Columna del Dr. Flavio Salazar: Lo que nos falta para expandir la vacuna chilena contra el cáncer
Las primeras vacunas chilenas contra el cáncer han tenido importantes hitos recientes: el inicio de dos ensayos clínicos en Brasil (en fase II y III, con una muestra de 4 mil pacientes) y los positivos resultados reportados por investigadores de la startup Oncobiomed –surgida de la Universidad de Chile y licenciataria de la inmunoterapia– en revistas internacionales, que constatan la efectividad en el largo plazo del tratamiento.
Para expandir estos exitosos avances a cáncer de mayor prevalencia en la población mundial –tales como el de próstata, colon y vesícula biliar–, el proyecto requiere de un nuevo financiamiento: US $1.5 millones, que serán destinados para la construcción de un nuevo laboratorio certificado para la fabricación de productos biológicos requeridos para las pruebas clínicas.
Esta cruzada por recursos es fundamental si queremos realizar estudios más avanzados en Chile, en particular para cáncer de vesícula biliar, para lo cual necesitamos acreditar ante el Instituto de Salud Pública, y sus nuevas directrices en la materia, la construcción de un laboratorio para la producción adecuada de estos desarrollos biotecnológicos.
Cuando esta iniciativa comenzó, allá por el año 2002, no existían normativas específicas para la fabricación y uso en estudios clínicos de productos biológicos. La modernización de las normativas por parte del ISP para regular los productos biológicos y los prometedores avances en la investigación nacional de las vacunas contra el cáncer, revelan la necesidad de escalar los estudios clínicos y adaptar los procesos productivos a la normativa vigente.
Sin embargo, al mismo tiempo, estas nuevas exigencias ponen a innovaciones biotecnológicas como la nuestra en una encrucijada financiera: la necesidad de conseguir recursos para diseñar e implementar nueva infraestructura y nuevos procesos para expandir los resultados en melanoma a cánceres de alta prevalencia como el colorrectal y prostático y al de mayor impacto en Chile, el cáncer de vesícula biliar.
Las actuales disposiciones regulatorias incrementan los ya estrictos protocolos en materia de bioseguridad de las normativas internacionales (cumplidas por Oncobiomed), destinados a prevenir, entre otros aspectos, eventuales episodios de contaminación cruzada, en la formulación de las TAPCells.
Por eso, las nuevas guías del ISP constituyen un importante avance. El desafío, sin embargo, es que al mismo tiempo genera una necesidad de infraestructura y capacitación que requiere mayor inversión.
Lamentablemente, en Chile existen muy pocos fondos de inversión o programas de financiamiento público de la envergadura financiera requerida para abordar los desafíos de esta etapa. Nuestra búsqueda apunta a inversores privados o a un financiamiento mixto mediante programas como los de Corfo.
Esto hará posible dar cumplimiento a un plan de negocios con miras a los próximos dos años, diseñado para implementar y obtener la aprobación de los nuevos laboratorios y protocolos, contratar el personal idóneo para la gestión y producir los lotes de vacunas necesarias para los estudios clínicos de Chile y Brasil.
Con ello será posible dar un salto tecnológico que aumente significativamente el valor de los desarrollos y de la propia compañía, motivando incluso el interés de farmacéuticas internacionales u otro tipo de inversionistas mayores. Es un paso fundamental que esperamos dar pronto, con el propósito de llevar a cabo estudios que sean concluyentes desde el punto de vista regulatorio, bajo marcos normativos similares a las de organismos como la FDA de Estados Unidos o la europea EMA.
Los cánceres de próstata y colon son los de mayor índice de mortalidad a nivel mundial. Además, la población chilena registra la mayor tasa de incidencia y mortalidad del planeta en cáncer de vesícula biliar. Por otro lado, el tamaño del mercado global de las inmunoterapias contra el cáncer actualmente supera los $100 billones de dólares y podría superar los US $300 billones para el año 2029.
Considerando este escenario epidemiológico y el crecimiento de este mercado a escala local y global, somos optimistas de atraer nuevos fondos porque hay un respaldo en resultados y evidencia científica muy importante, y que ponen a nuestras inmunoterapias entre las más avanzadas a nivel mundial, con cada vez más certezas de su potencial clínico en los pacientes.
Para la ciencia chilena, la experiencia acumulada en estos 20 años no puede ser desperdiciada y es momento de dar el salto.
Ahora, el desafío está en lograr convencer a los organismos públicos y al sector privado de la necesidad de hacer una inversión adicional para dar un salto tecnológico que realmente nos permite lograr algo que puede ser inédito en Chile: inventar una terapia contra el cáncer en nuestro país y que puede ser validada internacionalmente y beneficiar a miles de pacientes.
*Académico U. de Chile y asesor científico Oncobiomed.
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