Columna de Camilo González Ruilova: “El agua es vida”
Parece cliché, pero la frase “El agua es vida”, que frecuentemente escuchamos o leemos en distintos contextos y motivos, es una gran verdad que realza el valor de este compuesto químico, que en estado líquido es de necesidad vital para los humanos y los seres vivos en general.
Hace unos días se publicó un estudio en la revista Nature, acerca del origen del agua alrededor de una estrella similar al Sol. Los resultados de la investigación mostraron que el agua estaría presente inclusive antes de la formación de las estrellas y los planetas que las orbitan. Las zonas de formación estelar son grandes nubes de polvo y gas, formadas por la explosión final (supernova) de una estrella muy masiva, varias veces la masa del Sol, en donde la estrella moribunda en un acto propio de una película de acción hollywoodense, dispersará todo el material del que está compuesta, formando estas nubes que serán la cuna para futuras nuevas estrellas.
Es por esto que cuando las estrellas comienzan a formarse, usan como nutrientes todo el material que disponen a su alrededor y que es parte de la nube, incluyendo variados elementos y compuestos químicos como el agua, o moléculas que al interactuar podrían generar agua. Es así como todo ese material empieza una danza circular alrededor de las estrellas superjóvenes que comienzan su etapa de crecimiento, formando un disco protoplanetario, donde a su vez, y varios miles de años después, se formarán los planetas que orbiten esa estrella.
Entonces, volviendo al descubrimiento con el que partimos, el estudio de estrellas jóvenes con un disco protoplanetario donde aún no se forman los planetas, se vuelve algo indispensable y lógico a la hora de entender cómo se formó nuestro Sistema Solar y los materiales que fueron parte de su creación. De esta forma, detectando agua alrededor de estrellas muy jóvenes, este grupo de científicos —con participación nacional—, logró concluir que el agua es uno de los ladrillos fundamentales en la creación de sistemas planetarios, y que, en nuestro caso, existía incluso antes de que se formara el Sol y la Tierra.
El pasado 22 de marzo se celebró internacionalmente el día mundial del agua, con el fin de tomar conciencia y discutir acerca del uso y disponibilidad del agua potable en el planeta. Grande fue mi sorpresa al enterarme de las cifras respecto de la distribución y cantidad de agua existente en la Tierra: toda el agua potable disponible cabría como una gran gota sobre la superficie de Estados Unidos. Dicho de otro modo, si la gente del mundo estuviese representada por solo 100 personas, entre 50 y 60 de ellas podrían acceder al agua potable, sin contaminantes y de forma barata, y todo el resto tendría que pagar altas cifras de dinero, o simplemente arriesgarse a beber agua sucia con un alto riesgo de no sobrevivir.
Entre astrónomos siempre discutimos lo difícil que es mostrar a la gente las distancias o tamaños de los diferentes objetos del Universo, porque son dimensiones tan poco familiares para nosotros, que nos cuesta mucho trabajo siquiera imaginar estas magnitudes. Lo mismo me pasó con los informes que leí acerca del agua. Algo que es tan natural para nosotros, como abrir el grifo cada día para beber o lavar, hace que menospreciemos el valor de este líquido vital.
Volviendo a la investigación científica con la que empecé esta columna, el agua detectada se encontraba en forma gaseosa, por lo que en las partes más alejadas de la joven estrella se podría congelar y quedar incrustada en los granos de polvo o pequeñas rocas del disco protoplanetario. Con esto, no solo sabemos que el agua existía antes que la Tierra, sino también que probablemente llegó junto con cometas o asteroides desde la parte más externa del Sistema Solar, lo que se especulaba desde hace mucho tiempo.
Además, desde el punto de vista biológico, sabemos que el agua fue fundamental en la aparición de vida en nuestro planeta, ayudando en reacciones químicas que constituyeron a los primeros seres vivos, y que es indispensable para que los humanos podamos sobrevivir. Al final de cuentas es más fácil morir de sed que de hambre.
Teniendo en cuenta que gran parte del agua en la Tierra pudo venir desde el espacio, y que muy poca de esa agua es potable, no pude más que sentirme culpable al recordar todas las veces que dejaba la llave del baño abierta mientras me lavaba los dientes, o de todas las veces que usaba la lavadora con muy poca ropa dentro. Es así como nos damos cuenta de que en el Universo hay agua en muchísimas partes, pero así mismo, perdemos la noción de su gigantesco valor. No pude sacarme esa frase de la mente durante la última semana: “El agua es vida”.
*Camilo González Ruilova, doctorando de la Universidad Diego Portales y colaborador de la Fundación Chilena de Astronomía.
Comenta
Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.