El número de hijos que tuvieron nuestras abuelas y bisabuelas, es muy diferente al que una mujer en Chile tiene en la actualidad. Así, por ejemplo, en 1960 las mujeres en promedio tenían cinco hijos (5,49). Hoy ese panorama cuenta con una cifra promedio de 1,6 hijos por mujer en edad fértil.
Es lo que muestran los últimos datos entregados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), sobre las Estadísticas Vitales 2017, que revelan cómo la Tasa Global de Fecundidad (TGF) o promedio de hijos de las mujeres a lo largo de su vida fértil (15 a 49 años), muestra una notable caída, sin señales de recuperarse.
Chile se ubica cada vez más cerca de las naciones que presentan esta variable casi estancada. Es el caso de los países miembros de la Unión Europea, donde la TGF en 2017 fue de 1,59 hijos por mujer en edad fértil, y que este año presenta una cifra cercana al 1,60. Situaciones extremas se dan España, por ejemplo, donde la cifra llega a 1,31, y en Italia, con 1,32. Francia, es la excepción con 1,9, número que ha logrado revertir gracias a potentes medidas estatales de apoyo a la maternidad y crianza.
Estimaciones y Proyecciones de Población en Chile 1992-2050, del INE establecen que hacia el 2029 se alcance el nivel más bajo de fecundidad con un promedio de 1,57 hijos por mujer en edad fértil.
Múltiples causas
La tendencia a la reducción de la tasa de fecundidad se debe a múltiples factores. Pero parte de este declive se explica porque tener hijos es más caro, señala Ricardo Pommer, presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecologia. "Es bueno que se sepa la realidad de nuestro país, que no hay incentivos en que las parejas tengan hijos, donde las parejas que quieren tener hijos le han puesto dificultades", señala.
También es un fenómeno en el cual ha influido el aumento de la participación de la mujer en el mundo laboral y la dificultad que tienen algunas en el país para conciliar su vida familiar con su vida laboral.
El Censo 2017 muestra que los años de escolaridad femenina pasaron de 9,21 años en 2002 a 10,95 en 2017. En educación superior el alza es más pronunciada, con 10,8% en 1992 a 29,7% en 2017.
Un alza que también se aprecia en la cantidad de mujeres que participan en el mercado laboral. En 1960 el 22,36% de las mujeres en edad de trabajar, lo hacían. Hoy el porcentaje es de 48,5%.
A su vez se elevan las mujeres que no tienen hijos, que pasaron de 1.228.569 (22,7% del total) a 1.671.834 (24,2%) entre 2002 y 2017, según datos del Censo de 2017.
Las mujeres buscan su autonomía y decidir cuándo y cuántos hijos tener. Lo que se refleja, dice Pommer, en que se retrase la edad a la que se es madre. "En la medida que las mujeres quieran desarrollarse profesionalmente retrasan su expresión de fecundidad, tienen menos tasas de embarazo y más de aborto, por eso evalúan más los riesgos relativos y optan por solo un hijo".
Un avance constituye que desde marzo Fonasa y las isapres reconocieron la infertilidad como una patología. Cerca del 14% de las parejas en edad reproductiva tienen problemas de fertilidad, y un 8% necesita técnicas de alta complejidad para poder ser padres, de acuerdo a cifras del Ministerio de Salud.
Pommer destaca ese apoyo, porque desde ese momento los seguros tienen que entregar cobertura financiera para tratamientos de alta complejidad, como fertilización in vitro. "Es una señal país proactiva para la gente que se quiere reproducir, es una buena noticia. Fonasa al crear códigos de cobertura, las isapres están obligadas por ley a cubrirlos, es un incentivo".
Factor migración
El porcentaje de nacidos vivos, de madres de país extranjero residente en el país llegó al 9,3% (20.411) del total de nacimientos ocurridos en 2017. En 2016, en tanto, hubo 12.336 nacimientos de hijos de madres extranjeras, representando el 5,3% del total de nacimientos ocurridos en el país.
Carolina Stefoni, socióloga del Centro de Sociedad Tecnológica y Futuro Humano de la Universidad Mayor e investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), indica que el factor migración en Chile aún no cuenta con el peso necesario para modificar la actual tendencia. "Todavía es bien bajo, estamos en un 6%, que es bajo para incidir en la tasa de natalidad", sostiene.
En lo que sí incide, explica Stefoni, es que gracias a la migración llega gente en plena edad laboral, "que se inserta rápidamente a la población económicamente activa, eso se conoce como bono demográfico y es beneficioso sobretodo en países de bajas tasas de fecundidad".
Dice que sobre los dos dígitos, el fenómeno migratorio podría tener influencia. Pero tampoco es tan automático, aclara Stefoni, depende del tipo de migración y del comportamiento de la TGF en sus países.
No se deben olvidar, añade, que la decisión de tener hijos también depende de las condiciones que se dan en los países a los que llegan los migrantes, "hay un criterio de racionalidad según las condiciones que da el país". En Europa, por ejemplo, hay sistemas de bienestar con mayor seguros y hay incentivos para tener hijos.
La actual cifra de TGF, se ubica por debajo de la tasa de reemplazo (que es de 2,1 hijos o hijas promedio por mujer, valor que permite asegurar el reemplazo generacional). Su descenso genera así el envejecimiento acelerado de la población, lo que sin compensación de los grupos etarios menores, genera implicancias tanto en políticas de salud pública como en las económicas y sociales.
"Para poder garantizar al menos una tasa de recambio, es importante las políticas públicas y no la migración, y ahí faltan políticas, todos los beneficios son para personas que están con contrato, pero quienes no participan en el mercado laboral no acceden a esos beneficios", sostiene Stefoni.
Que el escenario cambie, depende en gran medida de la comprensión del Estado, dice Stefoni, que "tiene que ser más responsable con los niños, de contar con sala cunas universales, educación para todos, facilitar la participación de las mujeres en el mercado laboral, contar postnatal más largo".
Sin embargo, explica la experta, no basta con una política puntual como el bono por hijo. "Eso es muy poco, revertir eso en términos culturales no es fácil, es un gran tema de mediano, corto y largo plazo, porque para pensar en el impacto en 40 años se tienen que tomar ahora ciertas medidas" indica.