En los confines helados del Ártico, el permafrost, ese manto gélido que abarca vastas regiones del norte de nuestro planeta, ha sido un testigo silente de eras geológicas. Sin embargo, a medida que el cambio climático desencadena su desata, el permafrost milenario se desvanece, liberando secretos que podrían alterar el equilibrio global.
El permafrost es un suelo permanentemente congelado, un fósil viviente que alberga restos de plantas y animales enterrados desde dos o más años consecutivos, siendo dos años el mínimo pudiendo alcanzar miles de años. Su deshielo, impulsado por las crecientes temperaturas, desencadena una cascada de consecuencias inquietantes.
En las profundidades del permafrost yacen microorganismos que han permanecido inactivos durante milenios, una suerte de cápsulas del tiempo microbianas.
Científicos temen que peligroso virus “Factor X” surja del permafrost de la Tierra y desate una catástrofe
La temida posibilidad de que patógenos prehistóricos, hasta ahora desconocidos, se liberen al mundo moderno debido al calentamiento global plantea un riesgo potencialmente catastrófico.
“Existe un factor X del que realmente no sabemos mucho”, dijo a Newsweek Birgitta Evengård, profesora de enfermedades infecciosas en la Universidad de Umeå en Suecia . “En lo profundo del permafrost debe haber microbios, especialmente virus, pero también bacterias, que ya existían en la Tierra mucho antes de que existiera el Homo sapiens.”
En las últimas décadas, el calentamiento en el Ártico ha sido mucho más rápido que en el resto del mundo, hasta cuatro veces. Con el aumento de las temperaturas globales, el permafrost se derrite a un ritmo alarmante.
En su interior, virus como el ántrax, la viruela o virus prehistóricos, que se creían erradicados o desconocidos, podrían desatar una serie de enfermedades mortales después de estar en letargo.
El peligro no radica solo en su liberación, sino en la falta de inmunidad humana ante estas enfermedades resucitadas. “Hay muchas cosas que no sabemos, y lo que muy pocas personas han investigado es el permafrost”, dijo Evengård.
El mundo todavía se está recuperando de la mortal pandemia del Coronavirus que mató a casi siete millones de personas, y la probabilidad de que se produzca otra pandemia en la próxima década es de un 27,5%, según estudios internacionales. Debido a cómo funcionan las enfermedades infecciosas, es probable que la mayoría de las epidemias tengan su origen de animales salvajes, lo que se conoce como zoonosis.
Los estudios han demostrado que los brotes de enfermedades zoonóticas están aumentando, tanto en número como en diversidad, y se espera que las muertes sigan aumentando en un promedio de casi el 10 por ciento cada año. En julio de 2021 un grupo de científicos identificó que virus como el Lassa, Ébola, Seúl, Nipah, Hepatitis E y Hanta podrían convertirse en la próxima pandemia.
Científicos temen que el peligroso virus “Factor X” surja del permafrost de la Tierra
El año pasado un grupo de científicos en Francia revivieron siete virus que estuvieron congelados durante miles de años en el permafrost siberiano. El virus denominado Pandoravirus, incluyó el ejemplar más antiguo revivido hasta ahora, pues uno de ellos tiene 48.500 años, un récord mundial.
El más joven había estado congelado durante 27.000 años, y el más antiguo, Pandoravirus yedoma, estuvo congelado durante 48.500 años. Ahora bien, este virus solo ataca a la ameba. Sin embargo, demuestra que los virus son increíblemente resistentes, capaces de sobrevivir indefinidamente cuando se conservan congelados.
“Si los virus de las amebas pueden sobrevivir tanto tiempo en el permafrost, esto sugiere fuertemente que los que infectan a animales/humanos podrían seguir siendo infecciosos en las mismas condiciones”, dijo a Newsweek Jean-Michel Claverie, quien dirigió el estudio . “Además, sabemos que el ADN [de los virus que infectan animales/humanos] se detecta en el permafrost “.
En 2016, un brote de ántrax en el norte de Siberia mató a más de 2.000 renos y a un niño de 12 años. Se cree que el origen de la enfermedad se debía al cadáver de un animal infectado que había estado congelado mucho tiempo en el hielo siberiano, ya que según Evengård el virus tiene una pared celular muy gruesa, por lo que puede permanecer en un sueño prolongado durante cientos de años y luego volver a la vida.
Lo que se encuentra en el permafrost podrían ser “virus de enfermedades extintas como la viruela; el siempre presente ántrax, a través de zonas contaminadas con esporas; y también la propagación acelerada de enfermedades que ya se sabe [existen] en el Ártico actual, como la tularemia, una infección bacteriana grave o la encefalitis transmitida por garrapatas”, señala Claverie.
Y eso sin hablar de la materia orgánica que lleva millones de años inactiva encerrada en el suelo helado: 1.700 millones de toneladas de carbono podrían liberarse junto al metano en la atmósfera, siendo dañino para la capa de ozono.
El calentamiento del Ártico también está haciendo que estas regiones polares sean más habitables. “El riesgo para la salud pública proviene de la liberación acelerada de virus previamente congelados combinada con una mayor exposición humana”, dijo Claverie.
Dado que la carga viral que está encerrada en el permafrost es masiva, si se libera en el transcurso de un par de décadas posiblemente podría desencadenar una gran cantidad de nuevas infecciones virales en el mundo.