Valdivia, Región de Los Ríos. A bordo de una embarcación, un grupo de investigadores se prepara para comenzar una nueva jornada de trabajo en el río Cruces. Sus manos, envueltas en guantes de látex, se sumergen en el agua en busca de alguna muestra de ADN que revele la identidad de quien, sigiloso, ha pasado por ahí. Un pelo, un rastro diluido de sangre o incluso un fluido puede ser una pieza sustancial para reconstruir lo que parece la escena de un crimen, pero que lejos de ser un análisis forense, pretende recuperar la biodiversidad de la zona a través de una técnica pionera en Chile: el ADN Ambiental (eDNA).

 Todos los organismos vivos liberan moléculas de ADN al ambiente, ya sea porque pasaron esporádicamente por un determinado lugar, excretaron o se reprodujeron ahí o porque dejaron a su paso células de piel, óvulos o espermatozoides. Este puzzle genético es considerado por expertos como un "código de barras" único para cada especie, recurso que un grupo interdisciplinario de investigadores e investigadoras de la U. Austral de Chile ha comenzado a estudiar con el objetivo de identificar la presencia de animales amenazados a lo largo del humedal río Cruces, sus afluentes y otros humedales urbanos de Valdivia.

 "La técnica del ADN Ambiental consiste en recuperar moléculas de ADN que están libres en el ambiente. Sacamos muestras del agua con botellas y utilizamos un aparato para filtrarla, colocando las partículas que quedan atrapadas en un tubo con una solución que permite conservar las moléculas sin que se degraden. Esto para luego procesar las muestras en el laboratorio", explica Pablo Saenz, líder de la investigación y académico del Instituto de Ciencias Ambientales y Evolutivas de la U. Austral de Chile.

[caption id="attachment_861750" align="alignnone" width="900"]

Pablo Sáez, investigador de la U. Austral.[/caption]

 El material particulado que se obtiene en dichos filtros luego pasa por un riguroso proceso químico en el que se aísla el ADN de otras moléculas para identificar la secuencia o código genético del organismo y la especie a la que pertenece. El llamado proceso de secuenciación permite determinar el orden de los cuatro componentes básicos que forman el ADN, denominados "bases", los que sirven como una tarjeta de presentación de las especies que han estado en el agua.

"Cuando procedemos a la fase de secuenciación lo que hacemos, en palabras simples, es fotocopiar una parte del genoma del organismo millones de veces para obtener una representación fidedigna de lo que encontramos en la muestra de agua. Comparamos esos pedazos con una base de datos en la que están todos los nombres de las especies que han sido reportadas con dicha secuencia. Así podemos saber si este código es idéntico al de alguna especie ya conocida y deducir que esta liberó ADN en esa zona", dice Saenz.

Especies amenazadas

Con esta investigación el proyecto financiado por el Centro de Humedales Río Cruces busca, además, iniciar acciones de conservación para proteger a las especies en peligro, entre ellas diversos tipos de anfibios que podrían verse afectados por las sequías o mamíferos como el huillín. "Las especies enfrentan peligros bastante altos. Es claro que en la zona centro el cambio climático y las presiones humanas han afectado directamente a estos ecosistemas a través de la derivación de cauces para usos agrícolas o mineros, por lo que debemos actuar rápidamente para que el escenario no sea más dramático. En este sentido, este proyecto nos puede brindar información sumamente valiosa para tomar acciones", dice Jorge Tomasevic, coordinador científico del Centro de Humedales Río Cruces de la U. Austral de Chile.

"Hay muchas de estas especies de las que sabemos muy poco, por lo que es difícil saber con certeza cómo van a enfrentarse al cambio climático. Sin embargo, existen grupos que son más susceptibles que otros, como los anfibios por ejemplo, ya que sabemos son sensibles a los cambios del clima debido a que su capacidad de adaptación es más compleja. Si se secan los cuerpos de agua no tienen muchos sitios a los que llegar o moverse", agrega Saenz.

Durante la primera etapa de muestreo se analizaron 58 puntos distribuidos a lo largo del humedal río Cruces, sus afluentes y otros humedales urbanos de Valdivia, lo que se traduce en más de 150 km2. Actualmente la investigación se encuentra estudiando los datos recabados con la ambición de estandarizar la técnica del ADN Ambiental e implementarla en otros países.