El investigador He Jiankui, fue dejado en libertad a fines de 2022, tras cumplir la pena de tres años de prisión que le impuso la justicia en China luego de que anunciara que había cruzado todas las líneas rojas al editar genéticamente con herramientas CRISPR varios embriones humanos y transferirlos a mujeres para su gestación, como parte de su investigación que buscaba crear seres humanos inmunes al VIH.
Al recordarse este caso y sus implicancias éticas, estimo pertinente agregar que es importante distinguir entre la tecnología y su uso. La mala praxis o uso antiético de una tecnología no la invalida per se, sino que pone acento en la formación necesaria en quienes la utilizan. El mal uso de la herramienta de edición genética en el caso del científico chino que mediante engaños modificó genéticamente a seres humanos en formación, lo invalida como profesional y ha sido penado en cárcel. Pero ello no nos puede llevar a invalidar la herramienta utilizada, en este caso CRISPR/CAS-9.
El hallazgo de estas “tijeras genéticas” permite modificar el ADN de animales, plantas y microorganismos con una precisión muy alta. Dicha técnica está siendo utilizada ampliamente hoy por científicos con las mejores intenciones, con el fin de encontrar tratamiento y hasta cura para enfermedades que hoy no las tienen. Ya se avanza hacia ensayos clínicos en terapias para varios tipos de cáncer, tratamiento de enfermedades degenerativas, corrección de cardiopatías, etc. Las técnicas de edicíon de genes, son posiblemente la fórmula con mayor potencial de ayudar a enfermos que hoy no tienen cura. Y con avances grandiosos en muy pocos años.
Lo mismo ocurre con la producción de alimentos y la sustentabilidad, donde hoy la palabra clave es “adaptación”. Y CRISPR y otras técnicas de edición genética similares, están permitiendo mejorar los vegetales de forma más precisa, segura, y rápida, consiguiendo semillas y plantas adaptadas para logran germinar y crecer a pesar de las alzas de tempereaturas que actualmente sufrimos, ser más resistentes a la sequía o bien logrando mejoras nutricionales para las frutas y hortalizas que provienen de nuevas plantas mejoradas.
Todo lo anterior llevó a que el Premio Nobel de Química 2020 haya recaído en las investigadores Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna “por el desarrollo de un método para la edición del genoma”, lo que se conoce como la tecnología CRISPR / Cas9.
El uso de esta técnica con estos fines beneficos debe ser potenciada y apoyada en el discurso y con recursos a nivel de políticas de estado, por supuesto sin dejar de lado los recaudos éticos que nos recuerda el lamentable caso de He Jiankui.
*PhD, director ejecutivo de ChileBio