El próximo 6 de abril todos los habitantes de Chile continental, salvo aquellos que viven en la Región de Magallanes y en la Antártica chilena, retrasarán sus relojes en una hora, al entrar en vigencia el así llamado "horario de invierno". A diferencia del cambio de hora que se efectúa en la primavera, este cambio es positivo por dos razones. La primera es que nos permitirá dormir una hora más la noche del sábado. Considerando que en nuestra sociedad casi todos tenemos un déficit de sueño crónico, este regalo es bienvenido. La segunda razón es que este cambio nos acercará más al huso horario que nos corresponde por nuestra ubicación geográfica, que es el horario que rige en Perú, Ecuador y Colombia (UTC-5).
¿Porqué esta segunda razón es importante en nuestra vida cotidiana? Chile transita durante el año entre el horario de Brasil (UTC-3) en el verano, y el de Bolivia (UTC-4) durante el invierno, con excepción de la Región de Magallanes y la Antártica chilena, que optaron por mantener el así llamado horario de verano de forma permanente. Al pasar al horario de invierno el sol se levantará más temprano, pero como cada día tiene un número fijo de horas de luz, naturalmente también oscurecerá más temprano, lo que generará molestias principalmente en la población adulta, que dice preferir tener mas luz en las tardes. Sin embargo, esa opción ignora el impacto negativo que causa en la salud de las personas la falta de luz en la mañana, y la razón es biológica: nuestra especie es diurna, y despertamos naturalmente cerca de la hora en que se levanta el sol. En consecuencia, elegir el llamado "horario de verano" hará que el sol se levante mas tarde, y en invierno lo hará varias horas después del momento en que tenemos que despertarnos en un día laboral –por eso requerimos una alarma en la mañana-, causando un déficit de sueño crónico. Ese déficit es mayor en niños y adolescentes ya que, debido a su edad, se despiertan naturalmente una a dos horas mas tarde que los adultos.
Existen razones biológicas bastante estudiadas para elegir un horario por sobre otro, pero para apreciarlas es importante considerar su impacto sobre la población más afectada, los niños y los adolescentes. Con un horario que privilegie la luz de la tarde por sobre la mañana ellos no estarán biológicamente despiertos hasta varias horas después de su ingreso a clases, reduciendo su capacidad de aprendizaje y su bienestar en un día escolar. Lamentablemente la opinión de este segmento joven de la población no se escucha porque no responde a encuestas, no vota y no escribe peticiones; pero si la escucháramos nos daríamos cuenta que el horario de verano permanente en invierno no tiene la connotación feliz de un "verano permanente" sino mas bien el de amaneceres oscuros y de lecciones matutinas recibidas en una neblina mental.
Hemos propuesto un proyecto de ley a la Comisión de Salud del Senado para que como país iniciemos esta discusión y fijemos el horario adecuado a nuestra ubicación geográfica. Una decisión de este tipo no es superficial: para que Chile se convierta en una economía basada en el conocimiento y no en la explotación de recursos naturales, debemos mejorar el aprendizaje de las futuras generaciones. Elegir el horario correcto contribuirá a ello