La ciencia en Chile, que se financia principalmente de fondos estatales a través de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), no había presentado un aumento importante en su presupuesto al menos en los últimos 10 años. Esta situación poco se condice con el incremento de investigadores e investigadoras que postulan cada año a este tipo de fondos, generando una fuerte competencia para la obtención de estos, y donde la adjudicación por mujeres científicas alcanza alrededor de un 30%, cifra que disminuye en la medida que los proyectos se complejizan, como por ejemplo en los concursos para la creación de Centros de Investigación.
Estas diferencias se ven amplificadas cuando se mira hacia las regiones, siendo la falta de recurso humano especializado, equipamiento e infraestructura, y tiempo efectivo de dedicación a la investigación, algunos de los factores que podrían estar afectando las postulaciones y al desarrollo de investigación regional.
La ciencia en Chile, que se financia principalmente de fondos estatales a través de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), no había presentado un aumento importante en su presupuesto al menos en los últimos 10 años. Esta situación poco se condice con el incremento de investigadores e investigadoras que postulan cada año a este tipo de fondos, generando una fuerte competencia para la obtención de estos, y donde la adjudicación por mujeres científicas alcanza alrededor de un 30%, cifra que disminuye en la medida que los proyectos se complejizan, como por ejemplo en los concursos para la creación de Centros de Investigación.
Estas diferencias se ven amplificadas cuando se mira hacia las regiones, siendo la falta de recurso humano especializado, equipamiento e infraestructura, y tiempo efectivo de dedicación a la investigación, algunos de los factores que podrían estar afectando las postulaciones y al desarrollo de investigación regional.
Si bien el Estado ha contribuido a sutiles aumentos de la participación femenina en dichas áreas, las instituciones de educación superior en regiones también tienen la responsabilidad de potenciar la formación de núcleos de investigación que incluyan políticas de género, un sello territorial, y que promuevan la especialización de profesionales a través de programas de postgrado. No es trivial que las postulantes al Doctorado de Conservación y Gestión de la Biodiversidad de la Universidad Santo Tomás planteen temas de tesis con problemáticas de conservación propias de sus regiones de origen, lo que refuerza la idea del potencial de las mujeres en generar conocimiento y resolver problemática en cada territorio.
Aunque falta mucho que avanzar para descentralizar la investigación, incluyendo políticas de género, aumento de presupuestos, modificación de instrumentos de evaluación, como mujeres científicas tenemos la tremenda responsabilidad de visibilizar nuestro rol en la ciencia desde la infancia, no solo posicionándolo dentro de una dinámica históricamente masculina, sino considerando las distintas aristas que hemos tenido que transitar – como madres, hijas, compañeras, hermanas, amigas, etc – demostrando que la vocación y dedicación a la ciencia no es incompatible con los roles y aspiraciones personales de cada una de nosotras y que todas desde nuestros territorios podemos contribuir al desarrollo sustentable del país.