Estudiar, trabajar, hacer una vida dentro de lo que se conoce como “normal”. Para muchos puede ser trivial, pero estamos en un sistema que algunas veces excluye a las personas con discapacidad.
Por eso, la Fundación Descúbreme busca revertir esa situación y mejorar las condiciones para que las personas con discapacidad cognitiva se puedan capacitar y desempeñar como cualquier persona. Su directora ejecutiva, Carola Rubia Durán lo cree así, y así lo ha hecho en la última década.
“La ley de inclusión chilena, tal como está, está bien hecha”
Rubia cuenta cómo motivan y supervisan la cadena de procesos que existe detrás de que una persona con discapacidad, para que pueda optar a un trabajo calificado. Una tarea que depende tanto de la empresa, del Estado y de las personas que la rodean.
Ha participado en muchos de los avances de inclusión integral de personas con discapacidad cognitiva en el país. Participó en la tramitación de la Ley de Inclusión Laboral y trabaja en mejorar las condiciones de este colectivo junto a distintas organizaciones de la sociedad civil.
Además, lideró alianzas internacionales para integrar a nuestro país a las nuevas tendencias mundiales en materia de discapacidad. Así se convirtió en embajadora para Iberoamérica de Zero Project, organización que este 7 de mayo realizará una conferencia mundial en Santiago, y que Rubia invita a toda la comunidad a participar. Porque advierte, la discapacidad está a la vuelta de la esquina. Absolutamente para todos.
-¿Cómo está Chile en materia de inclusión laboral?
Desde 2018 está trabajando fuertemente en inclusión laboral. Para que una comunidad o un país sea exitoso en la inserción, debe ser capaz de hacer uso de sus derechos. Es importante garantizar que las personas con discapacidad puedan desarrollarse como seres humanos dentro de su sociedad.
Otra cosa importante es el entendimiento de qué es la inclusión laboral. Para hablar de accesibilidad es muy importante que el modelo, la metodología que se utilice esté nivelada para todas las instituciones claves de este proceso.
-¿La pandemia afectó la inclusión laboral y en cómo aplicarla?
Estaba el 50% que dijo “bueno, yo soy estricto, poco flexible. No se puede trabajar”, y quisieron desvincular a un montón de gente, entre ellas personas con discapacidad. Pero hubo otra mitad que dijo “no, yo me tengo que adaptar a las a las circunstancias”, y les dieron la oportunidad a todos sus colaboradores, y muchas personas con discapacidad fueron capaces de adaptarse, a seguir trabajando en sus casas.
Como fundación también pudimos capacitar a más gente. Preparamos más en cada año de la pandemia de lo que veníamos haciendo históricamente. En vez de mandar al alumno un dossier que tenía que ir revisando y rayando, usamos las tecnologías que se potenciaron en ese tiempo y que ayudaron a derribar barreras físicas. Daba lo mismo si el alumno estaba en Putre o en Las Condes, estaba recibiendo la misma clase.
-¿Cuáles son los actores fundamentales de esta inclusión laboral que están impulsando?
Tienes a las organizaciones de la sociedad civil, que tienen que empezar a ver a las personas con discapacidad como cualquier otro ser humano que necesita estar en el mundo laboral.
Segundo, el Estado, que tiene que entender que las normas que establece la ley 21.015 y la 21.275 permitieron cerrar el ciclo perfecto. Porque exigen a las empresas incluir a personas con discapacidad en sus filas, y la otra pide que exista un gestor de inclusión. Después viene la persona con discapacidad, que hay que prepararla en un oficio. Lamentablemente el 67% de ellas no termina el colegio, ni está preparado para el mundo laboral.
-¿Y los padres son sobreprotectores a la hora de enviarlos al mundo laboral?
La familia cree que la persona va al mundo laboral y casi como que la discapacidad desaparece. No, va a trabajar e iniciar otra etapa en su vida. Existe sobreprotección, pero es mucho menos de lo que se cree. Se les ha enseñado también a los padres a no ser sobreprotectores.
-Respecto a la Ley de Inclusión Laboral, ¿es suficiente el 1% que exige la ley en empresas con más de 100 empleados?
Vimos que países en Europa o Brasil pedían mínimo 4% de empleados con discapacidad, otros 7% y otros 2%. Pero ¿cuánto era la tasa de éxito? No llegaba al 1%. Incluso rondaban entre el 0,2% y el 0,5%. La ley de inclusión que tenemos, tal como está, está bien hecha. Tiene la adaptabilidad necesaria para poder seguir trabajando en los próximos 5 o 6 años sin ningún problema.
-¿Qué ayudaría a mejorar la ley?
Faltan incentivos. No estoy a favor de los incentivos, pero sí creo que en algún minuto de la curva de crecimiento y ejecución de la ley habría que plantearlo. En España, si contratas una persona con discapacidad tienes un beneficio tributario para capacitar trabajadores, por ejemplo.
También dan beneficios para mejorar la accesibilidad en el trabajo. Todo va orientado a que cuenten con el entorno adecuado.
-¿Cuáles serán los principales temas de Zero Project y cuál es la importancia de estos eventos?
Es el programa mundial más importante sobre discapacidad. Este año abordará, entre otras cosas, la educación inclusiva y el uso de la tecnología. Tenemos más de 1.000 inscritos virtualmente y cerca de 800 presencial.
Es una muy buena oportunidad para que todos aprendamos un poquito más de algo que no estamos ajenos. Yo hoy no tengo una discapacidad, pero nadie dice no pueda tenerla en el futuro.