Los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) habían pedido reunir a las más altas autoridades y expertos del mundo para discutir sobre un tema en crecimiento exponencial: la neurotecnología. Un trabajo similar al que ya habían realizado en 2021 con otra tecnología emergente similar: la Inteligencia Artificial.

Esta petición se concretó hoy, cuando los máximos representantes de diferentes países de todo el mundo se dieron cita en París para participar en la “Conferencia Internacional sobre la Ética de la Neurotecnología”, instancia a la que asistió la subsecretaria del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, Carolina Gainza Cortés.

El objetivo de esta reunión fue consensuar una serie de recomendaciones globales para reglamentar y orientar el desarrollo de la neurotecnología, desde una perspectiva de la ética y el resguardo de los derechos humanos.

En la inauguración de esta conferencia, la subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la Unesco, Gabriela Ramos, señaló que la neurociencia está ayudando a comprender y tratar problemas de salud como el alzheimer o el parkinson y también están siendo utilizadas en la industria. Sin embargo, estas aplicaciones pueden ser potencialmente dañinas por cuanto “los algoritmos nos permitirán descodificar los procesos mentales de las personas y manipular directamente los mecanismos cerebrales”.

Crédito: UNESCO/Christelle ALIX

Ante esta problemática, la subsecretaria Gainza, destacó durante su intervención que “la regulación debe estar enmarcada en una profunda reflexión sobre qué sociedad nos gustaría construir, que involucre a la ciudadanía, y no solo a las y los expertos, en una conversación pública sobre estos temas”, una idea en la que hubo consenso al final de la reunión.

“El desarrollo de la neurociencia y la neurotecnología ha tenido avances excepcionales en los últimos años. Lo que antes parecía ciencia ficción, como la posibilidad de mapear nuestros pensamientos, acceder a recuerdos o controlar dispositivos electrónicos directamente con nuestra mente está cerca de convertirse en realidad, pero no está exento de riesgo”, insistió.

¿Cuáles son estos riesgos? “Se trata de una tecnología que interactúa con el órgano donde están nuestros pensamientos, el cerebro, y eso nos obliga a plantearnos cuestiones de identidad, conciencia, el libre albedrío y qué significa ser humano. Si no se regulan adecuadamente, los desarrollos podrían representar una amenaza para los derechos humanos y la democracia. Teniendo en cuenta los avances de las neurotecnologías y la Inteligencia Artificial, es tiempo de que tengamos una discusión seria sobre cuál es la sociedad a la que queremos apuntar”, explicó Gainza.

Neuroderechos

Los neuroderechos son un conjunto de nuevos derechos humanos cuyo objetivo es proteger el cerebro y su actividad, a la luz de los nuevos desarrollos en neurotecnología e inteligencia artificial. Estos incluyen el derecho a la privacidad, la identidad personal, el libre albedrío, el acceso justo y equitativo a estas tecnologías y la protección contra sesgos en estas tecnologías. “Todos estos derechos ya están en las declaraciones de Derechos Humanos, es importante reafirmar que también se aplican a estas tecnologías”, agregó.

Crédito: UNESCO/Christelle ALIX

Nuestro país es pionero en la protección de los neuroderechos en su legislación. En octubre de 2021, Chile se convirtió en el primer país del mundo en abordar explícitamente los desafíos de las neurotecnologías en su Constitución. cuando el Congreso aprobó una ley que modificó un artículo que hoy exige que los desarrollos tecnológicos respeten la integridad física y mental de las personas, y establece explícitamente que la ley debe proteger la actividad cerebral y toda la información relacionada con ella.

Además de este cambio constitucional, Chile está trabajando actualmente en un proyecto de ley Sobre protección de los neuroderechos y la integridad mental, y el desarrollo de la investigación y las neurotecnologías que tiene como objetivo proteger la privacidad mental, el libre albedrío y la no discriminación en el acceso de los ciudadanos a la neurotecnología.

Crédito: UNESCO/Christelle ALIX

“Como MinCiencia entendemos que la regulación de estas tecnologías no debe fundamentarse en el miedo, sino en un compromiso inquebrantable con los derechos humanos. Una tarea compleja porque la legislación debe ser lo suficientemente amplia para adaptarse a la evolución de estas tecnologías, dejar suficiente espacio para fomentar la innovación y el desarrollo científico, y garantizar la protección de todos los ciudadanos”, expresó la subsecretaria Gainza.

Según cifras de la UNESCO, desde 2013 las inversiones públicas en neurotecnología suman alrededor de 6.000 millones de dólares, mientras que las privadas se han multiplicado por 10 en los últimos diez años, llegando a un total de 33.200 millones de dólares entre 2010 y 2020. Eso, considerando principalmente a países como Estados Unidos, Corea del Sur, China, Japón y Alemania, que son quienes concentran esta materia. Se espera que para 2027, con la comercialización de dispositivos neurotecnológicos, se cree un mercado de 24.200 millones de dólares.