A medida que las cifras de la pandemia disminuyen en Chile, ya se comienza a hablar de levantar la cuarentena. La larga “hibernación nacional” estaría llegando a su fin.
Los científicos llaman a la cautela. A reabrir, pero cuidadosamente, con distanciamiento social y uso de mascarillas.
Hay espacios en los cuales esas precauciones serán posibles. Pero en otros no, como al comer en un restaurante o ir al dentista, por ejemplo.
Ese riesgo exponencial está dado por parámetros como el número de personas en el lugar, si más de un individuo interactúa en una reunión o espacio público, mayor es el riesgo de infectarse con Covid-19. También por el tiempo, cuanto más se extienda el lapso en esos espacios más posibilidades de infectarse. Y si en esos lugares es factible gritar, cantar o hablar en público, como en un concierto o iglesia, el peligro es mayor (ver infografía).
Como la principal vía de contagio de Covid-19 es la respiratoria, a través de secreciones y gotitas que salen de personas contagiadas al hablar o al estornudar, se ha definido que la distancia a la que se mueven esas gotitas no es más de dos metros. Entonces la mayoría de las situaciones cotidianas al salir de la cuarentena deberían considerar esa distancia, explica Ignacio Silva infectologo y académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Santiago, “cualquier situación en la que se puede mantener dos metros de distancia entre persona y persona, es de menos riesgo”.
Otro elemento que habrá que tener en cuenta es si se trata o no de lugares cerrados. En los lugares con mucho hacinamiento, la circulación del virus es mayor. Si bien el virus no permanece suspendido en el aire, dice Silva, algunos estudios demuestran su presencia en el aire. “Pero no se ha demostrado que ese virus sea un riesgo muy alto de contagio, porque la mayoría de los contagios es por esas gotas que se desplazan no más allá de dos metros y que quedan sobre las superficies”.
El encierro puede favorecer el contagio, condición que se da, por ejemplo, en un cine, oficinas, en una sala de reuniones cerrada o en un restaurante donde no se pueden abrir las ventanas. Aquellas son situaciones de alto riesgo, indica Silva. “Diferente es si esa actividad se puede realizar al aire libre a más de dos metros de distancia, ahí el riesgo es mucho menor, sin duda”.
Conciertos o eventos en que se junten muchas personas también tendrán que esperar. Todas esas instancias son de riesgo. “En general se habla de un máximo de 50 personas en un lugar abierto como un rango de seguridad en que se puede mantener la distancia prudente, y la capacidad de lavarse las manos y usar alcohol gel”, dice Silva.
Siempre mascarilla
Algo sí es seguro en el actual escenario, mientras no exista una vacuna, siempre será recomendable el uso de mascarilla. Es una de las medidas que más disminuye la dispersión de las gotitas respiratorias.
Las mascarillas quirúrgicas se pueden usar hasta que se humedezcan o hasta que se ensucien o rompan. Pero si una persona cantan o corre es probable que dure mucho menos que el promedio de dos a tres horas, acota Silva. “Diferente es si está en una oficina, tranquilo, donde puede durar cuatro a seis horas sin problema. Todas las situaciones que generan mayor cantidad de secreciones respiratorias tienen más posibilidad de humedecer la mascarilla y que pierda su protección.
Christian García, doctor en Salud Pública y académico de la Universidad de Santiago, indica no se puede plantear una iniciativa sin tener claro antes un plan de cómo se establecerá el fin de la cuarentena. “Esto es importante, porque un plan debe tener etapas, y tiene que definir ciertas cosas, cómo cuáles son las áreas de la economía que tienen que ir liberándose, cómo se tienen que liberar, y cuáles son los hitos epidemiológicos, pero también operacionales o de disponibilidad de recursos”.
El manejo de las aglomeraciones. Cómo, cuándo y qué se va hacer en relación al transporte, dice García, son decisiones que tienen repercusiones en el trabajo y muchas otras áreas. “Todo eso hay que tenerlo claro desde antes y no al momento de abrir, porque si no se pueden generar problemas, porque ya sabemos que no hemos respondido bien a las señales”.
Es una realidad el cansancio de la población con las cuarentenas, reconoce García, “pero necesitamos darles las condiciones para que puedan hacer todo de manera más cómoda”. Eso significa desde el punto de vista de salud mental tranquilidad en cuanto a la seguridad laboral, ejemplifica. “Esto no es solo un problema sanitario, es un problema social, con repercusión sanitaria importante”.
De aquí a fin de año se van a ir relajando las medidas. Pero no se van a abrir todos los espacios. “La mayoría de los centros educacionales van a tener sus actividades on line, y la recomendación también es esa el tener el máximo de actividades así y seguir manteniendo el distanciamiento social”, plantea García.