Columna de Juan Carlos Poveda: “La música en la formación emocional de niñas y niños”
“Qué gris estaba la tarde, tenía mojado los pies. Me senté en la ventana, mirando la lluvia caer. Pensaba qué lindo sería si el sol pudiera venir a brillar un poquitito en medio de la tarde gris”. Estas palabras, que encajarían perfectamente en alguna balada melancólica escrita por adultos para adultos, provienen más bien de una música dirigida principalmente hacia una audiencia infantil. “La tarde del arcoíris”, escrita por María de la Luz Corcuera para el último álbum de la agrupación de música para la infancia Mazapán La ballena Filomena (2019), es una canción que en su lírica, lenguaje y dotación instrumental -cello, dos guitarras, flauta traversa, viola da gamba, violín, charango y metalófono- resultan lejanas a lo que tradicionalmente se entiende por “música infantil”, nos ilumina sobre la importancia de legitimar en la vida de niñas y niños emociones y sentimientos no siempre aceptados por el mundo adulto, tales como la frustración, rabia, introspección, ensoñación, miedo, melancolía o tristeza.
Si bien, atendiendo al dictamen de los desenlaces dramáticos tradicionales, en “La tarde del arcoíris” la tristeza es “superada” gracias a la aparición de un arcoíris, el sentimiento inicial de tristeza de la canción no es aquí castigado ni reprimido sino que, al contrario, se le concede un espacio y se lo considera como un estado natural en la vida de las personas, digno de ser vivido, reflexionado y, finalmente, legitimado.
De este modo, la música de Mazapán asume en estos casos -y en muchos otros dentro de una exitosa trayectoria de más de cuatro décadas- no solamente una riqueza formativa y estética, sino también una postura política que permite comprender y valorar a niñas y niños en su real complejidad, desplazando la atención y la expectativa de “los que aún no han llegado a ser” –es decir, adultas y adultos– a lo que realmente “son”, personas con derechos y capacidad de agencia.
Celebro canciones como “La tarde del arcoíris” y las sumo, como padre y docente de futuras y futuros docentes, a propuestas como el filme de Peter Docter y Ronnie del Carmen, Intensamente (Pixar-Disney, 2015), la cual instala -vale decirlo, en un difícil y estereotipado mercado del entretenimiento para infantes- la idea de que cada una de las cinco emociones (tristeza, ira, miedo, desagrado y alegría) que conducen la vida de la niña Riley, personaje central del filme, son protagonistas de igual importancia y trascendencia.
Cerrándose la primera década de este siglo, la intelectual independiente Sara Ahmed nos ofrecía su mirada crítica en torno a la idea o “promesa de felicidad” tan instalada en la sociedad capitalista globalizada. Dicha idea y promesa adquieren en este contexto un carácter imperativo, siendo cuestionada por esta académica de origen británico como objeto de deseo individual y social, dado que su logro puede implicar la aceptación y sometimiento a la norma y, en consecuencia, a una actitud conservadora en el plano político.
*Académico de la UAH
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