A Maisa Rojas, investigadora del Centro del Clima y Resiliencia de la Universidad de Chile y científica integrante del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), le dieron ganas de llorar al ver el debate que se dio en el plenario. Los países discutían cómo agradecer el trabajo del principal órgano científico de Naciones Unidas en Cambio Climático, el mismo que ha producido tres detallados informes que dan cuenta de la emergencia que se vive en el mundo. El debate era simple: O se le "agradecía" al IPCC o se le "agradecía con preocupación".
"A estas alturas, es mejor concentrarse en movilizar el mundo desde afuera que desde acá adentro. Porque afuera sí tenemos buenas noticias", reconoce Maisa.
Los ánimos no son los mejores en la COP25 que se desarrolla en Madrid. A las 2.30 de la madrugada del martes 10 se cerró el plenario del órgano subsidiario de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC). Es la parte técnica, de los negociadores de los ministerios, que ahora dio paso a lo político, con los ministros de Medio Ambiente de todo el mundo.
El problema es que, tras una semana de negociaciones, los logros no son muchos. Los principales temas de la COP, la discusión sobre los mercados de carbono (Artículo 6 del Acuerdo de París) y la revisión de un mecanismo para enfrentar los impactos climáticos (Pérdidas y Daños), avanzaron poco y nada. Y si bien es común que en las COP pase que se avance de a poco la primera semana y las cosas se resuelvan la segunda, muchos negociadores ya se están resignando a postergar estos debates para el próximo año.
Lo que se decidió, lo que no y lo que se pospuso
El martes a la madrugada cerró la última plenaria de los órganos subsidiarios y su director, no escondió su parecer. "Estoy más decepcionado que las otras cumbres que he presidido", dijo Paul Watkinson a Climate Home News.
Uno de los temas era relativo a las negociaciones de transparencia, que incluye información de emisión de gases de efecto invernadero, cómo se miden y cómo se reporta el progreso en el cumplimiento de los compromisos (las NDC que cada país suscribe). China fue el principal opositor a esta definición y terminó apelando a la normativa de la Convención que simplemente pospone la negociación a la cita siguiente, que será en junio de 2020 en Bonn.
Los países también tenían que ponerse de acuerdo en cada cuánto tiempo presentan sus NDC, que establece el progreso de cada uno en la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El año pasado, en Katowice, se decidió que todas las partes las presentarán en conjunto a partir de 2031, pero no cada cuánto. La negociación partió con solo dos opciones: Cada cinco años o cada diez.
Pero en la semana todo se desconfiguró, llegando a existir diez opciones de votación distintas entre los textos borradores que salían cada día. Los países menos desarrollados, por ejemplo, querían que fuera cada 5 años. Los latinos, una doble opción de 5 y con proyección de 5 más. Los europeos, cada 10. Canadá y Estados Unidos dijeron que la decisión había que tomarla en 2023 y no ahora. Entre la noche del lunes y la madrugada del martes quedó claro: se invocó al mismo artículo y se postergó la negociación para el próximo año.
El problema de la postergación en temas así es que obliga también a posponer los planes de corto, mediano y largo plazo de los países en términos de mitigación al cambio climático.
Otros temas, en cambio, quedaron para la discusión de esta semana, ahora con el encargo a Chile de ser el facilitador y proponer los consensos, como los mercados de carbono (el artículo 6 del Acuerdo de París), los impactos de eventos climáticos extremos (pérdidas y daños) y la discusión sobre Género y cambio climático.
Esta última, en principio simple, fue trabada por países árabes, no conformes con cómo se estaban llevando las discusiones en las otras mesas de negociación. Esto suele ser común en las cumbres climáticas, que países boicotean conversaciones para lograr su postura en otro tema. Chile es de los menos conformes por la falta de consenso en Género, pues lo obliga a llegar un acuerdo en un tema que confiaba que quedaría cerrado la primera semana.
"Esta COP se suponía que era la de la ambición, la ambición y la ambición. Anoche, con el fin del trabajo técnico y el cambio de facilitares (moderadores) a la Presidencia y los ministros, algunos temas avanzaron, pero los más importantes en ambición quedaron atrás, como los tiempos comunes, género y en financiamiento. Este resultado es más que decepcionante", asegura Yamide Dagnet, de Climate Action Network.
La Presidencia en entredicho
Chile, como presidencia de la COP, tampoco tuvo una semana tranquila. El lunes 2, primer día, Carolina Schmidt se ganó el enojo de sus pares latinoamericanos, después de que África pidiera ser parte de un grupo de "consideraciones especiales", categoría donde solo se encuentran islas insulares y países menos desarrollados, y que les permite tener preferencia a la hora de postular a fondos de financiamiento. Al pedido africano, América Latina hizo lo mismo, y se sumaron los árabes. Schmidt, presidenta de la COP25, cerró el debate aceptando abordar exclusivamente la petición de África en reuniones bilaterales.
Esta situación, según cuenta un negociador latinoamericano, demostró el poco manejo político de Schmidt al mando de la COP, a quien critican por su poco conocimiento de los temas de negociación.
Las alianzas y el manejo de las mismas para impulsar los acuerdos, son fundamentales para el éxito de una COP. En América Latina, actores grandes como México y Brasil hoy no están en la línea de aumentar la ambición climática. El resto de América Latina -salvo Argentina, Brasil, Uruguay y México- está agrupado en el grupo negociador AILAC, que suele ser mediador entre las discusiones de los países desarrollados y el sur global. Pero los latinos sienten que Chile les dio la espalda el primer día.
Se vive, entonces, una situación muy distinta a lo que fue la COP20 de Lima, la última organizada por América Latina, cuyos avances dieron paso al éxito del Acuerdo de París un año después.
Un negociador chileno reconoce que la posición de la Presidencia en las discusiones es lograr los consensos que se puedan sin presionar más allá. El lunes, la ministra de Medio Ambiente Carolina Schmidt respondió así a una consulta sobre si el país impulsará la inclusión de una protección a los derechos humanos en el marco de los mercados de carbono: "Chile, al asumir la presidencia tiene la obligación de alcanzar consensos (…) Ese es nuestro foco y objetivo".
Costa Rica, país anfitrión de la Pre-COP y uno de los más propositivos en las negociaciones, siente que Chile le ha dado la espalda en respaldar lo que son las históricas "batallas" de AILAC, como incluir los derechos humanos en el Artículo 6 de mercados de carbono. La clásica postura propositiva del país centroamericano cambió, y ahora prefieren que esta discusión, la más compleja de la cumbre, se resuelva el próximo año en la COP26 de Glasgow. Según una fuente de la propia Convención Marco, se ha hecho evidente que "la debilidad de la presidencia chilena está afectando a AILAC". Cree, eso sí, que esto no borra el trabajo del grupo, y que incluso puede dar paso a una reconfiguración de las alianzas entre los latinoamericanos.
El artículo 6 es el único de todo el Acuerdo de París que no tiene sus "reglas de funcionamiento", las que fueron pactadas el año pasado en la COP24 en Polonia. Por eso, se consideró desde el principio que salir con un acuerdo este año era el principal mandato de la COP25.
"Creo que hoy es un peligro pensar que el Artículo 6 sea el principal requisito para que sea una COP exitosa. Es un tema complicado, detallado y hasta ahora no tenemos avances ni en asegurar que no haya doble conteo, ni en cómo se transfieren los créditos del Protocolo de Kyoto. Ahora empieza la negociación a nivel ministerial y habrá más presión política. Mi temor es que Chile desde la presidencia presione para tener esto sí o sí. Creo que es importante tener las reglas bien, tomarse el tiempo para hacerlas bien", dice Erika Hier, del Center for International Environmental Law (CIEL).
Para esta última semana de la COP, la Presidencia chilena -que asume el rol de "facilitador" de todas las discusiones- decidió darle a los ministros de Ambiente de Sudáfrica (Barbara Creecy) y Nueva Zelanda (James Shaw) la labor de ser los encargados de llevar la negociación del Artículo 6, con el fin de apoyarse políticamente en dichos países para llegar a un eventual acuerdo. Si bien no es imposible -y ha pasado antes que los países logran superar las diferencias en los últimos días- la perspectiva no es la mejor para el cierre programado para el viernes 13.
La otra ayuda relevante que buscó Chile fue con España, al darle a la ministra de Transición Energética de dicho país, Teresa Ribera, la tarea de llevar adelante el texto final de la COP25, el más importante de todos. Así, en los tres temas más complejos que faltan por resolver (Artículo 6, Pérdidas y Daños y el texto final), Chile apeló al apoyo político de países aliados.
Este miércoles 11, Chile pretende dar un giro en su gestión, con el anuncio de los nuevos miembros de su alianza por la carbono neutralidad para 2050. Hasta ahora, los 68 países que son parte representan apenas el 8% de las emisiones globales y la gran expectativa que recae sobre la Presidencia es si lograrán sumar a alguno de los grandes emisores.