Desde 1993, el planeta conmemora el Día Mundial del Agua, celebración propuesta en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de Río de Janeiro en 1992. La fecha busca crear conciencia sobre la crisis de este líquido fundamental y la necesidad de tomar medidas para su protección.
Sin embargo, el panorama a nivel nacional no es muy alentador en materia hídrica. Chile cumplió 13 años de sequía y 2021 fue considerado el cuarto año más seco en la historia del país.
En la región Metropolitana apenas cayeron 114 milímetros, cuando lo normal son más de 300. Las reservas de nieve tampoco se vieron muy beneficiadas, teniendo déficits del 100% en la región de Coquimbo y más del 50% en las zonas centro sur y centro norte.
Para 2022, la proyección aún es incierta. Durante enero, la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas (MOP) anunció la publicación de tres resoluciones que declaran escasez hídrica en Lo Barnechea, Vitacura, Las Condes, Curacaví, María Pinto y Melipilla, además de incluir a la Región de Coquimbo.
Algunos embalses han presentado déficits, pero hay 7 de ellos que, en comparación con 2021, acumulan más agua. “Se trata de Chonchi en la Región de Antofagasta (+13,8%); El Yeso en la Metropolitana (+7%); Colbún (14,3%), Laguna Maule (0,7%), Digua (+7%) en el Maule; y Lago Laja (+0,8%) y Ralco (119,6%) en Biobío”, informó el MOP.
¿A qué se debe esto?
Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago y experto en cambio climático, afirma que “la sequía que afecta a la zona central desde el 2008, se da en un contexto de pérdida de precipitaciones que comenzó mucho antes, en la década de los 80″.
“La zona central comenzó a perder precipitaciones hace cuatro décadas. Las lluvias han estado disminuyendo alrededor de 7 % por década. Esto significa que las últimas cuatro décadas hemos perdido ya un tercio de precipitaciones anuales. Y esta pérdida promedio enmascara años en los que las precipitaciones han sido mucho más bajas, por ejemplo, el año 2021 cerró con un déficit en la zona central de dos tercios″, explica.
El director del Centro de Cambio Global UC, Sebastián Vicuña, dice que esta reducción de precipitaciones apunta a antecedentes que indican que esto tiene que ver justamente con el cambio climático. “Son condiciones que no se explican por la variabilidad natural o los ciclos naturales que tiene el clima”.
Racionamiento
A fines de 2021, el ahora exministro de Obras Públicas, Alfredo Moreno, dijo que estaban haciendo todo para evitar un racionamiento –dando, por ejemplo, prioridad al consumo humano en vez de la agricultura u otras actividades–, pero que nunca se ha descartado la medida.
“La situación es muy difícil y hay pequeñas ciudades que dependen de napas, que están bajando y que podrían tener un problema. Cuando son pequeñas se pueden solucionar de alguna forma, pero cuando son de un tamaño más grande, el racionamiento se hace imprescindible. No hemos llegado a eso, pero hemos estado muy cerca”, explicó.
“El efecto ya está”, dice Sebastián Vicuña, en algunas zonas rurales y sectores específicos ya se depende de camiones aljibes, por lo que ya hay una parte de Chile que vive en el racionamiento de agua. Mientras que en las grandes urbes, como Santiago, se llegaría a eso en caso de que la reserva de la que disponen las empresas sanitarias no pudieran llegar a satisfacer las necesidades básicas, advierte.
Cordero afirma que la zona central continuará perdiendo precipitaciones durante, al menos, las próximas tres décadas.
“Lo anterior significa que debemos adaptarnos considerando un estrés hídrico todavía peor al actual. En el corto plazo además la situación no es alentadora. Al menos en los próximos meses se proyectan bajas precipitaciones en la zona central debido a la persistencia de La Niña”, agrega.
Soluciones
“No podemos hacer que llueva y las obras de infraestructura que permitan aumentar la oferta de agua toman tiempo”, dice Cordero. Razón por la cual propone moderar la demanda del agua, evitando su uso –por ejemplo– para espacios ornamentales y de esparcimiento.
Además, “en el mediano plazo también será necesario adoptar una política de tarifas diferenciadas para premiar el consumo responsable y desincentivar el derroche del líquido vital”, afirma.
Mientras que otras medidas, hablan de un uso responsable del agua acortando el tiempo de las duchas, regando el jardín de noche en vez del día, evitar dejar grifos corriendo o goteando y reduciendo la superficie de pasto en las casas, por nombrar algunas.