¿La obesidad es un problema de hábitos? ¿un tema de fuerza de voluntad? ¿una enfermedad? Preguntas que tienen variadas respuestas para cada uno de nosotros, muchas de ellas construidas a partir de creencias sociales, no sólo en la población general sino también en los profesionales de la salud.

Actualmente vivimos en un mundo donde la obesidad es definida como una pandemia y al mismo tiempo recibimos muchísima información sobre estrategias de todo tipo para alcanzar “el peso ideal” ¿Será que estos dos puntos tienen alguna relación entre sí?

El 8 de noviembre se publicó en la revista científica Medwave la Primera Guía de Práctica Clínica para el Manejo de la Obesidad en adultos en Chile, documento único no tan sólo en nuestro país sino también en Latinoamérica y que tomó como base la guía práctica canadiense -Canadian Adult Obesity Clinical Practice Guidelines- publicada en el año 2020.

El documento de 18 capítulos busca replantear el modelo de tratamiento de esta verdadera pandemia que ya no será definida como un problema de peso sino como una enfermedad crónica y multifactorial.

Uno de los grandes aportes de esta guía es que va más allá de la estadística y nos invita a entrar en la experiencia del paciente. Las cifras son importantísimas ya que nos permiten entender la globalidad: construimos un mapa de donde estamos. Incluir la experiencia de las personas que viven con obesidad es abrir la mirada a espacios que no son los habituales -eso que antes se solía llamar “ciencias blandas”- para poder incluirlas en el análisis y tratamiento.

Este trabajo viene a plantear un modelo de abordaje transdisciplinario y colaborativo, el cual no sólo se abre a incluir la salud mental en el abordaje de la obesidad, sino que va más allá.

La guía comienza con el capítulo “Prácticas y políticas para reducir los sesgos sobre el peso en el manejo de la obesidad” que habla sobre el estigma de la obesidad. Poner este tema en el primer capítulo es relevante porque es una invitación a enmarcar todo el tratamiento propuesto desde la experiencia del paciente, desde los anteojos de la empatía y el respeto por su propia experiencia.

Es una propuesta innovadora. Un cambio de paradigma y como tal pone a prueba la humildad y flexibilidad de los equipos de salud -y de la comunidad en general- para poder abrirnos a entender esta temática de nuevas maneras.

¿Por qué es relevante abrir esta guía desde el estigma? La evidencia muestra que el estigma por peso afecta a las personas que viven con obesidad de manera transversal, transformándose en una problemática social que además va en aumento.

En términos generales el estigma por peso se refiere a actitudes o creencias negativas relacionadas con la obesidad, el peso, los cuerpos grandes y que se expresan como estereotipos, prejuicios o incluso discriminación hacia niños y adultos que viven con la enfermedad. Por ejemplo: burlas, comentarios despectivos, agresión y exclusión social.

Todavía hay personas y profesionales de la salud que pueden pensar que criticar, llamar la atención por lo que alguien come, restringir o decir cosas como “debieras preocuparte más de ti mismo” o “debieras quererte más a ti mismo” puede ayudar a que esa persona entre en acción y logre bajar de peso.

La evidencia científica demuestra que lo que se logra es justo lo contrario.

La exposición a situaciones de estigmatización se asociaría con mayor estrés percibido y, por lo tanto, mayores niveles de cortisol.

Asimismo, los estudios muestran que el estigma por peso puede reforzar comportamientos poco saludables que favorecen el desarrollo de la obesidad y trastornos de conducta alimentaria como: dietas restrictivas, conductas compensatorias (vómitos), atracones de comidas y evitación de actividad física en general.

El estigma por peso tiene un alto impacto en la salud mental de quienes lo experimentan. Mayor prevalencia de depresión, baja autoestima, ansiedad, trastornos de conducta alimentaria e ideación suicida.

La evidencia señala que, además, puede llevar a los pacientes a evitar acudir a controles de salud de cualquier especialidad debido a experiencias de estigmatización previas (o anticipadas) de los equipos de salud.

Foto: AP

Dicho lo anterior, parece evidente que decirle a una persona que vive con obesidad que esto se resuelve comiendo menos y moviéndose más es extremadamente simplista, dañino y estigmatizante. Es como decirle a alguien que sufre depresión que es cuestión de pensar positivo y sonreír para sentirse bien.

Con la publicación de esta guía esperamos poner el tratamiento de la obesidad en la discusión. Generar un punto de inflexión en la compresión y abordaje de esta enfermedad en nuestro país. Es una invitación a los profesionales de la salud y especialmente a los pacientes a conocer más sobre la obesidad como enfermedad, para poder ser participantes activos de sus tratamientos.

El estigma de la obesidad genera dolor, patologías de salud mental, trastornos alimentarios y por consiguiente un empeoramiento de la salud general y la calidad de vida. Cambiar la mirada social y la comprensión de la obesidad es tarea de todos quienes formamos parte de esta sociedad. Tomar consciencia del impacto que tiene en muchísimas personas que viven con obesidad puede ser el primer paso. El segundo, brindar un trato digno y respetuoso.

*Psicóloga, académica Universidad del Desarrollo y miembro de la Coalición Chilena para el Estudio de la Obesidad .