El último informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la Organización de Naciones Unidas confirmó una preocupación generalizada. Si no trabajamos con esmero en cambiar nuestros hábitos de consumo, como el de energías fósiles, nuestra manera de relacionarnos con el medio ambiente acarreará consecuencias devastadoras para la humanidad.

Hoy sabemos que existen unos 40 mil millones de planetas , con características similares a la Tierra en la Vía Láctea -nuestra galaxia-, en cuanto a tamaño, gravedad, temperatura, y con el potencial de contener agua líquida. Es decir,   que podrían ser habitables. Estos datos nos hacen ilusionarnos con la idea de que la humanidad tendrá refugios para su proyección cuando el planeta Tierra ya no sea un hábitat para la vida humana. Sin embargo, llegar a la estrella más cercana, Alfa Centauro, que se encuentra a 4,2 años luz de distancia, nos tomaría miles de años. Por lo tanto, es necesario poner una nota de cautela y asumir que la colonización de nuestra galaxia está muy lejana y, por lo mismo,  no podemos descuidar nuestro hábitat, el único que tenemos, si queremos legar a nuestra descendencia un planeta en el que puedan desarrollarse plenamente.

Todas estas certezas no hubiesen sido posible sin el desarrollo de la ciencia, y por esto, es fundamental potenciar la investigación para fomentar un crecimiento amigable con el entorno. El cambio climático es una realidad y es problema de todos, por lo que tomar medidas urgentes, es tarea de la sociedad en su conjunto, en especial de quienes se desenvuelven en el ecosistema de la ciencia, la tecnología y la innovación. En ese sentido, el desafío de nuestro país, de sus investigadores, universidades, estudiantes y centros de investigación, es colaborar con la humanidad en la búsqueda de respuestas que permitan mitigar los daños que le estamos infringiendo a la Tierra. Chile posee laboratorios naturales inigualables para el estudio del cambio climático, y hoy   estamos en condiciones de aportar, además, con el conocimiento y la masa crítica generados en las últimas décadas.

Hasta ahora Chile se ha desarrollado en el ámbito científico sin tener políticas claras o un norte definido. La nueva institucionalidad que debe comenzar a implementarse en el mediano plazo, deberá generar una guía y un vector, para que la ciencia se ponga al servicio de las necesidades de las personas. Hacernos cargo del cambio climático o descubrir aplicaciones para mejorar las viviendas, reciclar aguas servidas o aprovechar mejor las energías limpias, son desafíos que podremos cumplir gracias al ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.

En 2022, Chile debería alcanzar 30 mil dólares per cápita según el último reporte del World Economic Outlook del FMI. Si logramos alinear nuestra política científica en función de las aplicaciones prácticas, más chilenos podrán gozar de esas alentadoras cifras y por ende, habrá más oportunidades de generar cambios en nuestro propio país, acordes a una sobrevivencia planetaria.