Las condiciones para que un planeta sea habitable tienen un consenso relativamente aceptado entre los científicos. Debe existir una masa, tener órbita y rotación, una fuente de energía, una serie de elementos químicos fundamentales, atmósfera y gravedad para que ésta sea retenida, un núcleo metálico fundido que produzca un campo magnético que a su vez proteja al planeta de radiaciones, un satélite como la Luna cuya gravedad mantenga la inclinación del eje de rotación, y una distancia específica a su estrella -como el Sol- para que el agua no se evapore, ni tampoco se congele.

Este último factor es lo que se conoce como la "zona de habitabilidad".

Este criterio, aplicable tanto a planetas como a sus satélites naturales, es lo que se busca en cuerpos fuera del Sistema Solar, llamados exoplanetas. Durante los últimos años han habido grandes avances en el área, y hasta octubre pasado ya se cuentan 3.063 exoplanetas. Bastante, si consideramos que "sólo" comenzaron a ser conocidos desde 1992.

Por ello, es muy necesario establecer cuál es el potencial de un cuerpo para sustentar vida, al menos como la conocemos. Al desconocer la existencia de vida extraterrestre, la habitabilidad planetaria es, en gran parte, una extrapolación de las condiciones de la Tierra y las características del Sol y el Sistema Solar.

Ahora, de acuerdo a un nuevo estudio publicado en el Astrophysical Journal, la forma en que la ciencia redefine este importante criterio dio un nuevo paso.

Radiación y enanas rojas

En la investigación, científicos de las universidades de Northwestern y Colorado Boulder, el Laboratorio Virtual Planet de la Nasa y el Instituto Tecnológico de Massachusetts pudieron comprender de mejor forma la probabilidad que un planeta pueda ser habitable o no, analizando la radiación proveniente de una estrella y cómo giran los planetas.

En el estudio se descubrió cómo la radiación de una estrella cercana puede influir en la temperatura de la atmósfera de un planeta rocoso, lo que a su vez, puede ayudar a determinar si existe agua en el planeta.

Anteriormente, otros hallazgos indican que planetas alrededor de estrellas activas pueden no ser adecuados para la sostenibilidad de la vida, ya que como mencionamos, pueden perder su agua en forma de vapor. Por otro lado, los mundos con estrellas "tranquilas" tienen más probabilidades de ser un buen candidato para albergar vida.

A través de simulaciones 3D se empleó el mismo sistema utilizado en la Tierra para la comprensión del clima y el cambio climático, aunque experimentos anteriores habían olvidado cómo la radiación UV de una estrella interactúa con los gases, el vapor de agua y el ozono en la atmósfera del planeta.

Actualmente la ciencia se encuentra trabajando para descubrir qué tan cerca puede estar un planeta para que sostenga agua líquida, algo como el "borde interior" de la zona habitable; muy similar a una distancia específica entre Venus y la Tierra.

En este caso, los investigadores se están enfocando en los sistemas estelares enanos M, por ser numerosos y más fáciles de encontrar e investigar. Estos exoplanetas representan un 70% de los descubrimientos de sistemas habitables, y obtienen su nombre de las estrellas pequeñas y frías llamadas enanas M o "enanas rojas".

Además, el estudio revela que los exoplanetas con capas delgadas de ozono pueden no ser habitables o peligrosos para cualquier tipo de vida compleja, aunque tengan temperaturas habitables en su superficie.

"Aún así existen muchas estrellas y planetas, lo que significa que hay muchos objetivos por determinar", señala Daniel Horton, autor principal del estudio. "Nuestro estudio puede ayudar a limitar la cantidad de lugares donde tenemos que apuntar nuestros telescopios", agregó.

A pesar de estos avances, recordemos que este tipo de análisis tiene muchas variaciones: La semana pasada, un estudio reveló que aunque se considera que la presencia de agua es fundamental para el desarrollo de la vida -aún en las condiciones más extremas-, quizá tal factor no sea como se piensa hasta ahora.