La pandemia por Covid-19 obligó a los establecimientos educativos de todos los niveles en el país a suspender sus clases. La alternativa fueron las clases a distancia.
Sin embargo, esa medida de emergencia no pudo eliminar las diferencias previas que existen a nivel educativo, dadas principalmente por nivel socioeconómico.
No todos los estudiantes tuvo clases on line. Si el 84,3% de los alumnos de enseñanza básica y media del quintil superior (el más rico) recibieron clases por videoconferencia ese porcentaje disminuye a medida que cae el nivel socioeconómico. Así, en el cuarto quintil la cifra es de 72,4%, en el tercero baja a 70,4%, en el segundo 66,5% y en el primero (el más pobre), es de 60,6% (ver infografía).
Los datos fueron dados a conocer durante la presentación de la Encuesta Longitudinal de Empleo en Tiempo Real realizada por el Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, en su capítulo especial sobre clases online, computadores y acceso a internet durante la pandemia.
Este capítulo, explica David Bravo, director del Centro UC de Encuestas y Estudios Longitudinales, buscaba saber desde la perspectiva de los hogares, cómo están ocurriendo las clases a distancia,
El estudio, seguimiento de una muestra representativa de aproximadamente 16 mil hogares en todo el país, señala que, si se observa la proporción de clases por videoconferencia según dependencia del establecimiento en el caso de educación básica y media, esas diferencias se repiten: en los establecimientos municipales y públicos el porcentaje alcanza el 61,2%, en los particulares subvencionados llega al 74,2% y en los particulares pagados es de 89,9%.
Los niveles socioeconómicos más bajos, en tanto, son los que en mayor proporción recibieron textos o material educativo impreso en educación básica y media. Si en el quintil superior ese porcentaje es de 10,2%, en el quintil inferior fue de 22,1%.
En cuanto a los dispositivos usados para acceder a las clases también existen brechas. Mientras en los hogares con menos recursos el 29,4% de las y los estudiantes accedió a través de un computador propio y el 19,3% con un computador compartido en el hogar. En cambio, esas mismas cifras en los hogares con más recursos, el 61,4% accedió a través de un computador propio, el 21,9% con un computador compartido.
Diferencias en hogares
En educación superior también se aprecian diferencias. El porcentaje de alumnos de hogares con menos recursos que accedieron a clases a través de un computador propio fue 69,6% y el 19,6% lo hizo con computador compartido en el hogar. Mientras que en los estudiantes de hogares con más recursos, ambas cifras suben a 77,9% y 11,3%, respectivamente.
“El interés fue por saber cuán frecuente era estar en clases on line, cómo eso se diferenciaba por nivel socioeconómico y cuán variada era la realidad, junto con saber cómo estaban asistiendo a esas clases, cómo sacaban ese material en internet y si el computador que usaban era propio o compartido”, indica Bravo sobre el estudio.
Bravo detalla que el estudio muestra el desigual acceso a clases virtuales. "Con la desigualdad que esa modalidad reporta, pero es lo más cercano a una clase con horario y con cierta rutina, las diferencias socioeconómicas siguen siendo importante y la brecha es grande, y esa es una discusión importante”, resalta.
El estudio notó además un aumento en el acceso a internet. Según datos de Casen 2017, el 74,9% de los hogares contaba con internet y hoy, detalla el estudio UC, es de 81,7%.
En Chile, del total de 6,57 millones de hogares, 4 millones dispone de algún computador en uso y funcionamiento, y en la proporción de hogares por quintil que tiene un computador exhibe una tendencia ascendente según aumenta el NSE: Si el 82,9% del quinto quintil posee uno, en el primero baja a 44,4%.
Al indagar en el número de computadores promedio por quintil, también hay diferencias: 0,57 en el quintil I y 1,61 en el quinto quintil.
Al ver las cifras se una gran diferencia en tipos de materiales o formatos a los que acceden los estudiantes según su nivel socioeconómico dice el director nacional de Junaeb, Jaime Tohá, “y si uno lo revisa, eso tiene directa correlación en el acceso que tienen a conectividad, a internet y a tener computador en la casa”.
Un futuro con clases on line
Ante la probabilidad de que la modalidad de clases on line permanezcan a futuro, es “importante saber qué medidas se están tomando para mejorar la experiencia, porque nos va a ocurrir que volvamos de una vez más, y esta brecha es peligrosa porque va a ahondar las diferencias que existen”, detalla Bravo.
Tohá señala que es evidente que se produce una brecha cuando no existe la posibilidad de contar con un recurso educativo como un computador o como internet. Lo cual demuestra dos cosas, añade, el lugar importante que tienen las clases presenciales para no profundizar más esta brecha, y "segundo, refuerza el valor del programa de Junaeb de entregar computadores que buscan disminuir la brecha digital”.
Susana Claro, profesora la Escuela de Gobierno UC, ingeniera civil y doctorado en educación en la Universidad de Stanford, indica que saber los efectos que han tenido estas diferencias en la brecha en educación, “es la gran pregunta que no podremos contestar hasta que la Agencia de Calidad de Educación pueda levantar la información necesaria y compararla con las brechas pasadas, que ya eran gigantes”.
Lo que sí se sabe por experiencia en crisis pasadas, añade Claro, es que cierres de colegios por paros, y también por los datos que se están recogiendo en Europa, aumenta la desigualdad en aprendizajes. “Y esto no solo porque un grupo está recibiendo menos oportunidades de clases online sino también porque se enfrentan a nuevos riesgos al estar en sus casas y enfrentar una crisis, aumenta el embarazo adolescente, por ejemplo, y violencia familiar”.
La reanudación de clases, o más bien, dice Claro, la reanudación de algún tipo de encuentro presencial donde los docentes puedan encontrarse con estudiantes y complementar el trabajo remoto con actividades presenciales, será posible al ir ganando la confianza de las familias de a poco. "Si la ciudadanía ve que como la comunidad educativa, logramos ponernos de acuerdo de que esto es prioridad y que debemos buscar soluciones flexibles, diversas para cada comunidad y cambiantes según la experiencia que vamos ganando”.
“Estamos en un mundo incierto y probablemente esto sea la norma en el futuro, y en este nuevo escenario debemos acostumbrarnos a identificar los principios que regirán nuestras decisiones y a adaptar las decisiones de acuerdo con estos principios y el escenario cambiante”, destaca Claro.
¿Qué debería primar? El bienestar emocional, físico y social de estudiantes, dice Claro. Y eso depende de tener una relación periódica con su profesor o profesora en un espacio seguro y estimulante. “La escuela, tanto el espacio físico como lo que ocurre en ella, es un gran ecualizador en muchas dimensiones de niños y niñas”, aclara.