¿Hasta cuándo se seguirá conmemorando el 8 de marzo?, ¿Qué sentido tiene esta fecha si el machismo es un asunto del pasado?
Mantener esta conmemoración es parte de la disputa por la historia y memoria. Nos ayuda a recordar que los mayores niveles de libertad y autonomía de los que hoy gozamos se los debemos a otras mujeres que nos antecedieron, que tomaron conciencia de esta situación y fueron capaces de verla no como la consecuencia obvia de una pretendida desventaja biológica, si no como una construcción social injusta que era posible transformar mediante la organización y movilización feminista. Nos recuerda también que cada logro debe ser defendido pues los retrocesos están a la vuelta de la esquina cuando se trata de los derechos de las mujeres.
Sin desmerecer los avances de las últimas décadas, la discriminación persiste a pesar de los discursos de buena voluntad, y demuestra que la igualdad de género es todavía una utopía difícil de alcanzar. Las estadísticas parecen congeladas en el tiempo y reiteran con porfía que nuestras condiciones materiales de vida son las más precarias porque tenemos menos oportunidades de insertarnos en el mercado laboral formal, nos concentramos en los trabajos con peores condiciones y nos pagan menos. Eso cuando logramos que nos paguen, porque el trabajo que realizan mayoritariamente las mujeres dentro de sus familias cuidando vitalmente de otros seres humanos durante la infancia, vejez o enfermedad y que sostiene el mundo, no es reconocido, remunerado ni visto como un trabajo propiamente tal.
Lejos del elitismo o individualismo, el feminismo que prima hoy en las organizaciones que impulsan la movilización del 8 de marzo, es como dice Nancy Fraser, “un feminismo para el 99%”, es decir, un pensamiento y práctica de emancipación para todas las mujeres y disidencias, especialmente las que enfrentan mayor explotación y violencia. Entiende que la causa feminista está ligada a la agenda medio ambiental y la protección de los bienes comunes de la naturaleza, a un modelo económico alternativo enfocado en la sostenibilidad de la vida, a un Estado social que garantice prestaciones y derechos universales y a un marco de respeto y reconocimiento de los seres humanos en toda su diversidad étnica-racial, de género, etc.
La movilización del 8 de marzo es, por lo tanto, pasado, presente y futuro. Es reconocer lo que le debemos a una genealogía de mujeres que nos legaron mejores condiciones de vida. Resistir las diversas opresiones que siguen cruzando nuestras vidas y entenderlas de forma interconectada. Avanzar en un mundo para que todas las que vengan desarrollen su vida en autonomía, libres de miedo y de necesidad.
*Socióloga e investigadora de Corporación Humanas.