Beresheet 2 es un proyecto de la ONG israelí SpaceIL, sin fines de lucro, que busca lanzar una nave espacial para que orbite la Luna, y a su vez lograr el aterrizaje de dos módulos lunares, uno en el lado visible y otro en el lado oscuro de la luna.
“Es el proyecto de unos locos”. Así es como define Shimon Sarid, CEO de SpaceIL, el proyecto Beresheet 2, ya que cuenta con un presupuesto pequeño pero con muchos voluntarios, un sueño y una pasión: desafiar la tecnología e inspirar a nuevas generaciones.
“Más del 90% de su presupuesto es de donaciones. El presupuesto de este proyecto son 120 millones de dólares, una fracción de lo que gastan Estados, que son billones de dólares, aquí lo hacemos por 120 y ya hemos recaudado más del 80%, pero todo sin fines de lucro”, comenta Sarid.
Beresheet 2 nace de un proyecto anterior de SpaceIL, hace más de 10 años. Todo partió cuando en 2007, Google implementó el premio Google Lunar XPrize, que premiaría con 20 millones de dólares al primer equipo privado en lograr un alunizaje, viajar 500 metros sobre la superficie lunar y transmitir un video e imágenes en HD hacia la tierra. La fecha límite para llegar a la luna era el año 2014, o sea, había solo siete años para concretar un viaje de 384.000 kilómetros.
Cuando los jóvenes israelíes Yariv Bash, Kfir Damari y Yonatan Winetraub supieron de esta competencia, fundaron SpaceIL en 2011, una ONG sin fines de lucro que se encargaría de construir el dispositivo.
Si bien Google prorrogó varias veces la fecha límite, hasta marzo de 2018, ningún equipo logró lanzar su dispositivo a esa fecha. Pero a pesar de eso, el equipo israelí siguió adelante. Finalmente, el 22 de febrero de 2019 se produjo el lanzamiento del módulo lunar Beresheet, la primera misión privada en llegar a la Luna. Lamentablemente, un error de último momento hizo que el aterrizaje no fuera a la velocidad adecuada, y el módulo se estrelló en vez de lograr un alunizaje controlado.
Aún así fue el cuarto país en el mundo en aterrizar en la Luna, con un presupuesto de solo 100 millones de dólares de donaciones. Cuando terminó el primer proyecto, los fundadores pensaron “¿ahora qué?”, y su propuesta fue subir de nivel. Decidieron mirar en grande y crearon el proyecto Beresheet 2, sin saber el impacto internacional que tendría hasta hoy.
A diferencia de Beresheet 1, esta segunda etapa cuenta con una nave nodriza y a sus lados, dos naves modulares que aterrizarán en la Luna, siendo así la primera vez en el mundo que se lanzan tres módulos lunares de una vez.
Además, Beresheet 2 cuenta con colaboración internacional. Por esa razón el equipo de SpaceIL comenzó a pensar en una alianza en el hemisferio sur, y puso sus ojos en Chile, debido a su desarrollo institucional y académico y porque ya existía una relación en temas del espacio, a través del Programa Satelital de Chile.
A la fecha, nueve países han logrado orbitar la luna, cinco han logrado aterrizarla, y solo uno ha llegado al lado oscuro de esta. Ahora Chile tiene la posibilidad de convertirse en el próximo país, junto a Israel, de sumarse a todas estas categorías, logrando el hecho inédito de ser el segundo país en aterrizar en el lado más lejano de la Luna.
Beresheet 2 ya cuenta con el apoyo de la Nasa en Estados Unidos, de la Agencia Espacial de Alemania (DLR por sus siglas en alemán) y de los Emiratos Árabes Unidos. También existen conversaciones con Australia, Francia, Marruecos, Suecia y Suiza para que ingresen al nivel educativo o científico del proyecto.
Sin embargo, la alianza con Chile sería de otro nivel, y por eso Sarid está en Chile. La propuesta busca convertirlo en socio integral de la misión, con participación de cuatro a cinco ingenieros chilenos que colaboren en el diseño, la arquitectura, la ejecución y todo lo que conlleva llevar a cabo el proyecto. Además, una de las naves modulares llevaría la bandera de Chile.
El proyecto también contempla un componente educativo para el país, que mediante este hito busca inspirar a la juventud a interesarse en la ciencia y el espacio mediante diversos programas educativos innovadores a nivel escolar y universitario, para todas las edades. Este efecto impactaría positivamente en el futuro de la educación chilena.
El CEO de SpaceIL explica que eligieron Chile por distintas razones. Primero, porque nuestro país ya posee un programa espacial y tiene intenciones de mejorar sus capacidades aéreas. Segundo, Chile e Israel gozan de una cooperación internacional hace décadas. Y tercero, “Chile ya es un líder regional en materia de espacio y es el más avanzado en el hemisferio sur. Esto le va a dar un salto a otro nivel en el mundo”.
“Si combinamos nuestras capacidades con los talentosos ingenieros chilenos este será un empuje tremendo para Chile para expandir sus capacidades tecnológicas en general y en materia espacial en específico. Podemos posicionar a Chile en la élite de un grupo muy limitado de países junto a Israel en el espacio oscuro”, dice Sarid.
Para esto, Chile deberá cooperar con el 12,5% del total del presupuesto, lo que equivale a 15 millones de dólares. Shimon Sarid visitó el país este 21, 22 y 23 de marzo, con una extensa agenda de reuniones con diversos actores relevantes, a nivel de ministros y/o subsecretarios en las carteras de Defensa, RREE, Ciencias y Tecnología, Bienes Nacionales, Transportes y Comunicaciones. Y se reunió con tomadores de decisiones como senadores y diputados, la Academia Chilena de Ciencias y Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la U. de Chile.
“Queremos involucrar a Chile porque como ya hay relación en materia espacial entre Chile e Israel, decidimos hacer esta oferta de lo más generosa para estrechar aún más los lazos y tener un compañero de viaje en este magnífico proyecto”, sostiene Sarid.
Ahora, depende de Chile tomar la decisión de si colaborar o no con el proyecto Beresheet 2. El plazo para dar respuesta es a fines de mayo, y el lanzamiento de la nave está previsto entre junio y agosto de 2025. Solo queda esperar la respuesta de Chile, y con ello, saber si podremos llegar a la luna.