Columna de Samuel Durán: Edulcorantes no calóricos, una alternativa segura
Antes de la ley de Etiquetado y Publicidad de Alimentos, Chile presentaba uno de los consumos más elevados de azúcar a nivel mundial. El consumo de azúcar está asociado a múltiples enfermedades, particularmente proveniente de bebidas azucaradas y la OMS recomienda reducir la ingesta de azúcares libres, tanto en adultos como en niños, a menos del 10% de la ingesta calórica total. Posterior a la implementación de la ley, y para evitar la presencia del sello “alto en azúcar”, alimentos como yogur, leches con sabor, cereales de desayuno y bebidas de fantasía presentan menos azúcar.
Actualmente, se desarrolla una consulta pública para la implementación de una nueva norma que incluiría sellos de advertencia en los alimentos que contienen edulcorantes. Aunque hay preocupación por si la alta presencia de edulcorantes no calóricos (ENCs) en alimentos ha llevado a que el consumo puede superar la ingesta diaria admisible (IDA), dos estudios en niños, uno en embarazadas y otro en población general, no muestran que se esté sobrepasando el IDA.
Los ENCs son aditivos que reemplazan el azúcar sin aportar calorías. Aprobados por organismos internacionales como el Codex Alimentarius, la FDA y EFSA, se clasifican en naturales (como la stevia) y artificiales (como la sacarina y el aspartamo). En condiciones comunes, es difícil que el ser humano, en un consumo habitual, logre sobrepasar la ingesta diaria admitida (IDA), excepto en niños pequeños menores de 3 años, donde su consumo no está recomendado.
Es importante destacar que los ENCs pueden ser una herramienta útil para reducir el consumo de azúcar y ayudar a la adherencia a dietas saludables, especialmente en poblaciones que buscan controlar su peso o tienen condiciones como la diabetes, siempre dentro de una alimentación saludable, consumiéndose de forma moderada, especialmente en niños y poblaciones vulnerables.
Estudios observacionales recientes han señalado una posible relación entre el consumo de ENCs y un aumento en el riesgo de obesidad y diabetes. Por ejemplo, un estudio de Qin mostró que consumir 250 ml más de bebidas dietéticas diarias se asoció con un aumento del 21% en el riesgo de obesidad y del 15% en el riesgo de diabetes. Se sugiere que la dulzura sin aporte calórico podría alterar la señalización metabólica del cerebro, afectando la regulación del apetito. Sin embargo, estos estudios podrían estar sesgados por la causalidad inversa: personas con sobrepeso o condiciones preexistentes podrían optar por ENCs como una medida para controlar su peso.
Por su parte, los estudio clínicos, que pueden determinar causalidad y tienen mejor calidad de la evidencia, presentan resultados opuestos a los estudios observacionales, mostrando que, por ejemplo, el consumo de bebidas con ECNs pueden ayudar a reducir el peso corporal, mostrando que el peso corporal se mantiene o disminuye cuando la alimentación va acompañada de este tipo de endulzantes. Probablemente, el efecto favorable de los edulcorantes sobre el peso corporal es que ayuda a la adherencia a la dieta.
Además, un metaanálisis reciente, que incluyó 34 estudios clínicos sobre glucosa y 29 sobre insulina, concluyó que los ENCs no tienen un impacto significativo en los niveles de glucosa e insulina postprandial, contradiciendo la idea de que estos endulzantes pueden aumentar estos parámetros.
Dado que la investigación sobre los efectos a largo plazo de los ENCs aún es limitada, es vital que se sigan realizando estudios de alta calidad para comprender mejor sus efectos en diversas poblaciones y condiciones, y que sus resultados sean comunicados de forma responsable, sin conclusiones apresuradas sobre sus efectos.
*Nta. PhD. Samuel Durán-Agüero, académico Universidad San Sebastián.
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