Chile se identifica como una nación marítima gracias a sus más de 4 mil kilómetros de costa, pero vivir cerca del mar no significa tener un conocimiento completo sobre el océano y su biodiversidad.
Hablamos sobre el mar y sus recursos en dos momentos del año: durante la semana santa, cuando nos preocupamos por los precios de los pescados y mariscos y por el menú para esa fecha; y durante mayo, cuando recordamos las glorias navales y se realizan actividades en el llamado “Mes del Mar”.
Pero, pese ser un país litoral, en realidad nos preocupamos poco por el océano y sus recursos. Asimismo, no nos preguntamos sobre el origen de las especies que consumimos. Cabe preguntarse en ese sentido si ¿Consideramos si el pescado que compramos fue capturado en las cercanías o si necesitó viajar miles de kilómetros para llegar a nuestra mesa?
O sin ir más lejos, ¿Nos cuestionamos si su origen se encuentra en la pesca artesanal, industrial o de cultivo? Todas preguntas que podríamos considerar por ejemplo al elegir comprar un pescado fresco de las costas de la zona como podría ser la palometa o el jurel y preferir este tipo de especies por sobre otras que vienen desde el sur del país como la reineta o la merluza.
Desde otro punto de vista, cabe comentar que lamentablemente hay muchos factores que amenazan a la biodiversidad, y hay uno que es muy peligroso y de actuar silencioso. Esta amenaza está representada por la falta de información, el desconocimiento y la falta de apropiación de nuestro patrimonio biológico.
Los científicos han escrito y estudiado mucho sobre el mar y sus recursos, pero esa información no está disponible en un lenguaje apropiado y cercano, no está presente en las escuelas, ni está al alcance de las comunidades. El desafío que enfrentamos entonces es reducir la brecha entre el conocimiento producido por la academia y la información que finalmente se transmite a las comunidades y los territorios.
Necesitamos como país trabajar en la divulgación científica, que es la transmisión de las investigaciones en un lenguaje que pueda entender cualquier persona, y es un desafío que me parece pertinente plantear en el llamado “Mes del Mar”, en el que muy poco abordamos realmente sobre la realidad actual de nuestros recursos marinos y su protección.
*Cristian Araya Jaime es académico del Departamento de Biología y del Instituto de Investigación Multidisciplinaria de la Universidad de La Serena.