El 28 de noviembre de 1967, en el Observatorio Radioastronómico Mullard de Cambridge (Inglaterra) la estudiante de doctorado Jocelyn Bell, descubrió la primera radioseñal de un púlsar, es decir, una estrella de neutrones que emitía una radiación periódica en el espacio.
El pulso regular, de aproximadamente un segundo que descubrió Bell, lo nombró LGM1 por Little Green Man 1 (Hombrecillo verde 1), al que luego identificó como una estrella de neutrones de rápida rotación, y su importancia en el mundo de la astronomía es indiscutido. De hecho, en 1974 el Premio Nobel de Física tuvo a la publicación del hallazgo como protagonista. Pero no fue Bell la premiada, sino el radioastrónomo Antony Hewish, que dirigía al grupo de investigadores que hizo el descubrimiento años antes.
El caso de Bell, es exclusión extrema de la mujer en ciencia, y no ocurrió hace dos siglos, es reciente y da cuenta de cómo el camino para acceder a los Premios Nobel para las científicas no es fácil. En más de un siglo, el premio que entrega el máximo honor en el mundo a los logros intelectuales o humanitarios, ha sido entregado a solo 18 mujeres en en ciencias (Física, Química y Medicina). Entre ellas, Marie Curie, es una única científica que fue dos veces premiada con el Nobel de Física en 1903, y el premio Nobel de Química, en 1911.
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Marie Curie, es una única científica dos veces premiada con el Nobel, en 1903 con el de Física, y el de Química, en 1911.[/caption]
Generar igualdad
Este año, el Premio Nobel de Medicina y Fisiología se otorgó conjuntamente a los investigadores William Kaelin, Gregg Semenza y Peter Ratcliffe, por sus descubrimientos sobre cómo las células perciben y se adaptan a la disponibilidad de oxígeno. La subrepresentación de las mujeres ganadoras del Premio Nobel a lo largo de los años, destaca ONU Mujeres, "es solo otro indicador del lento progreso en la igualdad de género y por qué necesitamos generar igualdad".
Cada vez son más las mujeres que inician una carrera científica, pero siguen existiendo desequilibrios de género, especialmente en las etapas más avanzadas de la carrera científica, algo que los Premios Nobel grafica. Las dificultades para abrirse paso en su carrera o "techo de cristal", es aún una realidad.
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El comité del Nobel presentan a los ganadores del Nobel de Medicina 2019: William G. Kaelin, Gregg L. Semenza y Sir Peter J. Ratcliffe. Foto: EFE[/caption]
Cambiar ese panorama, dice Adriana Bastías, académica de la Universidad Autónoma y presidenta de la Red de Investigadoras, debe partir por nominar mujeres. "Pasa lo mismo por los Premios Nacionales en Chile, y tiene que ver con visibilizar lo que están haciendo las mujeres, visibilizar que hay mujeres que aportan a la mayoría de los grupos de investigación, pero que se invisibilizan", indica.
Si se trata de premios en ciencias, indica Bastías, deberían reflejar lo que ocurre en el mundo de ciencias en relación a la participación de hombres y mujeres. "Si las mujeres participan en que son entre 30% a 40%, una esperaría que ese porcentaje fuera también representativo en estos premios, también existen mujeres brillantes a las que premiar", sostiene.
¿Cómo romper ese techo de cristal? Principalmente, dice Bastías, se necesita visibilizar a las investigadoras que contribuyeron y son parte de esos importantes avances científicos. Y no se trata sólo de un tema de privilegiarlas por ser mujeres, agrega, sino que hay que destacarlas porque ellas hacen un buen trabajo en investigación. "Muchos colegas creen que se les está beneficiando a las mujeres, y no, este es un tema de poner la cancha un poco más pareja, no tiene que ver con beneficiar a las mujeres", destaca.
Los estereotipos de género son los que en gran medida terminan influyendo en resultados como éstos, señala Bastías. "Siempre se habla que la ciencia es muy meritocrática, pero lo cierto que la ciencia es parte de la sociedad, y es parte de una sociedad machista, por lo tanto se reproducen las conductas y los estereotipos como en cualquier otra actividad".