Marzo no fue tan sólo es el mes de la vuelta a clases y del pago de patentes, entre otras cosas, también fue el Mes Internacional de la Lucha contra el Cáncer Colorrectal. Para los que no lo saben, el cáncer colorrectal es, según la OMS, el cáncer digestivo con mayor número de nuevos casos en nuestro país durante 2018.
Si se sigue la tendencia que ha demostrado en los últimos años, el número de casos seguirá aumentando. Incluso más, en EE.UU. se ha visto un incremento más pronunciado en cáncer de recto en individuos menores de 50 años, situación que probablemente se refleje en nuestro país en poco tiempo más. Es por estas razones que esta enfermedad debe ser abordada como un problema relevante en nuestro país.
El enfrentamiento del cáncer de colon implica diversos desafíos. En primer lugar, como muchos otros problemas de salud, se puede asociar a lo que llamamos el estilo de vida occidental. Es decir, obesidad, alto consumo de carnes rojas y/o procesadas, bajo consumo de fibras, sedentarismo y tabaquismo.
Por esto, cualquier campaña que estimule conductas de vida sana debiera resultar en la disminución de la incidencia de esta enfermedad. Pero, más importante que lo anterior, el cáncer colorrectal es muchas veces prevenible, o si se pesquisa precozmente, tratable con excelente pronóstico a largo plazo.
La mayoría de las veces este cáncer deriva de una lesión llamada pólipo, crecimiento de la pared interna del colon que casi siempre se puede remover por vía colonoscópica sin necesidad de cirugía.
En países desarrollados existe lo que se llaman programas de tamizaje. Es decir, planes con apoyo estatal que crean conciencia de la enfermedad y buscan detectar los tumores antes de que se desarrollen o en etapas precoces. Ejemplos en Chile de estos programas son la mamografía para el cáncer de mama y el papanicolau para el cáncer de cuello uterino.
Para el cáncer colorrectal estos programas incluyen el test de sangre oculta y la colonoscopía. Fuera de algunas iniciativas locales, no existe la factibilidad de realizar programas nacionales debido a la falta de colonoscopios y de especialistas que las realicen.
Así, una patología que tiene excelente pronóstico si se identifica en etapas iniciales e incluso, si se remueven pólipos puede ser que nunca se presente, se detecta en general cuando se hace sintomático (sangre en deposiciones, anemia, dolor abdominal, entre otros), momento en que se encuentra más avanzado y con peor pronóstico.
Hay que reconocer que desde que el 2013 se incorporó el cáncer colorrectal al AUGE, la oportunidad de tratamiento mejoró. Pero incluso así, un número muy importante de estos casos se operan en las urgencias cunado los pacientes acuden con un tumor sangrante, con obstrucción intestinal o incluso peritonitis por perforación del tumor.
En este mes el llamado es a aprovechar la discusión de la nueva Ley del Cáncer para promover instancias que permitan implementar un programa de detección precoz del cáncer colorrectal.
El llamado también es a las Universidades a formar especialistas que permitan llevar a cabo estos proyectos, y a las Sociedades Científicas a generar el conocimiento que permita difundir las estrategias para el diagnóstico y correcto tratamiento de esta patología.