En las últimas semanas me tocó observar experiencias intergeneracionales alentadoras, que me hacen pensar que la sociedad chilena puede avanzar cada vez más hacia la total integración de su gente sin barreras de edad.
La primera: el festival de música Lollapalooza. Fueron tres días seguidos de música al aire libre donde era posible encontrar a personas de todas las edades escuchando a su artista favorito. Mención especial para el cantautor brasileño Caetano Veloso, que a sus 76 años se presentó en el escenario con sus tres hijos, de 45, 26 y 21 años respectivamente, dictando cátedra de cómo la sinergia intergeneracional puede generar combinaciones mágicas de experiencia, talento e innovación. Y mientras los Veloso cantaban, abajo se replicaba el panorama con familias completas -de tres generaciones- disfrutando con las mismas melodías y el puro gusto de estar juntos.
A lo que ya me parecía plausible en este evento aparentemente "solo para jóvenes" me terminó de seducir cuando visito el Kidzapalooza y veo que también se ha ido transformando en un paseo familiar donde descubrí a varios abuelos cuidando nietos, mezclándose entre la turba millennial y dándole una fisonomía tan inclusiva a la jornada. Sentí que mi país estaba cambiando. Que aquí se podía envejecer sin ser blanco de burlas o discriminación. Si hasta había un stand de Fundación Las Rosas que le mostraba a las personas la realidad de los adultos(as) mayores que viven en residencias y las demás generaciones lo visitaban con respeto y naturalidad.
Segunda experiencia: La maratón de Santiago. Es cosa de observar con detención como año a año se van sumando cada vez más corredores séniors. La organización, respondiendo a ese interés, incluso incentivó su participación beneficiando con inscripción gratuita a decenas de personas de la categoría 70 años y más, segmento que crece raudamente en número de participantes. En 2019 se inscribieron 166 runners sobre 70 años, 43 más que en 2018.
Los organizadores de Lollapalooza y Maratón de Santiago no están siendo condescendientes con el público mayor, tan solo están empezando a darse cuenta de lo que hace rato estamos diciendo quienes trabajamos en temas de envejecimiento: la generación de 60 años y más en Chile está llena de potencialidades y ganas de aprovecharlas. Quieren participar de eventos entretenidos, actualizados y donde nadie los mire raro por razones de edad (y no solo asistir a reuniones gueto diseñadas especialmente para ellos y donde el recurso recurrente es apelar a la nostalgia).
Las actuales generaciones de grandes hoy gozan de mejores condiciones de salud que las pasadas y rodearnos de ellos en diferentes ámbitos de la vida es un regalo como modelo de envejecimiento activo y una fuente rica de experiencias que favorecerá nuestro propio camino hacia la vejez.
La actividades intergeneracionales no son solo proyectos sociales donde los jóvenes visitan a los mayores en alguna institución. La intergeneración se expresa en relaciones horizontales entre diferentes grupos etarios y sin prejuicios, donde hay espacio para compartir libremente puntos de vistas y miradas de mundo disímiles y abrirse a aprender unos de otros, sean estos niños, jóvenes, adultos o mayores. Así se crece en salud social.
Ojalá sean cada vez más las iniciativas que consideren la variable intergeneracional en su diseño y promoción. Y no solo recreativas, sino también productivas, laborales y remuneradas. Los mayores de hoy son capaces de ir al Lollapalooza, a la Maratón de Santiago y de mucho más.