El año 2013, una expedición del Instituto Antártico Chileno (Ianch), liderada por su actual director, el Dr. Marcelo Leppe, descubrió fragmentos de huesos amarillentos en el fondo de una ladera en el sector del Valle del Río de Las Chinas, zona cercana a las Torres del Paine, en la Patagonia chilena.
El sitio se ha transformado en el más emblemático cementerio de dinosaurios en la última década, donde han sido descubiertos algunos de los más célebres fósiles descubiertos en Chile, incluyendo el Chilesaurus diegosuarezi, quizá si el más famoso de estos dinosaurios encontrados en el país.
“Es el quinto dinosaurio que se logra descubrir acá. El estudio fue publicado en una revista muy importante (Science Advances) una revista de alto impacto, lo que grafica la importancia científica de este hallazgo”, resume Jhonatan Alarcón, investigador de la Red Paleontológica de la U. de Chile y autor principal del estudio que da cuenta de su hallazgo.
La extraña especie que reescribe historia de los dinosaurios
El descubrimientos de estos primeros fósiles fue el comienzo de una intensa investigación a cargo de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile que, tras casi una década de trabajo, no solo logró identificar a una nueva especie de dinosaurio, sino también reconstruir digitalmente la totalidad de su esqueleto y abrir el debate respecto al enigma evolutivo que su descubrimiento entraña.
La nueva especie fue bautizada Gonkoken nanoi, y corresponde a un animal herbívoro que vivió hace 72 millones de años en el extremo sur de Chile, el cual está asociado a un linaje ancestral de los hadrosaurios, grupo conocido también como dinosaurios “pico de pato”, del que no se tenía registro en todo el Hemisferio Sur. Se estima que sus dimensiones oscilaban entre los 3,5 a 4 metros de largo y que podría haber alcanzado hasta una tonelada de peso (ver infografía).
Alarcón explica que la nueva especie era un dinosaurio herbívoro, de un tipo conocido como “pico de pato”, que eran especies que podían andar en dos o cuatro patas, vivían en manada, vivían en familia y vivieron en la Región de Magallanes, en el Valle del Río de La China hace unos 72 millones de años.
“Lo interesante es que en Sudamérica ya se conocían otras especies de dinosaurios ‘pico de pato’. Se habían nombrado todas las encontradas en la Patagonia argentina por ejemplo, pero todas estas, están dentro de un grupo o una familia que se llama hadrosauridae, o si prefieres, los verdaderos dinosaurios ‘pico de pato’ o los dinosaurios ‘pico de pato avanzados’”, agrega.
La hipótesis que se tenía hasta ahora es que todas estas especies habrían evolucionado a partir de una, miembro de esta familia, que habrían llegado de Norteamérica, hace más de 70 millones de años.
Sin embargo, el hallazgo de esta especie de “pico de pato” más primitivo y en una zona más austral sugiere que hubo más de una migración desde Norteamérica. Esto significaría que los ancestros del Gonkoken habría llegado antes que los ancestros de los hadrosaurios conocidos en Argentina y habría avanzado más al sur que el resto, sobreviviendo acá como una especie relicta, “por que en en el momento que vivió este hadrosaurio sus parientes ya se habían extinguido en el resto del mundo”.
Alexander Vargas, director de la Red Paleontológica de la Universidad de Chile y uno de los autores del estudio, describe que “estos eran dinosaurios de apariencia esbelta, que podían adoptar fácilmente tanto una postura bípeda como cuadrúpeda para alcanzar vegetación en altura y a ras de suelo”.
Añade que tenían grandes picos aplanados en el extremo, semejantes a un pato (de ahí su nombre popular), pero con bordes más cortantes y enormes baterías dentales en sus mandíbulas, formadas por numerosas corridas de cientos de dientes con las cuales podían moler, triturar y cortar prácticamente cualquier material vegetal, incluyendo madera. “Poseían, además, comportamiento social, y cuidaban de sus crías”.
El origen del nombre de la nueva especie
Alarcón explica que la denominación “Gonkoken” tiene su origen en la lengua Aónikenk (tehuelches del sur), pueblo originario que habitó esta zona hasta fines del siglo XIX.
“Al igual que todos los hadrosaurios conocidos, Gonkoken nanoi poseía un pico similar al de los patos, por lo que quisimos que su nombre aludiera a esa característica”, dice Alarcón. En cuanto al término ‘nanoi’, se utilizó para reconocer a Mario ‘Nano’ Ulloa, antiguo puestero de la Estancia Las Chinas, quién fue de gran apoyo logístico en los primeros descubrimientos de animales y plantas fósiles en esta zona”.
El lugar del hallazgo contiene numerosos huesos desarticulados en excelente estado de preservación, afirma Alarcón.
Dice que además de haber descubierto una nueva especies, el hallazgo está complejizando la historia de estos dinosaurios “pico de pato” en Sudamérica, ya que, casi todos estos dinosaurios que se conocen son del Hemisferio Norte. Mientras en el norte del planeta se cuentan decenas de estas especies, en el sur apenas se han descrito seis, por lo que este descubrimiento “es un aporte novedoso al conocimiento de estos animales”.
Estas piezas, que pertenecen tanto a ejemplares adultos como a juveniles, han podido recuperarse progresivamente mediante las expediciones que realiza cada año en febrero el Inach junto a investigadores de la Red Paleontológica de la U. de Chile y de otras instituciones, un trabajo que ha permitido nutrir de evidencia el estudio de esta nueva especie de dinosaurio, la quinta descubierta en Chile luego de Chilesaurus diegosuarezi, Atacamatitan chilensis, Arackar licanantay y Stegouros elengassen, este último, además, encontrado en la misma zona que Gonkoken nanoi.
“La extracción y preparación del material para su estudio ya fue bastante difícil. La primera dificultad estuvo en la excavación en sí, porque uno sacaba un hueso y aparecía otro por debajo. Entonces, fue muy difícil extraer los huesos sin perder información y sin dañar otros elementos óseos”, señala Alarcón, quien destaca que esta labor ha permitido recuperar más de un centenar de piezas en total.
El trabajo en laboratorio prosiguió con una cuidadosa limpieza y clasificación de estos fósiles para su estudio, trabajo que continúa en proceso con piezas nuevas y que seguramente sumará nueva información a futuro.
Para el estudio, aclara, fueron ocupadas aquellas piezas más representativas o informativas de la nueva especie. “El desafío inicial en esta etapa fue distinguir o tratar de dilucidar si todos los huesos pertenecían a una sola especie o a más de una. Para ello, tuvimos que comparar los huesos repetidos y estudiar sus características”, explica Alarcón.
Agrega que una vez que se aseguraban que pertenecían a una misma especie, el siguiente desafío era compararlos con especímenes de otras partes del mundo e identificar rasgos distintivos. Eso significó revisar prácticamente toda la bibliografía existente y codificar las características de nuestros huesos en matrices para reconstruir las relaciones de parentesco con otras especies. “Al principio, pensamos que era del mismo grupo que otros hadrosaurios sudamericanos, pero a medida que avanzó el estudio nos dimos cuenta que era algo inédito”, detalla sobre el extenso trabajo de investigación.
Vértebras, huesos del cráneo tales como mandíbulas y maxilares, elementos de las extremidades y costillas, entre muchos otros huesos, fueron sometidos además a tomografías computarizadas y las piezas faltantes pudieron ser reconstruidas digitalmente gracias a la investigación desarrollada por el equipo.
Todo este trabajo permitió elaborar el esqueleto completo de un Gonkoken nanoi en formato digital. Actualmente, el equipo está en la búsqueda de recursos que permitan imprimir este esqueleto en 3D en tamaño real para su exhibición al público.
Un tesoro evolutivo en la historia de los dinosaurios
La investigación determinó que este nuevo hadrosaurio de la Patagonia chilena poseía una combinación de características que lo distinguían de otros hadrosaurios, particularmente de las formas más avanzadas de hadrosaurios que predominaron en el mundo hacia el fin de la Era de los Dinosaurios.
“Un aspecto interesante es que Gonkoken nanoi no es un dinosaurio ‘pico de pato’ avanzado, sino que se trata de un linaje más antiguo de ‘pico de pato’ transicional: un eslabón evolutivo hacia las formas avanzadas”, plantea Alexander Vargas, quien detalla que este dinosaurio tenía menor tamaño corporal que los “pico de pato” avanzados, y sus baterías dentales poseían menos corridas de dientes.
El investigador de la U. de Chile explica que los “pico de pato” están entre los herbívoros más exitosos que han existido. Las formas avanzadas de este grupo, en particular, desplazaron a otros dinosaurios herbívoros, incluyendo a linajes más antiguos del mismo grupo.
Por otra parte, si bien se originaron en el Hemisferio Norte, estos lograron extenderse hacia África e incluso hacia Sudamérica, donde sus restos son abundantes en el centro y norte de la Patagonia argentina. Lo inesperado de esta nueva especie es que corresponde a una versión más primitiva que los otros hadrosaurios descritos hasta ahora en Sudamérica agrega Vargas.
Los estudios filogenéticos y biogeográficos desarrollados por el equipo determinaron que la hipótesis más plausible es que Gonkoken nanoi provenga de formas transicionales originarias de Norteamérica, las que habrían sobrevivido en esta zona hasta el momento de la extinción masiva, ocurrida hace 66 millones de años.
En síntesis, el investigador de la Universidad de Chile sostiene que “como Gonkoken nanoi representa un linaje más antiguo, propusimos que los ancestros de esta especie pudieron llegar a Sudamérica antes que los ancestros de los dinosaurios ‘pico de pato’ avanzados: una ventaja temporal que les permitió alcanzar tierras más australes, donde los ‘pico de pato’ avanzados no alcanzaron a llegar antes de la extinción masiva. En ausencia de la competencia de los hadrosaurios avanzados, el linaje de Gonkoken habría conseguido sobrevivir hasta el final mismo de la Era de los Dinosaurios”.
Cementerio de Gonkoken
El Valle del Río de Las Chinas es un territorio marcado por el afluente que nace en la Cordillera de los Andes y fluye hacia el sur hasta desembocar en el lado oriental del Lago del Toro, en el Parque Nacional Torres del Paine.
Entre sus intrincados caminos se descubrió este verdadero cementerio de Gonkoken nanoi. Jhonatan Alarcón explica que “este yacimiento corresponde a un ‘bonebed’ o ‘cama de huesos’ debido a la inusitada abundancia de huesos de hadrosaurios. Este yacimiento se formó en las cercanías de un río, específicamente en lo que se denomina llanura de inundación, la cual, como su nombre lo indica, corresponde al área que suele inundarse con las crecidas de los ríos”.
El investigador de la Red Paleontológica de la U. de Chile agrega que, debido a la conducta gregaria de estos animales, “es posible que muchos de estos dinosaurios murieran frecuentemente en esta misma llanura y fueran cubiertos gradualmente, lo que a lo largo de los años daría lugar a una gran acumulación de restos”. La evidencia disponible sugiere que “los individuos de Gonkoken habrían muerto muy cerca del lugar en el que se fosilizaron los huesos de estos animales. Esto y la ausencia de restos esqueléticos de otros animales nos hace pensar que la principal razón para la acumulación de restos de varios individuos es el comportamiento social de estos animales, y no una razón física como, por ejemplo, la acumulación mecánica de restos por la acción del agua en la curva de un río”.
Así era la Patagonia en el cretácico
El clima, la flora, la fauna e incluso la geografía de la zona que hoy conocemos como Torres del Paine, en la Patagonia chilena, fueron muy distintas hacia el fin de la Era de los Dinosaurios. Este y otros estudios previos indican que Gonkoken nanoi vivió en un ambiente continental, más cerca de una cordillera que de la costa, caracterizado por la presencia de ríos entrelazados de alta energía y abundante transporte de sedimentos, los cuales generaban llanuras de inundación por el desborde de estos ríos.
La vegetación que existió en el ambiente donde habitó Gonkoken era diversa. “Destacan árboles del grupo de las coníferas similares a los mañios y araucarias actuales, pero más cercanamente emparentadas con especies que habitan actualmente en Oceanía. Además, existían árboles emparentados con el roble, raulí y ruil actuales, todos pertenecientes al género Nothofagus”, detalla Alarcón.
Además, no ha aparecido evidencia de la presencia de otros animales en el yacimiento de Gonkoken, hasta el momento. Sin embargo, yacimientos de esta zona del Valle del Río de Las Chinas, pero de edades un poco más antiguas (alrededor de 74 millones de años), han revelado la existencia de una gran variedad de vertebrados de fines del Cretácico, entre los que se encuentran mamíferos como Magallanodon y Orretherium, saurópodos del grupo de los titanosaurios, dinosaurios carnívoros del grupo de los megarraptóridos, otros dinosaurios herbívoros, como el ya famoso anquilosaurio Stegouros elengassen, además de tortugas de agua dulce, anuros y distintos tipos de aves.
“Aunque no se puede asegurar que Gonkoken haya coexistido exactamente con los mismos tipos de animales, la proximidad geográfica y temporal permite pensar que puede haber convivido con una fauna parecida a la encontrada en las cercanías”.