El sábado 14 de mayo, la sonda china Tianwen-1, logró aterrizar con éxito en el planeta Marte, convirtiéndose en un hito del programa espacial de ese país, al transformarse en la primera nave de ese país en “amartizar” en el planeta rojo y apenas el tercer país en lograrlo, junto a Estados Unidos y la ex Unión Soviética

“Aterrizó en una zona preseleccionada en la Utopia Planitia de Marte”, precisó la agencia estatal del gobierno chino, Xinhua.

El módulo de aterrizaje Zurong, en cuyo interior se encuentra el rover. Foto: CNSA

La hazaña se suma al exitoso plan chino de enviar robots a la Luna y construir su propia estación espacial. Ahora, el gobierno tiene en la mira sistemas solares distantes. Este mes, los científicos publicarán planes detallados para la primera misión del país para descubrir exoplanetas.

De acuerdo a un artículo publicado en la revista Nature, la misión tendrá como objetivo estudiar planetas fuera del Sistema Solar en otras partes de la Vía Láctea, con el objetivo de encontrar el primer planeta similar a la Tierra orbitando en la zona habitable de una estrella como el Sol. Los astrónomos creen que tal planeta, llamado Tierra 2.0, tendría las condiciones adecuadas para que exista agua líquida, y posiblemente vida.

Hasta ahora, según el reportaje, ya se han descubierto más de 5.000 exoplanetas en la Vía Láctea, la mayoría con el telescopio Kepler de la Nasa, que estuvo en uso durante nueve años antes de quedarse sin combustible en 2018. Algunos de los planetas eran cuerpos rocosos similares a la Tierra que orbitaban pequeñas estrellas enanas rojas, pero ninguna se ajusta a la definición de una Tierra 2.0.

Ilustración de un exoplaneta similar a la Tierra.

Con la tecnología y los telescopios actuales, es extremadamente difícil encontrar la señal de pequeños planetas similares a la Tierra cuando sus estrellas anfitrionas son un millón de veces más pesadas y mil millones de veces más brillantes, dijo en el artículo de Nature Jessie Christiansen, astrofísica del Instituto de Ciencias de Exoplanetas de la Nasa en California.

La misión china, llamada Tierra 2.0, espera cambiar eso. Será financiado por la Academia de Ciencias de China y está finalizando su fase inicial de diseño. Si estos pasan la revisión de un panel de expertos en junio, el equipo de la misión recibirá fondos para comenzar a construir el satélite. El equipo planea lanzar la nave espacial en un cohete Gran Marcha antes de finales de 2026.

El cohete Gran Marcha en una de sus misiones. Foto: AFP

Diez a 15 veces más poderoso que Kepler

El satélite Tierra 2.0 está diseñado para transportar siete telescopios que observarán el cielo durante cuatro años. Seis de los telescopios trabajarán juntos para estudiar las constelaciones Cygnus-Lyra, la misma porción de cielo que recorrió el telescopio Kepler. “El campo de Kepler es una fruta madura, porque tenemos muy buenos datos de allí”, dijo Jian Ge, el astrónomo que lidera la misión Tierra 2.0 en el Observatorio Astronómico de Shanghái de la Academia de Ciencias de China.

Los telescopios buscarán exoplanetas detectando pequeños cambios en el brillo de una estrella que indiquen que un planeta ha pasado por delante de ella. El uso de múltiples telescopios pequeños juntos brinda a los científicos un campo de visión más amplio que un solo telescopio grande como el Kepler. Los 6 telescopios de Tierra 2.0 mirarán juntos alrededor de 1,2 millones de estrellas a través de un parche de cielo de 500 grados cuadrados, que es aproximadamente 5 veces más ancho que la vista de Kepler. Al mismo tiempo, podrá observar estrellas más tenues y distantes que el Satélite de Sondeo de Exoplanetas en Tránsito (TESS) de la Nasa, que sondea estrellas brillantes cerca de la Tierra.

“Nuestro satélite puede ser de 10 a 15 veces más poderoso que el telescopio Kepler de la Nasa en su capacidad de estudio del cielo”, dijo Ge.

El telescopio espacial Kepler. Crédito: Nasa

El séptimo instrumento del satélite según consigna Nature, será un telescopio de microlente gravitacional para inspeccionar planetas rebeldes (objetos celestes que deambulan libremente y no orbitan ninguna estrella) y exoplanetas que están lejos de su estrella similar a Neptuno. Detectará cambios en la luz de las estrellas cuando la gravedad de un planeta o una estrella distorsione la luz de una estrella de fondo por la que pasa. El telescopio apuntará al centro de la Vía Láctea, donde se encuentra un gran número de estrellas. Si se lanza con éxito, este sería el primer telescopio de microlente gravitacional que opera desde el espacio, dijo Ge.

“Nuestro satélite esencialmente puede realizar un censo que identifique exoplanetas de diferentes tamaños, masas y edades. La misión proporcionará una buena colección de muestras de exoplanetas para futuras investigaciones”, dice.

Planetas habitables

Las condiciones para que un planeta sea habitable tienen un consenso relativamente aceptado entre los científicos. Debe existir una masa, tener órbita y rotación, una fuente de energía, una serie de elementos químicos fundamentales, atmósfera y gravedad para que ésta sea retenida, un núcleo metálico fundido que produzca un campo magnético que a su vez proteja al planeta de radiaciones, un satélite como la Luna cuya gravedad mantenga la inclinación del eje de rotación, y una distancia específica a su estrella -como el Sol- para que el agua no se evapore, ni tampoco se congele.

Este último factor es lo que se conoce como la “zona de habitabilidad”.

Este criterio, aplicable tanto a planetas como a sus satélites naturales, es lo que se busca en cuerpos fuera del Sistema Solar, llamados exoplanetas. Durante los últimos años han habido grandes avances en el área, y ya se han identificado más de 5.000 exoplanetas. Bastante, si consideramos que “sólo” comenzaron a ser conocidos desde 1992.

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