priorizar la creación de áreas verdes en aquellas comunas que se encuentran muy por debajo de los 9 m2 por persona recomendados por la Organización Mundial de la Salud, como Independencia (1,6 m2), y, paradojalmente, El Bosque (2 m2), entre otras de escasos recursos. Avanzar en una estrategia que incremente las áreas verdes y espacios naturales en estas comunas esta en alta sintonía con avanzar en la justicia ambiental de nuestras ciudades.
Ejecutar este tipo de proyectos innovadores en materia medioambiental, que cumplan con estándares de uso eficiente del recurso hídrico, que aporten en combatir los efectos del cambio climático, y aumenten la biodiversidad de nuestras ciudades, requiere de un trabajo colaborativo entre múltiples instituciones públicas. Por ejemplo, Parque Metropolitano, municipalidades, ministerios deben mejorar el alcance, distribución y la coordinación de la infraestructura verde dentro de las ciudades, y en conjunto con otras autoridades locales y regionales, allanar el camino para implementar proyectos que permitan prepararnos para el ya presente cambio climático. En este sentido, la creación del Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas (SBAP), puede jugar un rol crucial en la necesaria articulación de las instituciones públicas que busquen ejecutar proyectos de aumento de áreas verdes y espacios naturales en las ciudades de Chile. El proyecto que crea el SBAP lleva más de 11 años en el Congreso, y se transforma hoy en una urgente necesidad para el país. Es crucial destrabar la discusión política de este proyecto, y aumentar el presupuesto del servicio, para que sea acorde al rol transversal que tendrá en el escenario de emergencia climática que se avecina en Santiago y otras ciudades del país.
Es una obligación por parte de los gobiernos y parlamentarios superar el efectismo político del día a día, considerando que muchas estrategias y proyectos manifestarán efectos en plazos que superan los ciclos políticos electorales, pero que son de altísima relevancia para el bienestar futuro de las personas que habitan en ciudades en nuestro país.
*Javier Reinaldo Marguirott Alegría, Administrador Público, PhD (c), Máster en Democracia y Buen Gobierno, Máster en Gestión Pública, Universidad de Salamanca.
**Dr. Álvaro G. Gutiérrez Ilabaca, Ingeniero Forestal. Académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables, Universidad de Chile. Investigador Principal del Instituto de Ecología y Biodiversidad.
***Dra. Nélida Pohl, ecóloga y comunicadora científica, Directora de Comunicaciones del Instituto de Ecología y Biodiversidad.
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