Brechas de género en educación superior en áreas STEM
La existencia de brechas de género en la educación superior de Chile es un tema que se ha comenzado a discutir y visibilizar en los últimos años. A raíz de esto, los planteles de educación superior han iniciado una serie de acciones para incorporar perspectiva de género y aumentar la participación de mujeres en todos sus niveles: a través de mecanismos de ingreso especial para mujeres, creación de unidades de género en las instituciones u ofertas laborales, que promueven la contratación de mujeres ante la igualdad de condiciones curriculares.
De acuerdo al Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, en la actualidad el 53% de la matrícula de educación superior corresponde a mujeres. Sin embargo, sólo una de cada cuatro mujeres optan por carreras de áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por su sigla en inglés).
Aún más severa es la diferencia en el porcentaje de egreso de carreras de pregrado en áreas STEM según sexo, que sitúa a Chile en la última posición, con un 19% de mujeres, mientras la media OCDE alcanza un 32%. Por consiguiente, no es de extrañar que estas brechas de género se extrapolen al estamento docente, con ausencia de liderazgos femeninos o bajo porcentaje de investigadoras. Sin ir más lejos, la Radiografía de Género en CTCI 2020 del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, refleja con claridad estas brechas estructurales: las mujeres que alcanzan la máxima jerarquía de profesora titular en las universidades chilenas llega apenas al 22%; en solicitudes de patentes la representación de mujeres es del 15%; y la presencia de mujeres en investigación llega sólo al 34%.
Ante este escenario, celebramos los avances que se están concretando en el sistema educativo, como es el caso de la Ley N 21.369, que regula el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la educación superior e incorpora el avance en estas materias al proceso de acreditación institucional.
Estas políticas van en línea con los desafíos que tenemos como sociedad y son iniciativas que nos dan la oportunidad para avanzar hacia una verdadera transversalización de la perspectiva de género en todas sus dimensiones. Además, es urgente y trascendental que estos compromisos y voluntades se plasmen en las normativas y estructuras que sustentan a las instituciones de educación superior.
En este sentido, creemos que es clave incorporar -explícitamente y como piso mínimo- políticas de contratación que busquen el equilibrio de género interseccional en todos los estamentos universitarios y políticas que promuevan la conciliación de la vida laboral y familiar.
Asimismo, que se establezcan políticas institucionales que promuevan un clima laboral, de docencia e investigación con perspectiva de género interseccional y no sexista, contribuyendo de manera activa a la erradicación de la violencia de género en todos sus niveles. Resulta difícil avanzar en transformaciones profundas sin desaprender la forma en la que hemos mirado y construido nuestras relaciones y generación del conocimiento, y que ha significado en la actualidad tener estas brechas de género, donde el porcentaje de mujeres contratadas en I+D en las universidades es del 39%, según cifras del Ministerio de CTCI.
Para hacer frente a esta realidad, desde el eje Liderazgo y Participación Femenina del Consorcio Science Up invitamos a las comunidades universitarias a entender la equidad de género como un camino de justicia social, que apunta a la redistribución, reconocimiento y participación de quienes han sido históricamente excluidas; a mirar la igualdad y diversidad no sólo en términos numéricos, sino más bien entendiendo que los talentos están igualmente distribuidos en nuestra sociedad y que debemos avanzar a una normativa que recoja y visibilice la amplitud de miradas, que empareje la cancha y que no valorice el trabajo bajo criterios únicos, androcéntricos y, por consecuencia, discriminatorios.
En este 8 de marzo, queremos relevar la importancia de generar más y mejores oportunidades para que más niñas, adolescentes y mujeres se interesen por áreas del conocimiento que se han definido culturalmente como masculinas. También quisiéramos relevar la importancia de dar espacio a referentes mujeres en esta materia, que sirve como inspiración y reflejo para que las niñas y adolescentes de hoy se sientan convocadas y sepan que no están solas. Quisiéramos que ellas sepan que aunque los textos escolares invisibilizan el trabajo y aporte de las mujeres en la construcción de nuestra sociedad, existe un pasado y un presente de esfuerzos y luchas femeninas que merecen y deben ser contadas, y por sobre todo que sepan: las ciencias no tienen género.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.