Inestabilidad. Esa es la palabra clave al habar de tornados y trombas marinas, fenómenos que han dado que hablar en las última horas pero que no se pueden anticipar del todo con los actuales equipos disponibles, dicen los meteorólogos.

El tornado es un fenómeno meteorológico local (eolo-meteoro), que se produce en una zona muy específica del territorio. Según la definición de Onemi, ocurre durante tormentas de gran intensidad y puede durar desde minutos hasta horas. "Se caracteriza por tener un movimiento circular y forma de embudo alargado (o una cuerda), que desciende desde la base de una nube de desarrollo vertical (cumuliforme). Su diámetro, por lo general, es de algunas decenas o cientos de metros. Los vientos asociados a un tornado pueden superar los 100 a 300 km/h, lo que hace de este fenómeno el más intenso y de mayor capacidad destructiva a nivel atmosférico", dice el texto. La tromba marina, es el mismo fenómeno pero, en este caso, la nube que se descuelga lo hace sobre una superficie con agua (mar, río, lago, laguna).

En países como Estados Unidos, este tipo de fenómenos se puede pronosticar con una hora de anticipación y con un 80% de acierto, lo que permite un cierto margen de acción para que quienes están cerca de donde se espera ocurra, tomen algún tipo de medida preventiva. En Chile, esta tecnología no está.

Arnaldo Zúñiga, meteorólogo de la Dirección Meteorológica de Chile, explica que "con las herramientas que tenemos ahora no podemos predecir tornado". "Para eso se requiere una red de radares terrestres. Lo que hoy monitoreamos y podemos determinar es la zona en la que se generan las tormentas eléctricas y vientos arrachados. Las condiciones de inestabilidad y el proceso en el que se producen las tormentas son las mismas que los tornados", dice.

Según su experiencia es necesario invertir en un sistema de radares y no solo por los tornados. ¿Qué mide un radar de este tipo? Esta herramienta es capaz de determinar la estabilidad de las nubes, saber si traen precipitación intensa para los eventos de remoción en masa y aluviones, conocer su composición, si trae granizo o lluvia. "Hoy día no podemos saber eso. El radar escanea la nube. Con los satélites, que es lo que tenemos ahora, las vemos desde arriba, pero lo que vemos es el campo térmico de la nube y muchas nubes tienen las mismas temperaturas pero algunas generan tornado y otras no. Si nos guiáramos por eso, tendríamos muchas alertas".

Pensando en el pronóstico de aluviones y remoción en masa, la Dirección Meteorológica recién terminó un estudio tipo diagnóstico que determina cuántos radares se necesitan y dónde debieran estar ubicados. "Llegamos a una cantidad de 10 radares para cubrir las zonas más propicias de eventos extremos, los que se ubicarían entre la Región de Coquimbo y La Araucanía. Cada radar cuesta entre dos y dos millones y medio de dólares, sin contar con el mantenimiento que deben tener, pero sí con la capacitación para interpretar esos datos", indica.

En la actualidad, se encuentran trabajando en la elaboración del proyecto para validarlos a través de la Onemi y presentarlo al Ministerio del Interior para obtener algún tipo de ayuda, adelanta Zúñiga.

"La tecnología está avanzando y hoy existen mejores herramientas", reconoce Alejandro de la Maza, Capitán de Fragata (R) de la Armada, actualmente parte del Servicio Meteorológico de la Armada.

"El alcance de los radares es limitado por eso se trabaja en red. Algunas universidades tienen pero se usan para proyectos específicos y con información que tampoco está disponible para todos. Más que necesaria una red, yo diría que sería útil. Los tornados son eventos esporádicos, pero estos radares tienen más capacidad que solo detectar tornados, también sirven para ver el grado de intensidad de un sistema frontal, la cantidad de precipitaciones que pueden traer, intensidad de vientos. Mientras no haya un tornado, de todas maneras se puede estar sacando provecho de esta tecnología", dice De la Maza.