La obesidad infantil es uno de los más grandes desafíos de salud pública del siglo XXI, que afecta a todos los países del mundo, dado que es una enfermedad crónica, multifactorial y tratable que está influenciada por diversos factores entre los que se encuentran: fisiológicos, psicológicos, ambientales, socioeconómicos y genéticos.
En paralelo los resultados del Mapa Nutricional 2020, elaborado por el Ministerio de Desarrollo Social y la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB), sostienen que hubo un aumento sin precedentes de todos los tipos de obesidad, especialmente la obesidad severa, en particular en los estudiantes más pequeños de prekínder, kínder y 1º básico. En un año los alumnos en peso catalogado como “normal” bajaron 7,1%, mientras que los niños con obesidad aumentaron un 4% y con obesidad severa, un 18,5%.
En Chile, debido a la transición epidemiológica y nutricional, la prevalencia de la obesidad infantil se ha triplicado en las últimas dos décadas, convirtiéndose en una enfermedad importante. Esta coyuntura no solo se relaciona con las consecuencias directas, sino también con un aumento en el riesgo de desarrollar patologías de la edad adulta, como Síndrome Metabólico, diabetes mellitus tipo 2, enfermedad cardiovascular, infertilidad y cáncer entre muchas otras. En consecuencia, la prevalencia de Síndrome Metabólico y oras enfermedades, es mayor en niños y adolescentes con obesidad que en la población general en este rango de edad, tanto en países desarrollados como en desarrollo.
La obesidad infantil y juvenil constituye un factor de riesgo para el desarrollo a corto plazo de un amplio abanico de complicaciones con el agravante que un gran número de estudios ponen en evidencia que esta enfermedad, tiende a perpetuarse en la edad adulta favoreciendo el desarrollo precoz de las enfermedades previamente mencionadas, haciendo que en el futuro los pacientes con obesidad, tengan una menor esperanza de vida.
En este contexto es prioritario que la obesidad sea declarada enfermedad crónica para que las personas que la portan, puedan acceder a los tratamientos multidisciplinarios e integrales contra la obesidad existentes y que, hasta hoy, no han tenido cobertura. El tratamiento farmacológico y otros están íntimamente relacionados a las terapias básicas de reeducación alimentaria, actividad física, manejo del estrés, cuidado del ciclo circadiano y cambios favorables en el estilo de vida. Ello se hace más urgente a temprana edad para evitar enfermedades mentales y físicas que limitarán la calidad de vida en la adultez, porque conductas y tratamiento van de la mano.
*Médico internista y miembro de la Asociación Chilena de Nutrición Clínica, Obesidad y Metabolismo (Achinumet).