Luego del 18 de octubre, la menor actividad económica se ha empezado a reflejar en una importante caída en el consumo de electricidad y en sus proyecciones para este y los próximos años. Las nuevas estimaciones de la CNE proyectan que entre 2020 y 2025 el consumo caería entre 5 y 7 por ciento, respecto de las proyecciones hechas en 2019. En términos simples, en 2020, el menor consumo de electricidad podría equivaler a poco más de todo el consumo anual de la región de Valparaíso.
Los precios de la electricidad también se verán fuertemente afectados, pues al impacto del menor consumo de electricidad, se suma el desplome de los precios internacionales del carbón y del gas natural licuado, insumos en la generación de electricidad, el que ha sido agravado por la reciente epidemia del coronavirus. Con todo, si se compara con las proyecciones previas al 18 de octubre, se espera para este período una caída promedio que superaría el 30 por ciento.
Las menores ventas de energía impactarán a los generadores según sea su estrategia comercial. Sin embargo, los generadores más perjudicados serán aquellos que no estén protegidos por contratos de suministro, o bien, por el precio estabilizado al cual accede parte de la generación distribuida.
La menor proyección de consumo de electricidad ya llevó a la CNE a postergar días atrás el programa de licitaciones de energía para clientes regulados, en su mayoría residenciales, comercio y pequeñas industrias. También podría pasar algo similar con la nueva línea de transmisión en corriente continua, cuya fecha de entrada estaría retrasada en un año, pues la caída de los precios también sugiere que una parte de los proyectos de generación podrían retrasar su conexión al sistema, o bien no realizarse.
También podría ser necesario reconsiderar la necesidad de mantener en el sistema, en un estado de reserva especialmente definido para estos fines, a las unidades a carbón más antiguas del parque termoeléctrico. Al ser unidades ineficientes, la probabilidad de que estas centrales sean requeridas es todavía menor en un escenario de baja demanda.
Por su parte, los clientes se beneficiarán de los menores precios de electricidad, pero sólo en la medida que sus contratos de suministro permitan reflejar la caída en los precios internacionales de los combustibles. Aún así, los clientes regulados seguirán pagando precios de la energía, establecidos en los contratos licitados por las distribuidoras, varias veces superior al que, desde hace algún tiempo, ya acceden los clientes libres.
En definitiva, la proyección de la CNE entrega una primera alerta respecto del orden de magnitud al que podría llegar la caída del consumo de electricidad en el país, sin embargo, corresponde a un escenario, más bien pesimista, el cual podría mejorar en la medida que surjan consumos tradicionalmente no eléctricos, como por ejemplo, la electromovilidad y principalmente, que se solucione la problemática social que enfrenta el país.