La costa chilena, particularmente su área montañosa, constituye un refugio de biodiversidad de fauna, flora, y funga, presentando un alto nivel de endemismo y de diversidad genética, evolutiva, y ecosistémica. Poblaciones importantes de animales emblemáticos como el monito del monte y de árboles como la araucaria y el alerce, habitan la costa nacional. Si bien sus ecosistemas terrestres y oceánicos están estrechamente relacionados, la Costa chilena sufrirá graves consecuencias debido al cambio climático.

Probablemente el reciente reporte del Panel Intergubernamental en Cambio Climático sea el último que arroje escenarios donde la temperatura global “solo” aumente en 1.5ºC, ya que esta posiblemente aumente en promedio unos 3.2ºC al finalizar el siglo XXI. Esto es desconsolador y muy preocupante, ya que la inmensa mayoría de los organismos no están adaptados a cambios tan bruscos de temperatura en tan poco tiempo.

Incluso para la población humana, se ha estimado que existirán muchas zonas del planeta donde habrá tanta temperatura y humedad que serán literalmente inhabitables. De igual forma, en nuestra costa chilena aumentarán significativamente los días sobre 40ºC en el verano, lo que sumado al viento y a la acción humana magnificará los mega-incendios, que se harán cada vez más comunes.

Asimismo, en nuestras costas disminuirán significativamente las lluvias, y por ende la humedad del suelo, afectando gravemente la producción agrícola. Se espera hasta un 10% de pérdida de la biodiversidad.

Ante esto, el mismo informe enumera algunas formas de mitigación, que incluyen transicionar hacia energías verdes, cambiar los combustibles fósiles, así como la captura de carbono en la agricultura, entre otras. En la misma línea, el reporte indica que el aumento de las áreas protegidas o de conservación son una de las acciones más eficientes contra el cambio climático, debido a la enorme cantidad de gases de efecto invernadero que estas áreas capturan.

Imagen referencial: Agencia Uno

Por ejemplo, un reciente estudio, estima que el promedio de carbono por hectárea (508MgCha−1) almacenado en parques nacionales de la Patagonia chilena, es el doble que en bosques prístinos del Amazonas. Esto significa que debemos reforzar significativamente la protección de nuestras áreas de conservación, con mayor inversión pública y privada. Y crear nuevas áreas de conservación, corredores biológicos, reducir la parcelación del territorio, y densificar las ciudades y áreas agrícolas.

*Dr. César Marín, profesor titular de la Facultad de Ciencias de la Universidad Santo Tomás e investigador del Centro de Investigación e Innovación para el Cambio Climático (CiiCC).