El dióxido de carbono, o CO2, es un gas compuesto por dos átomos de oxígeno y uno de carbono. Si bien está presente en el ambiente de manera natural, en el último período su emisión ha registrado un aumento considerable debido a la intervención del hombre. Las actividades humanas, como el transporte, la producción industrial o servicios de uso común como el petróleo o la electricidad, generan una gran cantidad de este gas.
Este exceso de CO2 es uno de los causantes del efectos invernadero, y de paso, del calentamiento global. Por eso, sus niveles son medidos de 1959 en el observatorio de Mauna Loa en Hawái. Cuando se iniciaron estas observaciones, en 1959, las emisiones alcanzaban los 315 ppm (partes por millón), aún por debajo de las 350 (ppm), considerado el nivel en que el gas comienza a generar consecuencias en el planeta. El problema es que según un informe emitido el fin de semana, las emisiones de este gas alcanzaron las 415.26 ppm, la cifra más alta de la historia.
"Las concentraciones de CO2 medidas este año solo son comparables con las que existieron en el Plioceno tardío (hace 3 millones de años) cuando la Temperatura Global era 2ºC mayor y el nivel del mar decenas de metros más alto que hoy", explica Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago y experto en Cambio Climático.
Según la Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (Noaa), que administra este observatorio, tres de los cuatro mayores incrementos del CO2 atmosférico se han producido en los últimos cuatro años, lo que confirma la tendencia. La investigación fue iniciada por C. David Keeling, del Instituto Scripps de Oceanografía en marzo de 1958 en una instalación de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica.
Andrés Pesce, gerente de Sustentabilidad y Nuevos Negocios de Fundación Chile, señala que no hay conciencia de la gravedad del problema y de lo urgente de la acción. "Para que la temperatura no supere los 1,5°C se requiere no sobrepasar el límite de las 450 ppm. Eso significa que tenemos que bajar a la mitad las emisiones globales al 2030 (en 12 años) y luego ser carbono neutral al 2050. Después de eso deberíamos empezar a capturar y almacenar carbono para tener emisiones netas negativas. Se requiere una colosal transición".
Cordero explica que el CO2 "es el principal responsable del acelerado cambio climático, y además, sus concentraciones están subiendo de manera extraordinariamente rápida (casi 45% en los últimos 100 años) debido a nuestras emisiones de CO2".
Chile genera tres veces menos CO2 que EE.UU.
Las consecuencias del calentamiento global afectan a todo el planeta. Chile no es la excepción. Cordero considera que la concentración de CO2 en la atmósfera es en general algo más alta en el hemisferio norte que en el hemisferio sur, debido a que es el hemisferio norte el que concentra los mayores emisores globales de este gas de efecto invernadero. "Sin embargo, el CO2 una vez emitido, se distribuye vertical y horizontalmente en todo el planeta. Esto significa que, no importa donde se emita el CO2, su efecto y alcance es global".
Alberto Alaniz, académico del Instituto del Medio Ambiente, IDMA, señala que estos datos están entre los más impactantes del último siglo. "Esto se debe a que a partir de los años 50 las emisiones derivadas de la quema de combustibles fósiles y el cambio de uso de suelo han aumentado significativamente, en relación al aumento de la población humana, la cual se duplicó desde esa fecha. Por ejemplo, cuando se corta una planta, esta deja de capturar CO2, lo cual produce un aumento de las concentraciones de este gas en la atmósfera".
China y Estados Unidos son los mayores emisores de CO2 en el planeta. "Entre ambos generan algo menos de la mitad de todo el CO2 emitido anualmente en el planeta. Chile debido a su tamaño y relativo poco desarrollo industrial genera menos del 0,3% de las emisiones globales. A nivel per cápita, los chilenos generan tres veces menos que un estadounidense típico. Sin embargo, las emisiones de los chilenos también a nivel per cápita son aproximadamente un 60% mayores que las emisiones promedio del resto de habitantes de América Latina", establece Cordero.
"Aunque como todo país emisor de CO2, no somos completamente inocentes de causar el cambio climático. Por el tamaño de sus emisiones, Chile está más en el grupo de países víctimas que en el grupo de países victimarios", agrega Cordero.
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Ventanas es uno de los sectores afectados por la contaminación. Foto: Marcelo Benítez/Archivo[/caption]
Las cifras actuales son preocupantes, y más aún que no exista una solución a la vista. Esto lo señala la Organización Meteorológica Mundial, "no hay indicios de inversión en esta tendencia, que está desencadenando un cambio climático a largo plazo, la subida del nivel del mar, la acidificación de los océanos y un mayor número de fenómenos meteorológicos extremos".
Pesce establece que esto no es solo un problema de energía, "sectores como construcción, agroalimentos y transportes son muy relevantes también (si el ganado fuese un país, sería el tercer emisor del mundo detrás de EE.UU. y China). Debemos cambiar radicalmente el cómo vivimos, comemos y nos movemos para hacer frente a esta emergencia climática. La tecnología está, o va estar, el desafío es más bien un problema de coordinación".
Alaniz dice que el CO2 posee un balance en la atmósfera, donde hay emisiones y capturas de este gas. Las emisiones naturales de los ecosistemas casi siempre son compensadas de buena medida por estos mismos, siendo el océano y los bosques los principales sumideros de carbono. Sin embargo, agrega, el ser humano se encarga de emitir este gas haciendo que ambos sumideros sean presionados a niveles nunca antes vistos.
Dice que un estudio publicado en 2017 en la revista Science identificó que producto de la degradación y deforestación, el Amazonas habría actuado por primera vez en 2012 como un emisor de CO2.
"Las plantas capturan CO2 cuando hacen fotosíntesis y emiten este gas mediante el proceso de respiración, cuando la planta está estresada por falta de agua y temperatura, no captura, sino que emite este gas. Si bien Chile no es uno de los emisores más grande de CO2, ni por quema de combustibles fósiles, ni por deforestación, existen procesos en relación a la emisión de este gas. Una proporción significativa de las emisiones en Chile ocurren asociadas a la minería y a la generación eléctrica, sin embargo, otras actividades como la silvicultura también podrían contribuir de forma importante con la emisión", añade el experto del IDMA.
Cordero señala que Chile puede contribuir a reducir las emisiones de CO2 de dos formas. Primero, "acelerando su transición energética y adoptando masivamente tecnologías de energías renovables, como la solar o eólica, de cero emisión de gases efecto invernadero". Y en segundo lugar, "ayudando en la próxima COP25 a dar voz a todos los países en vías de desarrollo que han contribuido menos a causar el cambio climático, pero que son los que más experimentarán sus negativas consecuencias. Se necesita forzar a los grandes emisores de CO2 a que adopten compromisos de reducción de emisiones mas ambiciosos".
"Considerando que la COP 25 se celebrará en Chile durante este año, es necesario comprometerse a la reducción de las emisiones a nivel nacional, implementando cuatro puntos", establece Alaniz.
"Primero, modificar la matriz energética a nivel nacional para propiciar el paso hacia energías limpias como fotovoltaica, mareomotriz y eólica, segundo, generar un aumento de los impuestos a las grandes empresas en base a la emisión de CO2 que generan, motivando la implementación de energías limpias, luego mejorar el ordenamiento del territorio con el fin de regular el proceso de cambio de uso de suelo, reduciendo la pérdida de superficies naturales y finalmente, proteger los sumideros de carbono naturales en el territorio nacional, propiciando la creación pronta de un sistema de áreas silvestres protegidas y acelerando el proyecto de ley sobre el servicio de biodiversidad y áreas protegidas", señala.