Columna de Opinión de Ricardo Bosshard: “COP27, compromiso climático de Chile se juega en los bosques”
Comienza la segunda semana de la COP27 de clima en Sharm el-Sheikh, momento decisivo para las negociaciones que buscan aumentar la ambición, pero también empujar la implementación de los compromisos frente a la crisis climática.
Destellos de optimismo y sombras de duda rondan el inicio de este último tramo, en donde esperamos se logre avanzar hacia los objetivos de no superar el 1,5° C de aumento de temperatura global, llegar al 2050 con cero emisiones netas de carbono y volvernos resilientes al cambio climático.
Sin embargo, el de la COP27 no es el único reto de ciencia, negociación y consenso que debemos afrontar antes de despedir el 2022. En diciembre en Montreal, la COP15 del Convenio sobre Diversidad Biológica debe establecer un nuevo marco para la conservación, restauración y manejo sostenible de la biodiversidad y los ecosistemas. Lo que se adopte en ella marcará la década en curso y, al igual que en la COP27 de cambio climático, su éxito o fracaso incidirá en el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y también en la contención del incremento de temperatura en no más de 1.5°C.
Porque tanto la crisis climática como la de pérdida de naturaleza amenazan con fuerza nuestra forma de vida, están interrelacionadas y todo indica que será imposible cantar victoria en solo una de ellas por separado. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en Chile, donde uno de los aspectos más potentes de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC) es la incorporación a procesos de restauración de un millón de hectáreas de paisajes al 2030. Como WWF nos interesa, además, que este ejemplo de Soluciones basadas en la Naturaleza tenga como eje al bosque nativo, para fijar carbono y mitigar sequías.
Cumplir este compromiso no solo ayudaría con las emisiones, gatillantes de la crisis climática, sino que también tendría impactos en los ecosistemas degradados y las especies que los habitan. Bien planificada, esta restauración podría reestablecer corredores para fauna que se han perdido y revitalizar servicios ecosistémicos que favorecen a las personas, porque bosques sanos ayudan, por ejemplo, a regular el flujo de agua en calidad y cantidad. El propio trabajo de restaurar puede convertirse en una fuente de ingresos en zonas ambiental, social y económicamente vulnerables, como ocurre en Costa Rica, donde la cobertura forestal pasó de 25% en los 70 a 57,1% según los últimos informes oficiales, al tiempo que el PIB ha seguido creciendo.
Sin embargo, casi al cierre del 2022, los números no cuadran. Dando un vistazo a las últimas dos décadas, ni siquiera se han alcanzado las 100 mil hectáreas restauradas en Chile. Es cierto que se están haciendo esfuerzos, pronto debe ponerse en marcha el Plan Nacional de Restauración, liderado por los ministerios del Medio Ambiente y Agricultura, con apoyo de organizaciones como WRI y WWF. Además, el programa de reactivación económica “Siembra Chile”, de la última cartera mencionada, está realizando restauraciones a nivel nacional.
Sin embargo, llegar a ese millón de hectáreas en ocho años requiere una política permanente e integral que no solo preocupe a Conaf, Minagri o el Ministerio del Medio Ambiente; también se necesita a Hacienda, Bienes Nacionales, Obras Públicas e incluso Educación. Por lo mismo, desde la COP27 hemos lanzado un llamado a un gran Acuerdo Nacional por la Restauración, que permita abordar la tarea con una mirada transversal y con criterios de equidad territorial y transición justa.
En lo inmediato, debemos avanzar en establecer un mapa de la restauración a nivel nacional y así poder cuantificar el costo que tendrá alcanzar esta meta, ya que no se cuenta con una estimación conocida o aceptada ampliamente, sobre todo por la gran diversidad de paisajes que tiene Chile. Junto a ello, se deben mantener, profundizar y ampliar mecanismos públicos para apalancar financiamiento, así como pilotear proyectos bancables y planes de negocios que permitan acceder también a fondos que hasta ahora como país no hemos explorado. Enfocarse solo en filantropía y recursos gubernamentales se estima que no es suficiente para alcanzar lo que el planeta, Chile, su naturaleza y sus personas nos demandan con urgencia.
* Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.
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