La historia de Carlos Muñoz Ferrada (1909-2001) tiene de claro y oscuro. Diferentes biografías lo definen como uno de los primeros astrónomos de Chile. Su biografía en Wikipedia asegura que estudió en la U. de Chile y que hizo cursos de astronomía en París y Milán. Incluso se menciona que fue miembro de la Sociedad Astronómica de Dijon en Francia y director del Observatorio Astronómico de Panamá durante cinco años.
Pese a semejante curriculum, nunca estuvo alejado de la polémica y la controversia, sobre todo por sus teorías, que nunca fueron bien recibidas por la comunidad científica en Chile. Sus observaciones se basaban en la geodinámica, a lo que sumó predicciones sísmicas, calculadas en base a explosiones solares, atracciones de planetas y ciclos de las perturbaciones geofísicas.
Con un estilo particular, trabajaba desde su propio observatorio en Villa Alemana. Desde ahí anunciaba terremotos, cambios climáticos y erupciones volcánicas. En 1938, predijo con dos horas de margen el terremoto del 20 de enero de 1939 en Chillán, el que finalmente provocó más de 30 mil muertos. Dos años después, Muñoz Ferrada dio a conocer la aparición de un cometa que luego descubrió oficialmente la Royal Astronomic Society de Londres. También se asegura que pronosticó el terremoto del 3 de marzo de 1985, entre otros.
Pese a esto, José Maza, astrónomo y Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, señala que Muñoz Ferrada en realidad nunca fue astrónomo, ni científico. "Recuerdo cuando era niño, que era el charlatán de la época, pronosticaba fines de mundo. Recuerdo vivamente en el año 58, que hubo un eclipse total de Sol en la zona sur de Santiago, cerca de San Bernardo, y él dijo que ese día se iba a acabar el mundo, generando mucha preocupación. Hasta donde yo entiendo fue marino mercante en su juventud y después tuvo supuestamente un observatorio en su casa, casi artesanal, donde medía la intensidad de los sismos. No sé si tenía telescopios".
Maza no le da valor al trabajo de Muñoz Ferrada. "Pronosticar un terremoto en Chile es fácil, todos los años haces un pronóstico y se va a cumplir. Los sismólogos, la gente que trabaja en Francia, Japón, Estados Unidos, incluso en Chile, donde hay 20 o 30 sismólogos de envergadura, dicen que los terremotos no se pueden pronosticar, que no existen herramientas. Si hay un neurocirujano que te da un diagnóstico, no puedes creerle a un brujo. Si los sismólogos dicen que no se puede pronosticar, ¿este caballero tenía una bola de cristal? Yolanda Sultana quizás también pronosticaba sismos y no vamos a decir que era sismóloga".
Lo cataloga como un caso típicamente chileno. "Si bien puede que haya tenido ciertos conocimientos astronómicos debido a que fue marino, ser astrónomo es otra cosa. El se autodenominaba como tal. Era un tipo que le gustaba estar en los medios, pero a la vez cuidar su privacidad. Es un personaje típicamente chileno que no contribuyó en nada a la ciencia, salvo tener notoriedad mediática. Hay gente que vive de eso. Si haces un pronóstico del fin del mundo, durante una semana estás en los medios, pero si después no ocurre, nadie dice nada. Pasa desapercibido, ya que el mismo medio tendría que hace un mea culpa y no se van a disparar a los pies. En su época había poca información, y en el país de los ciegos el tuerto es el rey. Él era tuerto y el país era ciego".
Pese a lo anteriormente señalado, Maza destaca en Muñoz Ferrada que al menos no lucraba con sus teorías. "Era más honrado que algunos chantas actuales, a él le gustaba figurar o que lo tomaran en cuenta, no lo hacía por billete. Ahora uno ve tipos con poca educación científica que se echan al bolsillo un buen sueldo por hablar cabezas de pescado. Pero Muñoz Ferrada murió en 2001 (92 años), y como dicen, del árbol caído todos quieren hacer leña, para que vamos a hacer leña de él".