Cada vez menos alumnos: drástica disminución de menores de 6 años golpea matrícula parvularia
El escenario de baja natalidad en el país muestra nuevas consecuencias que traerá consigo los cambios demográficos que enfrenta el mundo por el envejecimiento de la población.
El envejecimiento de la población es un problema global. En Chile, la natalidad llegó a su mínimo histórico. Un análisis de los nacimientos por mes de ocurrencia desde 2010 hasta 2024, con datos entregados por INE a Qué Pasa, mostró una clara disminución en el número de nacimientos anuales. En 2010, se registraron 250.643 nacimientos, mientras que en 2023, la cifra provisional fue de 171.992.
En las últimas décadas, esta marcada reducción en la tasa de nacimientos, refleja una tendencia global hacia familias más pequeñas y una mayor planificación familiar. Pero ¿cuál podrían ser otras consecuencias de este nuevo escenario?
Cada vez menos alumnos: drástica disminución de menores de 6 años golpea matrícula parvularia
Una de las consecuencias más obvias es la menor cantidad de niños. La población de niños entre 0 y 6 años ha experimentado una disminución significativa, según un informe del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile. El informe estima que actualmente hay 1.158.659 niños en este rango etario, marcando una reducción notoria en comparación con años anteriores.
El promedio de menores de 6 años por hogar también disminuye. Según el informe, dicho promedio se mantuvo en 0,3 hasta 2015, pero bajó a 0,2 desde 2017, manteniéndose estable en ese nivel hasta la actualidad.
Una de las áreas más golpeadas por estas bajas serán la educación y los servicios de cuidado infantil.
Según explica María José Opazo, investigadora postdoctoral del CIAE, la proporción de niños y niñas menores de 6 años en Chile ha disminuido considerablemente en las últimas décadas, pasando del 14,7% de la población en 1992 al 9,8% en 2020,
Las proyecciones indican que este grupo representará solo el 6% en 25 años más, lo que tendrá un impacto significativo en las matrículas del nivel parvulario. “Aunque los efectos serán graduales y será necesario realizar estudios para precisar estas proyecciones, sin duda habrá una reducción significativa en las matrículas para 2050″, resume Opazo.
“Los hallazgos internacionales muestran una correlación entre la participación laboral femenina y la reducción de la fertilidad”, explica Cristina Rodríguez, académica de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Talca y directora alterna del Núcleo Milenio para la Ciencia del Aprendizaje. Dice que en países de altos ingresos, las políticas de conciliación familiar han logrado mitigar parcialmente este fenómeno. En el caso de Chile, propone implementar medidas similares podría ayudar a frenar la baja natalidad y, por ende, el impacto esperado en las matrículas preescolares.
En América Latina, Chile es uno de los países con la tasa de fertilidad más baja y menos variable desde 1990, según un reciente estudio que incluye a otras naciones como Argentina, Brasil y Uruguay. Este descenso se traduce directamente en una menor cantidad de niños en edad de ingresar a la educación parvularia, lo que, según Rodríguez, podría reflejarse en una caída de matrículas en los próximos dos a cinco años debido a la naturaleza anual de las inscripciones escolares. “Los cambios en la población infantil tienden a impactar rápidamente en las matrículas educativas”, afirma.
La baja natalidad está dejando a los colegios de varios países con salas vacías y enfrentando cierres. En España, la población de menores de 0 a 15 años disminuyó en 450.000 durante la última década, y se espera que para 2037 la cifra caiga en un millón más. Según reporta el diario El Mundo, el estudiantado de Educación Primaria podría reducirse en 20% para esa fecha, mientras que en la Educación Secundaria Obligatoria (educación media) la caída sería del 25%.
China enfrenta un escenario similar, con una drástica reducción de niños en edad escolar debido al envejecimiento poblacional. Provincias como Jiangxi han disminuido en un 54,7% los nuevos puestos para docentes de educación preescolar, primaria y secundaria.
¿Qué pasará si hay menos niños y niñas en la educación?
La disminución en la población infantil en Chile plantea escenarios similares. Según la investigadora del CIAE, uno de los riesgos es que los recursos destinados a este nivel educativo puedan ser redirigidos a otras áreas. Sin embargo, esta situación también podría convertirse en una oportunidad para mejorar la calidad del sistema. “Mantener o incluso aumentar el financiamiento permitiría invertir en infraestructura, condiciones laborales y formación profesional de las educadoras, garantizando una atención más personalizada y efectiva”, dice Opazo.
Una menor cantidad de niños en el sistema educativo no necesariamente implica menos necesidades, sino una reconfiguración de prioridades. La académica de la U. de Talca, explica que aunque la ratio alumno-educador en Chile ha mejorado (actualmente 1 educador/a por cada 20 niños), todavía está lejos del promedio OCDE de 13 niños por docente. “A corto plazo, se debe trabajar en mejorar esta proporción, atraer y retener a educadoras, y asegurar que más salas cuna y jardines infantiles obtengan el Reconocimiento Oficial del Estado, que actualmente alcanza solo al 36%”, detalla Rodríguez.
Además de resolver problemas inmediatos, la disminución de la natalidad exige repensar el modelo tradicional de educación parvularia. Una de las estrategias a largo plazo podría ser la implementación de aulas multinivel, donde niños de diferentes edades compartan espacios, fomentando la colaboración y el apoyo entre pares. “Esta flexibilidad ayudaría a mantener estándares de calidad educativa y a optimizar los recursos, especialmente en zonas con baja densidad infantil”, comenta Rodríguez.
Fortalecer la red pública de educación parvularia, especialmente instituciones como Junji e Integra, también podría ser una respuesta a este desafío. Según Opazo, estas entidades son referentes en Latinoamérica y mejorar sus recursos no solo ayudaría a reducir brechas socioeconómicas, sino que garantizaría una educación equitativa y de calidad. “El contexto actual podría ser una oportunidad para optimizar el sistema y priorizar el derecho a la educación inicial, especialmente en los grupos más vulnerables”, afirma.
Para adaptarse a la baja natalidad, de acuerdo a las investigadoras, las instituciones educativas deberán explorar opciones como fusionar establecimientos en áreas con menos niños, desarrollar programas más personalizados o flexibilizar la oferta curricular. “El desafío es estar preparados no solo para el presente, sino también para las próximas décadas”, concluye Rodríguez, subrayando la importancia de mantener la relevancia y sostenibilidad del sistema educativo en un contexto de transformación demográfica.
Aparente contradicción de la educación parvularia
A pesar de la constante disminución en la población de niños entre 0 y 6 años, el sistema educativo enfrenta una aparente contradicción: un déficit proyectado de más de 8.000 educadoras/es de párvulos para 2024, según datos del CIAE.
Este fenómeno desafía la lógica de que menos niños implicarían una menor necesidad de profesionales en este nivel educativo. Sin embargo, puede explicarse por el aumento de hogares encabezados por mujeres, quienes representan el 59,2% de las jefaturas de hogares con menores de 6 años en 2022, lo que incrementa la demanda por servicios educativos y de cuidado infantil que permitan compatibilizar el trabajo y la crianza.
Este aparente contraste se explica por factores como el aumento de la demanda de cobertura educativa y cambios legislativos, que exigen un mayor número de adultos por grupo de niños. “Aunque haya menos niños, la modificación del coeficiente técnico y las regulaciones sobre desarrollo profesional docente incrementan la necesidad de educadoras calificadas”, señala Opazo. Sin embargo, las condiciones laborales precarias y la baja valoración de la profesión complican la atracción y retención de nuevos profesionales.
El aumento de la participación laboral femenina, particularmente entre madres con hijos menores de 6 años, ha impulsado la demanda por servicios educativos accesibles y de calidad. Rodríguez destaca que el porcentaje de hogares encabezados por mujeres con niños pequeños ha crecido del 40,7% en 2006 al 59,2% en 2022.
“Muchas de estas mujeres dependen de servicios educativos que no solo cuiden a sus hijos, sino que también les brinden oportunidades de desarrollo integral”, explica Rodríguez. Este fenómeno asegura una demanda sostenida de servicios educativos en el corto y mediano plazo, a pesar de la baja natalidad.
Las políticas públicas han jugado un rol crucial en este escenario, promoviendo el acceso a la educación inicial y generando una mayor presión sobre el sistema para garantizar la cobertura. “La alta rotación laboral, junto con condiciones contractuales y salariales desfavorables, afecta la permanencia de las educadoras en el sistema”, añade la académica de UdeTalca. Mejorar las condiciones laborales y ofrecer incentivos como becas y estabilidad contractual son estrategias clave para enfrentar este desafío.
Aunque la disminución del número de menores por hogar podría reducir la demanda a largo plazo, las actuales transformaciones sociales, como la creciente cantidad de jefaturas femeninas, exigen repensar el modelo de educación parvularia. Opazo propone explorar modalidades innovadoras como aulas multinivel, programas itinerantes y centros familiares de aprendizaje. “Estas estrategias no solo responden a las necesidades actuales, sino que también garantizan una educación más inclusiva y equitativa”, señala.
El desafío para el sistema educativo es equilibrar las demandas inmediatas con las proyecciones demográficas futuras. “A largo plazo, la demanda podría disminuir, pero el foco debe estar en rediseñar el sistema para adaptarlo a un contexto de menor natalidad, sin comprometer la calidad educativa”, concluye Rodríguez.
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