Brote de coronavirus en la Antártica: ¿se verá afectado el trabajo científico durante 2021?
A pesar de que aún se realizan labores en algunas estaciones, existe bastante incertidumbre al respecto. El clima sobre la responsabilidad en el brote no favorece la situación.
La noticia pilló por sorpresa a todos, especialmente a la comunidad científica, que realiza trabajos a diario en territorio Antártico. Un brote de coronavirus en la Base Antártica Bernardo O’Higgins Riquelme, con 36 casos positivos, obligó al Ejército a evacuar al personal. La institución castrense explicó que 26 de lo contagiados son uniformados y 10 son civiles.
Esto afecta directamente los proyectos y trabajos en el continente blanco, o al menos eso parece. Consultado el Instituto Nacional Antártico (Inach) sobre si esto afectará el trabajo de los científicos en el verano, la institución explicó que el tema está en manos del Ministerio de Defensa, quienes a su vez explican que la situación está siendo evaluada por el Ejército y la Armada. Qué Pasa consultó a este último y no obtuvo respuesta.
Situación similar en el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (Ideal). Señalaron que prefieren no referirse al tema.
Juan Carlos Aravena, director del Centro de Investigación Antártica y académico asociado de la Universidad de Magallanes, explica ue antes que incluso se detectara el brote de coronavirus en la Base Antártica chilena, “los trabajos científicos se habían visto afectados por la situación de pandemia que estamos viviendo. Los proyectos en curso estaban siendo organizados bajo un estricto protocolo de seguridad sanitaria a cargo de Inach en el marco de la expedición científica antártica de este año”.
El protocolo considera una cuarentena de 14 días en un hotel de Punta Arenas para cada investigador, aunque sea residente de la ciudad, “exámenes PCR de entrada, disminución en el número de investigadores por proyecto, y la realización de actividades estrictamente esenciales. Además las medidas de uso de instalaciones en la Antártica son especialmente cuidadosas”, explica Aravena.
Raúl Cordero, climatólogo y académico del Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago, entrega una cuota de optimismo. Señala que hasta ahora no se verán afectados. “De acuerdo a lo informado por las Fuerzas Armadas, el brote se ha mantenido contenido a una base militar chilena. Hay que destacar que las actividades científicas se llevan acabo en bases separadas no militares que opera el Instituto Antártico Chileno (Inach)”, aclara el científico.
La única base en la que se están llevando actividades científicas desde noviembre pasado es la base Julio Escudero del propio Inach, en la isla Rey Jorge (a decenas de kms. de la Base O’Higgins donde se registró el brote). “La actividad científica en la base Julio Escudero, a cargo de un investigador de @AntarcticaCL y de la U. de Santiago, se llevó a cabo de acuerdo a lo planificado”, señala Cordero.
Incluso, añade que “nuestro investigador y el personal logístico de Inach cumplieron una estricta cuarentena antes de partir. Además, el contacto entre investigadores y personal de distintas bases estaba limitado. Como consecuencia no se han registrado incidencias, y nuestras actividades científicas se han realizado con éxito”.
¿Es posible desarrollar proyectos en los próximos meses?
Cordero considera que sí es posible. “En mi opinión, si se cumplen los protocolos establecidos que incluyen una cuarentena previa, y limitar los contactos entre diferentes bases, se puede mantener limitado el riesgo en niveles aceptablemente bajos”.
Ahora, “con la detección de contagios en algunas bases chilenas antárticas, es posible que al menos se hagan incluso más estrictas las medidas”, añade Aravena.
Esta es la estrategia que todos los otros países que operan en Antártica han adoptado. “La respuesta ante el riesgo de trabajar en Antártica no es detener la ciencia, sino implementar mejores medidas de prevención, como hasta ahora lo ha hecho el Inach”, añade el académico de la Usach.
El factor del clima no es un aliado en la Antártica, avisa Cordero. “Desafortunadamente, la evidencia indica que las temperaturas bajas favorecen la propagación del virus. Además, muchas veces y por razones obvias el personal destinado al trabajo en Antártica debe convivir en espacios cerrados y limitados”.
Por eso son tan necesarias las medidas de prevención que impidan el arribo de personas contagiadas, “cuarentenas más estrictas, limitaciones en el número de personas y en los contactos entre bases son las medidas que se sabe son exitosas, pues fueron implementadas con éxito en las campañas en el Ártico, en el Polo Norte, y llevadas durante el último verano boreal en el hemisferio norte”, advierte el climatólogo.
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