Columna de Sebastián Corral: Esquizofrenia y estigmatización, un retroceso en los avances de salud mental
Durante los últimos años la sociedad ha internalizado la importancia de la Salud Mental como factor relevante para el bienestar global de las personas. Actualmente no solo comprendemos esta importancia, sino que a nivel cultural hemos avanzado lentamente hacia la integración e inclusión de la neurodivergencia y de las personas con algún tipo de diagnóstico psiquiátrico.
Hace algunas semanas se planteó públicamente que los “esquizofrénicos” no se suicidan. Expresiones que van en la dirección opuesta en lo que respecta al rol de la Salud Mental que como sociedad hemos ido construyendo.
Desde hace varias décadas existe abundante evidencia de que las personas con diagnóstico de esquizofrenia tienen una esperanza de vida que se estima en 15 años menor al resto de la población, siendo precisamente el suicidio una de las principales causas de este hecho.
La información falsa en Salud Mental, más aún si proviene de profesionales del área, suele generar estigmatización que se traduce en actitudes negativas, creencias incorrectas y temores infundados de la población sobre un diagnóstico en particular. En este sentido, es habitual que las personas con esquizofrenia sean víctimas de discriminación y violación de sus derechos humanos. A escala mundial, más de dos de cada tres personas que padecen psicosis no reciben atención de salud mental especializada. Esta exclusión social afecta sus relaciones con los demás, en particular sus familiares y amigos, y se ha demostrado que incide negativamente en los síntomas de este trastorno, limitando el acceso a la atención médica general, la educación, la vivienda y el empleo.
También se afirmó que las familias de los pacientes son los que se suicidan “porque los tienen que aguantar”. Con la creación de las primeras instituciones psiquiátricas en la Europa del siglo XVIII, se dio inicio al denominado “encierro de la enfermedad mental”, donde se consideraba normal la institucionalización de por vida de muchas personas. Recién en la década de 1950 esto comenzó a cambiar y se dio origen paulatinamente a la atención ambulatoria e integración a la comunidad de los pacientes. En noviembre de 1990, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) impulsó la Iniciativa de la Reestructuración de la Atención Psiquiátrica en Latinoamérica para “promover una atención comunitaria, descentralizada, participativa, integral, continua y preventiva, y basada en derechos humanos que era imposible alcanzar en el hospital psiquiátrico”.
En este sentido, fue la familia la que asumió la responsabilidad en la supervisión y apoyo a las personas con esquizofrenia y otros trastornos. Sin embargo, los Estados no se han preocupado del costo emocional, físico y financiero que involucra el cuidado por parte de la familia de personas con enfermedades crónicas. Está extensamente reportado en la literatura la alta incidencia de trastornos del ánimo y de ansiedad que afectan a los cuidadores. Por esta razón, la labor de una Comisión de Salud de la Cámara, debería centrar su discusión en la forma en que podemos brindar soporte y psicoeducación a las familias que se involucran profundamente en el cuidado de sus seres queridos.
No podemos permitir como sociedad retroceder a los tiempos de la exclusión de los trastornos mentales. En los últimos años, la compresión sobre el origen de la psicosis ha avanzado notablemente. El desarrollo de nuevos psicofármacos, el avance en la precisión del diagnóstico, la eficacia e inicio temprano de las intervenciones terapéuticas han permitido mejorar el pronóstico, la funcionalidad social y la calidad de vida de las personas con este diagnóstico. Todo esto se acompaña de una mayor inclusión social, no solo de la psicosis, sino también del Trastorno del Espectro Autista, de la Discapacidad Intelectual o del Trastorno por Déficit de atención entre otros. Cuidemos lo que se ha ganado en empatía, integración, inclusión y respeto, en todo lo que involucra la Salud Mental.
*Académico del Departamento de Psicología de la Universidad de La Serena.
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