Columna de Juan Carlos Beamín: “Más que imágenes bellas”
En las últimas semanas hemos visto algunas de las más increíbles imágenes del cosmos gracias al nuevo telescopio espacial James Webb Space Telescope o JWST.
Ante la expectación mundial, la Nasa dio a conocer vistas del Universo temprano, zonas de formación estelar con miles de estrellas y el gas que las rodea, grupos de galaxias que interactúan y chocan, así como imágenes de los restos que dejó la muerte de una estrella. Y, esta semana, fue el turno de Júpiter, nuestro hermano mayor del sistema solar.
Se trata de una fotografía impresionante, en la que vemos las franjas que cruzan al planeta de forma horizontal -que corresponden a grandes masas de nubes que se mueven-, así como también podemos apreciar la clásica gran mancha roja que, en este caso, se ve blanca debido a que el JWST está observando la luz infrarroja del planeta y no la que nosotros veríamos con nuestros ojos si estuviésemos allí. Además, una de las cosas que al menos a mí me llama mucho la atención, son los hipnotizantes brillos de color anaranjado que vemos en los polos.
Esta y otras fotografías parecen ser ideales para un fondo de pantalla de tu computador o teléfono, pero no nos quedemos solo con esto. La astronomía es mucho más que imágenes bonitas para deslumbrarnos, el Webb es mucho más que un juguete de 10 mil millones de dólares que se encarga de producir las imágenes que irán, por defecto, en las próximas ediciones de Windows e iOS. Es un laboratorio de última generación, cuyos objetos de estudio están tan lejos que se hace absurdo medir en kilómetros, definiendo una nueva unidad de distancia llamada año luz.
Por lo tanto, estas bellas postales deben hacernos reflexionar respecto a lo que estamos viendo y lo que significan. Cada región del Universo que se observa a través del JWST y los grandes telescopios en el norte de Chile, tiene una razón fundamental, y es ayudarnos a comprender mejor la naturaleza, los procesos físicos, comparar lo que nos dicen las teorías físicas y matemáticas con lo que realmente sucede en el Universo.
Por ejemplo, los brillos naranjas en los polos de Júpiter nos muestran la interacción de las partículas redirigidas y aceleradas por el campo magnético de Júpiter, y una vez que estas partículas se estrellan contra los átomos de la parte alta de su atmósfera dan lugar a auroras polares, tal como sucede en la Tierra, pero hasta ahí podemos ver similitudes, pues a diferencia de la Tierra, el campo magnético de Júpiter es un millón de veces mayor que el de nuestro planeta, y las partículas que se estrellan en la atmósfera para producir las auroras no provienen del sol, como en el caso de las bellas imágenes que se dan cerca de los polos terrestres. El campo de Júpiter es mucho más poderoso y repele todas las partículas solares, por ende, la explicación es que estas deben generarse en sus satélites más internos como “Io”, que con su activo vulcanismo, podría ser el responsable de enviar el material para que veamos las auroras de Júpiter.
Gracias al James Webb es posible conocer prácticamente cada detalle del cosmos, a través de sus increíbles imágenes, pero al menos, y en un verdadero acto de humanidad, detengámonos un minuto, reflexionemos, y seamos capaces de ver más allá de la belleza superficial, e intentemos comprender que mientras más en profundidad conozcamos cómo funciona el Universo, más probable es que la sociedad siga avanzando. Eso, es un beneficio para todos.
*Astrónomo Fundación Chilena de Astronomía
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