Howard Russell Butler, el hombre que pintó los eclipses del siglo XX
Con una técnica tan artística como científica, el pintor norteamericano logró retratar cuatro fenómenos astronómicos entre 1918 y 1932.
Observó el eclipse solar del 8 de junio de 1918 desde Baker City, Oregón, en Estados Unidos. En una época donde las tecnologías no estaban lo suficientemente desarrolladas, el pintor Howard Russell Butler (1856-1934) se encargó de pintar en detalle los eclipses de la época y otros fenómenos de la naturaleza, como las auroras boreales y las puestas de sol.
Nacido en Nueva York e hijo del abogado William Allen Butler, Howard Russell Butler dedicó sus primeros estudios universitarios a las ciencias. Si bien se aproximó previamente al arte, en 1876 obtuvo una Licenciatura en Ciencias en la Universidad de Princeton y durante un año trabajó como profesor asistente de física. Años más tarde, en 1881, se graduó de abogado de la Universidad de Columbia.
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El pintor Howard Russell Butler. Foto: Wikimedia.[/caption]
Decidido a volver a las artes visuales, Butler siguió sus estudios en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York y posteriormente en Francia. En 1889 el pintor propuso la construcción de un edificio que reuniera a las distintas sociedades vinculadas a la disciplina: la Liga de Estudiantes, la Sociedad de Artistas Americanos, la Liga Arquitectónica de Nueva York y la Sociedad Americana de Bellas Artes, fundada y dirigida durante 17 años por el mismo Butler.
Esa mezcla de conocimiento científico y sensibilidad artística lo llevó a pintar con precisión fenómenos naturales. Tanto así que para el evento astronómico de 1918, el empresario y consejero del Museo Metropolitano de Arte (MET), Edward Dean Adams, recomendó al profesor de la Universidad de Virginia, Samuel Mitchell, que Butler los acompañara en la observación que harían junto al Observatorio Naval de Estados Unidos. Aunque nunca antes había observado un eclipse, Butler aceptó la propuesta y se preparó durante semanas junto a los astrónomos del observatorio.
La técnica de Butler
Para el registro de fenómenos transitorios, Howard Russell Butler había diseñado una técnica propia que fue perfeccionando para poder pintar el eclipse. Debido al poco tiempo de duración del eclipse, el plan consistía en dibujar el contorno y, en lugar de pintar inmediatamente, anotar los valores de las tres constantes del color, brillo, tono y saturación, de cada elemento que conformaba la escena. Tras identificar los puntos de mayor y menor valor, procedía a rellenar el dibujo.
"El eclipse ocurrió dentro de un segundo del tiempo que los astrónomos lo habían calculado, y me dijeron que solo tendría 112 segundos para hacer la fotografía. Esperaba que sus cálculos pudieran estar equivocados y que tomara más tiempo, porque en circunstancias normales, el tipo de fotografía que quería pintar, había tomado de diez a doce sesiones", señaló el pintor en una conferencia de 1918 en el MET.
Finalmente, con las notas y bocetos hechos por el pintor, más las fotografías que los expertos habían tomado del fenómeno, Howard Russell Butler terminó de dar forma a sus pinturas.
El eclipse solar de 1918 fue solo el primero de los cuatro que Butler retrató a través de sus pinturas. En 1923, el artista observó el eclipse desde la localidad de Lompoc, cercana a su casa en California. Ya con el experiencia anterior, a pesar de seguir este eclipse solo, de igual forma logró registrarlo.
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Eclipse de 1923 pintado por Howard Russell Butler. Foto: Princeton University Art Museum.[/caption]
Tres años más tarde, en 1925, Howard Russell Butler fue invitado a observar un nuevo fenómeno de la misma especie desde el Observatorio Van Vleck de la Universidad de Wesleyan. Sin embargo, el pintor decidió que el techo del Hotel Arrigoni en Middletown, en Connecticut, era el lugar propicio para la observación del eclipse debido a las dos direcciones a las cuales tenía vista.
Si bien Butler viajó por años a los lugares donde podía obtener la mejor vista de los eclipses, para 1932 no tuvo necesidad de moverse de su casa. El eclipse se formaba justo en el eje donde estaba ubicada su residencia en Nueva York, por lo que pudo pintarlo desde su propio estudio.
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